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Falleció Christa Wolf, la dama de las letras de la extinta RDA

Domingo 4 de diciembre de 2011

Madrid, 07 dic. 11. AmecoPress/PES.

Considerada la mejor y también la más controvertida novelista de la Alemania del Este, importante figura de la literatura europea de posguerra, contestataria en la RDA de la guerra fría y caída en desgracia tras la reunificación acusada de connivencia con el derrocado régimen comunista, comprometida siempre, comunista convencida, Christa Wolf -quien soñaba con un socialismo “con rostro humano y realmente democrático”- ha muerto el 1 de diciembre de 2011 dejando tras de sí una obra literaria que abarca sesenta años importantes en la historia de Europa y del pensamiento europeo.

Nacida en 1929 en la Prusia oriental (hoy territorio polaco) encarna, probablemente con más intensidad que ningún otro escritor alemán de su tiempo, el desgarro entre el ideal socialista y la realidad de esa Alemania asolada por la guerra, dividida primero y luego reunificada, todo ello con dolor.

Su obra destila toda la angustia que le produce pensar el futuro de su país, preconiza algunos de los problemas que posteriormente ha planteado el “vivir juntos” los dos lados del Muro, y sugiere multitud de preguntas acerca del papel del escritor y el compromiso político. Sus personajes están siempre en conflicto con ellos mismos, y con el resto del entorno, como si mantuvieran un continuo debate con un mundo que les sobrepasa. Su estilo, muy poético a veces como en la trilogía Unter den linden (Bajo los tilos), en ocasiones resulta perturbador: “No se debería escribir si no se siente uno obligado por una necesidad interior” dijo hace años en una entrevista.

Mencionada varias veces como aspirante al Nobel de Literatura, el hecho de que tras la reunificación y la apertura de los archivos de la Stasi se conocieran sus contactos con la policía política de la RDA, de la que fue “informante” entre 1959 y 1962, dio paso a una campaña en los medios que modificó la imagen que sus compatriotas tenían de ella e hizo que incluso recurriera a un exilio voluntario y temporal en Estados Unidos. No obstante, siempre contó con el apoyo de otros escritores, como Günter Grass quien, al recibir el Nobel en 1999, dijo que le habría llenado de satisfacción haberlo compartido con ella.

Además, justamente en aquellos años en que Christa fue suplente en el comité central del Partido Socialista Unificado (SED), entre 1963 y 1967, la Stasi tenía también sometida a vigilancia a la escritora y a su familia, por su postura de declarada oposición al sometimiento del arte y la cultura al poder político, lo que también le valió la expulsión del organismo ejecutivo del partido. Christa Wolf fue el mejor ejemplo de la inevitable tensión que se genera entre la vida programada por “un Estado que pretende dirigir al milímetro la vida de sus ciudadanos y el desarrollo de una personalidad que necesita libertad” escribe hoy Pierre Deshusses .

Eligió quedarse al otro lado del Muro

“Instancia moral para los lectores de la RDA y al mismo tiempo figura de identificación para muchos lectores occidentales”, en palabras del presidente de la Academia de las Artes de Berlín, su primera obra importante fue El cielo compartido, publicada en 1962, que ya plantea los problemas de Alemania dividida, le valió el premio Heinrich Mann y fue llevada al cine. La suya fue siempre una existencia dividida entre el elogio y la crítica. A pesar del éxito, el poder acusó a Christa de “decadencia” y “formalismo”; críticas que no tuvieron ningún eco en el Oeste, donde el libro llegó a traducirse a una docena de lenguas a partir de la edición francesa del año siguiente, publicada por Editores Franceses Reunidos.

En 1968, coincidiendo con las primaveras de París, Praga y Berkeley (entre otras), apareció Reflexiones sobre Christa T., a mitad de camino entre la autobiografía y el ensayo, “una novela que apuesta por el desarrollo personal frente a las presiones del entorno social”, dice hoy el comentarista del diario argentino Clarín. Después vinieron Trama de infancia, Casandra y Medea, libros de peso en los movimientos feministas y pacifistas de aquellos años… Y así hasta más de treinta obras. La última Ciudad de los ángeles o el abrigo del Dr. Freud, de 2010, sobre los muchos intelectuales alemanes que se vieron obligados a emigrar a Estados Unidos, en las décadas de los ’30 y ’40, huyendo de la persecución nazi. Christa, quien terminó los estudios secundarios justamente en el momento en que se construía el Muro, optó por permanecer en el Este e ingresar en las filas del SED (el partido único de la RDA), donde permaneció hasta su disolución en 1989.

En noviembre de 1976, el cantautor de la RDA Wolf Biermann hizo unas declaraciones durante sus actuaciones al otro lado del Muro que fueron censuradas y consideradas anticomunistas, y tuvieron como consecuencia que se le retirara la nacionalidad. Christa, junto a otros muchos intelectuales, encabezó una protesta abierta contra el gobierno en defensa de la libertad de expresión y el respeto a la crítica constructiva; le costó la expulsión fulminante de la directiva de la sección berlinesa de la Unión de Escritores, al tiempo que era nombrada doctora Honoris Causa por la Universidad de Hildesheim y la Universidad Libre de Bruselas, mientras crecían las críticas contra ella.

La propia Wolf se refirió públicamente años después a "un derribo preparado y consciente", "una campaña de odio que sólo conocí en la prensa del viejo régimen comunista”… , aunque también aseguró en otra ocasión “nunca me he sentido una víctima del sistema como algunos quieren hacer creer, sino alguien que con su trabajo intentó ayudar al Estado en el que creía”. Günter Grass se sumó entonces a su denuncia: “Me resultan familiares esos preparativos de linchamiento… unas veces le toca a uno, otras a otro. Esta vez había que acabar con Christa Wolf". En 2006 Grass pasaría por una situación parecida cuando confesó su pasado en la Waffen- SS.

Una vida no es solo el tiempo transcurrido

En el libro Un día al año, publicado en 2003, suerte de diario elaborado a partir de la llamada que en septiembre de 1936 hizo el ruso Máximo Gorki a los escritores de todo el mundo, invitándoles a narrar “un día del mundo”, Christa Wolf anota sus reflexiones de todos los 27 de septiembre, a partir de 1960. Con ese material como base Gabriele Denecke y Gabriele Conrad, realizaron el documental Un jour, un an, une vie (Un día, un año, una vida), exhibido en el canal cultural franco-alemán Arte en julio de 2005: “¿Debemos identificar el transcurso de nuestra vida simplemente con el tiempo que pasa? Christa Wolf se lo ha preguntado muchas veces, de Christa T a Casandra, pasando por El cielo compartido y Trama de infancia (1976), donde hace una autopsia del nazismo y de alguna manera pretender destapar la olla hirviente que esconde el pasado hitleriano... Ha sabido, mejor que ningún otro escritor, diseccionar el funcionamiento de la RDA y su régimen…

Considerada durante mucho tiempo como una disidente que disfrazaba con parábolas y alusiones sus más íntimas opiniones sobre la patria socialista… también ella sufrió una campaña de difamación… Pero la dama de las letras resistió todos los ataques”… incluido uno anterior del cáncer que finalmente ha terminado con su vida, y que convirtió en experiencia escrita en El propio cuerpo.

Christa Wolf recibió en 1980 el Premio Georg-Büchner, la más importante distinción literaria alemana y dos veces antes el Premio Nacional de la RDA.

Foto: Archivo AmecoPress

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