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‘Expresas’: una revista creada por mujeres en prisión

Domingo 7 de julio de 2019

Un proyecto voluntario del colectivo Impresas trata de impulsar la creatividad y la autoestima de las reclusas para ayudarlas en su reinserción social

1 de julio 2019 por Mar Abad - Fotos Estrella Jover Yorokubu

Lo que más conmovió a Pilar Almenar la primera vez que entró en la prisión de Picassent fue el olor de los pasillos. Esperaba que oliera a cárcel (cualquiera que sea el tufo del delito), pero olía a escuela. A manualidades. A pegamento. A las cartulinas que están colgadas en las paredes. Le sorprendió esa atmósfera instructiva: «Vimos que era un entorno dedicado a educar».

Aquel día de octubre de 2018 Almenar iba con cinco voluntarias más. Iban a presentar un taller que ofrecía a las reclusas crear una revista. Iban muy ilusionadas (habían estado más de un año preparando ese momento) y algo retraídas (el edificio impone). Cuando las seis jóvenes empezaron a hablar, a las mujeres del público también les llegó un olor: el de la inseguridad. «El primer día teníais vergüenza. Hablabais bajito», les dijo una interna meses después.

Asistieron 60 reclusas y a 15 les convenció la idea. A partir de entonces, todos los viernes por la tarde, una sala de esta prisión de Valencia se convirtió en la redacción de la revista. Ahí trabajaban las periodistas Pilar Almenar y Laura Bellver, la fotoperiodista Estrella Jover, la psicóloga Rus Martínez, la terapeuta ocupacional Cristina López, la gestora de proyectos sociales Patricia Blanco y las 15 futuras autoras.

El nombre de este proyecto de voluntariado, Impresas, dio la idea a las reclusas para elegir la cabecera de su publicación: Expresas . Fue un giro maestro. «Ellas lo han hecho todo. Han pensado las secciones, han escrito los textos…», indica Almenar. «Nosotras solo las acompañamos».

«EL DESPERTAR CREATIVO»

El primer muro que había que tirar era el mental. «Dedicamos las primeras sesiones al despertar creativo. Tenían que perder el miedo a escribir y para eso hicimos varios ejercicios de escritura creativa», explica la fotoperiodista Estrella Jover.

Les enseñaron después el oficio. Explicaron cómo es la noticia, cómo es la crítica… A Sonia A.T. le gustó la entrevista. Pensó que era la mejor forma de acercarse y de entender a una persona. Y en esa misma sesión, dijo que quería entrevistar al director del centro, Jesús Sánchez-Gadeo.

¡Oh! En un entorno de tantos escalones y jerarquías, de tantos candados y cerrojos burocráticos, ¿podrían conseguirlo? Pudieron conseguirlo. Sonia A.T. escribió sus preguntas, en un folio, con un boli; sus uñas largas, bonitas, arregladas. En la redacción de Expresas no se permiten ordenadores, ni móviles, ni máquinas de escribir. Todo es manuscrito: las cartas a familiares y la correspondencia administrativa.

LA REALIZACIÓN PERSONAL

Esa entrevista al «Sr. director» cuenta mucho más de lo que Sonia A.T. se propuso. Ella quería que los lectores conocieran al alto mando que rige el centro penitenciario, pero, sin proponérselo, contó algo más valioso. En solo tres palabras, describió lo que de verdad significa esta revista, su gran hazaña. Llamar a otros «periodistas del exterior» implica que ella se sentía periodista. Eran un equipo de reporteras. «Han creído ser redactoras. Decían que se sentían libres y periodistas», comenta Laura Bellver.

En aquellas tardes de viernes el tiempo dejó de ser condena para hacerse lanzadera. Debatían, planeaban, sentían que hacían algo útil. Lo reveló el café. En las primeras sesiones, el reloj, tan riguroso en prisión, paraba el trabajo a las 5.30. A las 5.30 en punto. Ni un minuto de perdón. A esa hora abre el economato y las internas vuelan a por su café. «Es un ritual sagrado», relata Bellver. Pero a las pocas semanas estaban tan ensimismadas en el taller que se olvidaban del tiempo. «Éramos nosotras las que teníamos que decirles que bajaran a por el café».

De las conversaciones salían los temas de la revista. Eran tan perfeccionistas que escribían y reescribían los artículos, a mano, después de cada revisión, para que no quedara ni una errata ni un tachón. «Nos decían que llevaban toda la semana esperando al viernes», cuenta la psicóloga. «Hemos reído a carcajadas juntas, hemos hablado con libertad. Todas hemos crecido mucho en lo personal». El director respondió las cuestiones y felicitó a la autora. «Fue muy amable y me hizo saber que se había quedado impresionado por el contenido de las preguntas. Tanto que comentó que periodistas del exterior le habían entrevistado esa misma mañana y no le habían formulado preguntas tan complejas», redactó, después, Sonia A.T. al comienzo de la entrevista que publica Expresas.

Preguntó al director por qué decidió ser funcionario de prisiones. Le preguntó si le gustaba su trabajo, si creía en la reinserción. Le preguntó por la protesta de sueldos, por las juntas de tratamiento. «Quería que todos pudiéramos conocer sus opiniones y cómo es el desarrollo de su labor para, así, intentar entender y, en la medida de lo posible, poder llegar a empatizar, comprendiendo el porqué de sus actos»

Verse en el papel de periodistas y diseñadoras de Expresas les ha ido descubriendo una persona que llevan dentro y nunca había podido asomar. Lo explicó una interna, Eva, a una periodista de El Salto que las visitó en Picassent: «Es una experiencia nueva que te demuestra a ti misma lo que eres capaz de hacer. Como nunca te han dicho cómo hacerlo, ni te han explicado ni te han enseñado, lo tienes ahí pero es una parte que la tienes dormida. Y cuando se despierta es un monstruo que crece y crece, ¡para bien!».

La tradición cultural y las películas de Hollywood han cimentado una verdad absoluta: el amor es lo que más feliz puede hacer a una persona. No se habla tanto de la creatividad, a pesar de que cada vez más psicólogos, más pedagogos y hasta médicos de cuidados paliativos insisten en la importancia de la realización personal para tener una vida plena.

Algo de esta idea levanta los puntales del taller. «Todos los procesos creativos aumentan la autoestima», dice Rus Martínez, y niega la idea de que la creatividad esté reservada a unos pocos oficios. Almenar lo subraya: «Todos estamos creando todo el día y todo el tiempo. Todos los seres vivos somos seres creativos. Ellas eran importantes, no como reclusas, sino como seres creativos. Trabajamos en un plano de igualdad como seres creativos. No les preguntamos por qué ellas estaban ahí y ellas no nos preguntaron por qué nosotras estábamos ahí».

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Picassent es el centro penitenciario con mayor número de reclusos de España. Viven unas 2.400 personas. El 12% son mujeres, y según el colectivo Impresas, al ser minoría, cuentan con menos recursos para programas de reinserción. Pero eso no ha impedido que se produzcan hitos. Las organizadoras cuentan, orgullosas, que han conseguido algo inédito: han juntado a mujeres de distintos módulos para trabajar en un mismo taller.

Algunas internas del módulo de madres participaron también en la revista. Una de ellas, Verónica Cámara Jurado, da voz a la maternidad. En la sección ‘Cinco preguntas para cinco madres’, aborda un asunto desgarrador: «¿Cómo pensáis que se prepara una madre para la salida definitiva del niño/a?» (el hijo, cuando cumple tres años, abandona la prisión para ir al colegio). ‘Madre 2’ contesta: «Aunque te preparas, el golpe es igual: pasas de estar 24 horas con él a no estar nada».

A otra interna, Sheyla Esteve Fernández, le hacía ilusión publicar un diccionario de castellano, caló y valenciano. Lo escribió, bajó al patio y consultó con otras compañeras gitanas el significado que había dado a las palabras para llegar juntas a la traducción exacta. De ahí salió un glosario que informa de que culo es bul, navaja es basti y sangre, arate.

Entre todas decidieron el estilo de diseño de la publicación y las editoras lo encargaron a un director de arte. Algunas dibujaron, otras pidieron ilustraciones a amigos. También se las apañaron para hacer las fotos: dijeron qué querían y cómo lo querían y la fotoperiodista Estrella Jover realizó el encargo. «Estaban muy orgullosas y fueron implicando a otras personas para que colaboraran con ellas», cuenta Almenar.

Abrir Expresas es entrar en Picassent. Al pasar las páginas de la revista se olfatea la vida en prisión. Al recorrer las secciones se transitan los pasillos, se escuchan las conversaciones… De ahí salió el apartado ‘Consejos vendo que para mí no tengo’. En el taller hablaban de su día a día, de inventar con lo que pillan a mano. Por ejemplo:

«Para dejar las juntas del suelo o de la pared buen limpias y blanquitas, frotarlas con pasta de dientes taleguera»

«Para pasar la mopa sin tenerla, colócate una compresa en cada zapatilla y paséate por toda la celda, quitarás el polvo o la pelusilla que haya».

Para estar guapas también saben trucos. ‘Anónima 1’ aporta una receta de exfoliación de la piel: «Para que la cara te quede tersa y suave, puedes hacer algo tan fácil y económico como pedir del economato los posos del café y masajearte la cara con ellos. ¡Verás la diferencia!».

Este consejo requería una imagen al lado para mostrarlo. Las organizadoras recibieron las instrucciones y, en casa de Jover, montaron la sesión de fotografía. Ellas mismas hicieron de modelos. Prepararon café, esperaron a que los posos no quemaran, se extendieron la pasta negra por la cara y echaron las fotos.

Expresas deja ver que en Picassent desborda el ingenio. Al llegar a la sección ‘Usos hack de objetos cotidianos’ aparecen una retahíla de apaños:

– Bolsa de basura como gorro para tintar las mechas del pelo

– Radiador de calefacción como tostadora de pan

– Compresa como tampón: se corta media compresa (a lo ancho) y se enrosca sobre sí misma formando un cilindro. Este cilindro hace función de tampón

– Bote vacío del tinte del pelo como recipiente para el aliño de las ensaladas (vinagreras)

En Picassent también hay tiempo para pensar. La sección ‘Test Exprés’ plantea una cuestión: «¿Qué es ser mujer?». Para Sarima, «trabajar sin descanso las 24 horas del día. Somos madres y hacemos de padres también. Siempre esclavas de la familia. La última en todo. Nunca pensamos en nosotras. Todo lo damos a cambio de nada. Pero no somos el sexo débil, como nos catalogan. Con el paso del tiempo bien claro lo estamos demostrando».

Para Sonia A.T., «una putada. Desde niña marcan tu papel, encargándote de tareas que tus hermanos no hacen. Cuando te viene la regla tienes estados de ánimo cambiantes a lo largo del ciclo. Se espera que estudies para un trabajo de mujer, que te cases y que tengas hijos. ¿Qué pasa si no quiero ser así? Que eres rara».

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El colectivo Impresas: ellas son las organizadoras del taller que ha dado lugar a la revista ‘Expresas’

En Expresas hay libertad. Las autoras han podido decir lo que piensan y lo que sienten. «No ha habido ninguna censura», afirma Almenar. También lo ha escrito Sonia A.T. en su entrevista al director de prisión: «Cuando comenzamos este proyecto, muchas de nosotras preguntamos si íbamos a poder escribir lo que quisiéramos. Por parte del equipo de profesionales que nos ha guiado en esta aventura se nos hizo saber que no había ningún tipo de censura».

El pasado 8 de marzo, Día de la Mujer, todo el equipo presentó Expresas en una sala del centro penitenciario. La revista circuló por todos los módulos. «Es muy importante que sea un objeto físico. Tiene más poder si está impresa, si la pueden tocar. Están muy satisfechas de haber hecho una publicación de calidad», cuenta Almenar.

El proyecto ha sido reconocido con el premio Un país de cultures por «estimular la creatividad de las reclusas mediante la escritura». Pero el olor de la tinta de Expresas no ha pasado aún los muros de Picassent. Las voluntarias están viendo cómo distribuirla fuera porque, según Bellver, «no es solo un taller ocupacional. Es un puente con la sociedad».

Es ese olor a escuela que desprenden los pasillos de Picassent el que descubre la intención de que estas mujeres puedan reinsertarse. «Han sacado su voz desde dentro hacia fuera. Es importante que ellas cuenten cómo son porque, para reinsertarse, la sociedad tiene que querer acogerlas», apunta Martínez. «Ignoramos lo que ocurre en las prisiones. A veces, en la calle, nos preguntan si visten uniformes naranjas. Las cárceles no son lo que muestran las series. Hay que educar a la gente de fuera».

Y es ese olor a tinta que airean las páginas de Expresas el que pide, con sabiduría y creatividad, la empatía de los que viven al otro lado de los muros de Picassent.

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