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¿Esposa y madre abnegada? Teresa Ramón, la mujer que solo quería ser artista

Domingo 16 de octubre de 2022

La pintora aragonesa protagoniza el documental ’Carrasca’, un "alegato feminista" dirigido por Alejandro Cortés.

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La pintora Teresa Ramón, protagonista del documental ’Carrasca’, dirigido por Alejandro Cortés.

MADRID 15/10/2022 HENRIQUE MARIÑO Público

Cuando hace veinte años le encargaron un mural de noventa metros, Teresa Ramón (Lupiñén, Huesca, 1945) se sentó a la mesa para discutir el proyecto. Ella y once hombres, en una primera cena que parecía la última: "Yo no sé si era Jesucristo, desde luego Judas no era", ironiza la pintora. De repente, el arquitecto se le acercó y le dijo que, cuando se había enterado de que el artista era una mujer, se echó a temblar.

Teresa lo cogió de la mano con fuerza y le espetó: "Qué te has creído, monada, que te voy a pintar florecitas. Te voy a pintar unos penes gigantes que te vas a cagar". Estaba molesta porque habían cuestionado su trabajo solo por ser mujer, pero con su respuesta dejó claro a quién se enfrentaban. Todavía hoy puede disfrutarse en el Pirineo central de Catarsis, un mural de 90 metros a la entrada del túnel de Somport, que une el valle de Aragón y Francia.

El director de cine Alejandro Cortés (Zaragoza, 1983) frecuentó su casa durante casi un año. Para filmar a la pintora, antes debía acercarse a la persona. Solo entonces, cuando logró penetrar en su interior y ella se había familiarizado con él, sustituyó su rostro por una cámara. Cuatrocientas preguntas y treinta horas de rodaje después, pudo montar Carrasca, exhibido y premiado en festivales nacionales y extranjeros.

"Cuando descubrí su obra, frené mis proyectos de ficción porque creía que merecía protagonizar un documental", estrenado en 2018 y disponible en Filmin. "Aunque no es sobre Teresa, la pintora; sino sobre Teresa, una pintora que representa a muchas mujeres que han pasado por circunstancias similares", explica Cortés al otro lado del teléfono, mientras ​​prepara la maleta para viajar al LabGuion de Colombia, donde presentará el texto del largometraje Mirada de vidrio.

En realidad, Teresa Ramón es la protagonista indiscutible de la cinta, si bien el cineasta deja claro que podría haber sido otra mujer, no necesariamente artista. Porque ella representa a quienes "han sacado adelante una obra increíble" en un tiempo, un contexto y unas circunstancias desfavorables. En ese sentido, Cortés reconoce que Carrasca, un tipo de encina pequeña y resistente, es "un alegato feminista".

Así, la pintora traza en el documental una cronología de sus renuncias. La primera, cuando tuvo hijos, que la sumió en la soledad. Una zona de sombra que la vida familiar no llegaba a iluminar. Insatisfecha, retomó el pincel, experimentó con las lacas sobre planchas de aluminio y comenzó a exponer en Huesca, Zaragoza y Barcelona, donde le recomendaron que se mudase a la Ciudad Condal o a Madrid. Sin embargo, de nuevo pesaron los niños, todavía pequeños.

Luego, el cónsul de Estados Unidos le ofreció una beca ​​Fullbright. Solo tenía que firmar, porque ya se la habían concedido, pero "las raíces de mi marido con Huesca son demasiado profundas y no había manera". Desechó la oportunidad, algo que un hombre no habría hecho, según ella, porque incluso su esposa lo hubiera animado. Sin embargo, en la época, eso no entraba en la "cultura" masculina, se lamenta ante la cámara.

"Un artista no debería casarse nunca", confiesa Teresa Ramón, que se define como "un ser absolutamente solitario" que, cuando toca, se entrega por completo, aunque los hijos resten libertad. "A lo mejor haces la elección cuando todavía no eres lo suficientemente madura para valorar todas esas cosas. Hablo de las mujeres, porque los hombres lo tienen de cine", añade la pintora, quien sí aceptó una invitación de la ​​Escuela de Bellas Artes Pietro Vannucci de Perugia.

Allí, entre pares, se enriqueció con el ambiente cosmopolita. Sin embargo, el ofrecimiento del rector para contratarla como profesora cayó en saco roto. "La tentación fue grande, pero llamé a Huesca, mis hijos eran muy pequeños... Otra de las numerosas cosas a las que he dicho que no", explica en el documental. "De lo que no haces, te arrepientes siempre. Hay que decir que sí".

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Cartel del documental ’Carrasca’, dirigido por Alejandro Cortés. — Carrasca

Al menos, aceptó ser docente invitada en ​​la Universidad Altos de Chavón, en la República Dominicana, que le pareció un "paraíso" en la tierra. "Dijo que sí a tiempo, después de haber dicho que no demasiadas veces. Cuando no esté, su obra va a demostrar que Teresa es mucho más grande de lo que ella misma puede decir", cree el director de Carrasca, quien recuerda que de pequeña, consciente de que ser mujer "le iba a acarrear más dificultades como artista", se comió una fruta para convertirse en un hombre.

De poco sirvió, si bien la anécdota ilustra las intenciones de aquella niña. Ser pintora pese a todo: el cuidado de sus hijos, los consejos de su marido y su plaza de profesora de Lengua y Literatura en un instituto. "Ella lo tuvo más difícil. La época limitó su trascendencia, porque aunque su obra comenzó a ser admirada en los noventa, sus compañeros llegaron antes", comenta Cortés en referencia a Antonio Saura y otros representantes del expresionismo abstracto aragonés.

"El tema de las mujeres en el mundo del arte ha sido terrible, pero igual está empezando a cambiar la cosa", suelta con sarcasmo en el documental, donde considera positiva la inseguridad, porque "si estamos seguros, no descubrimos nada". Respetuosa con los artistas que investigan y evolucionan, reconoce que "no puedo pintar igual" que antes: "Yo soy alérgica a quedarme parada en un sitio".

De ahí su evolución pictórica, tanto en materiales como en técnicas y estilos. La gestora cultural y comisaria independiente Nerea Ubieto recuerda que, en su etapa figurativa, las mujeres "inquietantes, fuertes, unidas, elegantes y libres" protagonizaban sus planchas de metal. Luego, "la oscuridad favorece el surgimiento de las criaturas de la noche" en Bestiario, una exposición poblada de "seres quiméricos y retorcidos".

Y en el mural La ciudad dorada, un encargo para el Palacio de Congresos de Huesca, "despliega una extraordinaria narrativa alegórica que se traduce en una cosmogonía muy particular: símbolos fálicos y vaginas desmedidas conviven con figuras de diosas, pájaros colosales o la representación de la propia artista moviendo el ojo que todo lo ve", escribe Ubieto en el catálogo de Le Jeu de Vivre, el juego vital de alguien que conoció la muerte de cerca en dos ocasiones.

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Teresa Ramón y Alejandro Cortés, protagonista y director del documental ’Carrasca’.

Rendida ante Goya, adora Los desastres de la guerra y las Pinturas negras, el vuelo de las brujas y ese perro que asoma el hocico en la Quinta del Sordo. No extraña, pues, que Teresa Ramón pusiese un pie en el territorio de lo siniestro, aunque Alejandro Cortés la considera "un genio" que en sus cuadros establece "un diálogo entre la vida y la muerte lleno de color".

"La belleza es muy relativa y ha habido muchos cánones", matiza la pintora en la cinta, donde relata que también considera bella la fragilidad de esa mariposa que, al cogerla por las alas, "te impregna los dedos de colores, mientras que ella se queda marcada para siempre". Declaraciones íntimas que surgen gracias a unas conversaciones previas sin cámara, donde la artista se abre antes de que el director reformule sus preguntas y la enfoque.

"Más que un documental al uso, Carrasca es una fábula en formato road movie y un testamento en vida. También una mirada desde la admiración y el cariño, pues en mis comienzos también fui pintor", explica Cortés, quien esboza el retrato de una esposa, una madre, una abuela y una profesora que lucha por​​ sobrevivir como artista en un universo masculinizado. "Aunque ha sido reconocida en Aragón, la película ha servido para difundir su figura en el extranjero y entre un público que no frecuenta los museos y las galerías".

El cineasta agradece su generosidad a la hora de abrir las puertas de su casa, de su taller y de su interior. "Está acostumbrada a trabajar en soledad, con su música y sus pigmentos, pero se lo tomó como una oportunidad para sumar", asegura Cortés. "Es una fuerza de la naturaleza con muchas aristas que dejó que yo mostrase algunos de esos aspectos". Por ejemplo, el que ella misma pinta en este autorretrato: "Yo soy como una carrasca. Resisto, lucho, resisto".

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