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Es imposible hacer periodismo feminista

Lunes 3 de febrero de 2020

Andrea Momoitio 22/01/2020 Pikara

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Ilustración: Emma Gascó

El feminismo lleva un siglo peleándose por el sujeto e intentando deconstruir los géneros. Desde Pikara también tratamos de romper con estructuras de la profesión pero reivindicando el método para dar contexto y escribir con perspectiva feminista.

El lenguaje periodístico es un lenguaje simple: sujeto, verbo y predicado; y el feminismo lleva un siglo peleándose por el sujeto. El reto se plantea complicado desde el inicio. Hace casi 10 años que pusimos en marcha un proyecto como Pikara Magazine y, a pesar de lo que lo digan los calendarios, nosotras hemos ido hacia atrás. Hemos vuelto a las primeras palabras para reconocer que algunas estaban equivocadas: ya no queda casi nada de aquellas periodistas que creían que podrían darle voz a unas otras que no habíamos visto nunca. Dejamos a un lado este objetivo para salir en busca de compañeras que quisieran prestarnos su talento para construir un medio plural, que apuesta por la interseccionalidad y que está dispuesto a graduarse las gafas las veces que haga falta. No es fácil reconocernos en aquellas periodistas que parecían temer hablar de feminismo y apostaban por decir perspectiva de género que sonaba más inofensivo; ni de esas que tenían miedo a no ser consideradas lo suficientemente profesionales por apostar por un periodismo militante. Sí, militante, claro que sí. Primero nos avalaron algunos premios, ahora nos avala la fidelidad de nuestras lectoras. A pesar de los palos.

Hemos aprendido tanto que ahora no sabemos casi nada. Hemos rebuscado en los diccionarios las palabras más preciosas para construir las frases más justas, hemos escrito guías de lenguaje no sexista, hemos impartido cursos y hemos construido alternativas para descubrir después que no es suficiente con que estemos todas y todos representados porque, aún así también, muches no se sienten parte. Hemos aprendido un montón para descubrir que la complejidad del pensamiento feminista no puede restar comprensión a los textos, que no podemos perder de vista nuestra función de transmisoras de saberes para todes. Por eso, Pikara se lee también en lectura fácil y se disfruta en lengua de signos. Por eso, en Pikara nos esforzamos porque todas las lenguas minorizadas estén representadas en nuestras páginas. No queremos un periodismo que obvie que las lenguas también construyen hegemonías.

Hace casi 10 años que pusimos en marcha Pikara y hemos vuelto a las primeras palabras porque algunas estaban equivocadas 

Tuvimos que aprender mucho antes de sentar las bases de un proyecto que queremos que sea feminista en la forma y en el fondo, un proyecto que no solo innove en los lenguajes periodísticos sino que sea también un espacio de creación de nuevos modelos de gestión. Llevamos casi diez años trabajando en consolidar una estructura de trabajo, lo suficientemente fuerte para sostener la precariedad en la que vivimos, pero flexible para acoger los distintos momentos vitales de las personas que conforman el proyecto. Hemos escrito cuáles queremos que sean las bases de nuestras condiciones laborales y, para qué vamos a mentir, hemos dejado que mueran un poco en el cajón. No podemos tardar mucho en retomar el documento que garantiza que lo que hacemos se puede llamar feminista. Poner la vida en el centro de la redacción no puede significar poner una planta en mitad de las mesas.

Hacer periodismo feminista puede parecer imposible, aunque resulte apasionante. Aprendemos de la teoría feminista que los géneros no son estancos, ni binarios y lo aplicamos a nuestra práctica periodística porque, ¿quién dijo que nos tendríamos que conformar con entrevistas, crónicas y reportajes? Además, para qué nos vamos a engañar, la mayoría de nuestras lectoras creen que siempre están leyendo un artículo, en general, sin distinguir un texto de opinión de un reportaje con ocho fuentes. Mientras del feminismo aprendemos que hay que deconstruir los géneros, nos inventamos nuevos formatos periodísticos porque esos corsés también nos aprietan. Ni hombres, ni mujeres, ni crónicas, ni reportajes. Géneros fluidos. Dice Judith Butler, filósofa estadounidense de referencia en pensamiento queer, que es imprescindible “comprender el género como una categoría histórica es aceptar que el género, entendido como una forma cultural de configurar el cuerpo, está abierto a su continua reforma, y que la ‘anatomía’ y el ‘sexo’ no existen sin un marco cultural”. El marco cultural en el que nos hemos manejado hasta ahora para entender qué es un hombre, qué es una mujer, qué es una entrevista o qué es un reportaje ya no es el mismo que nos acompañaba hace diez años. No nos da miedo fluir entre todos ellos. Es más, estamos deseosas de seguir cuestionando las estructuras más rígidas del patriarcado y del periodismo. Ya es hora de jubilar esos viejos manuales. Nada de gerontofobia intelectual.

El feminismo nos señala también que es imprescindible conocer los lugares de enunciación, eso que se llama epistemología, para no correr el riesgo de erigirnos en observadoras con afán de neutralidad que tratan de explicar los problemas que tienen otras. Aplicar la perspectiva feminista cuestiona el propio concepto de periodista, entendido el periodismo como esa profesión que consiste en contar historias que les pasan a otros, porque, ¿quiénes son habitualmente esas personas que pueden contar lo que nos pasa a otras? Pensamos entonces en qué tipo de información internacional queremos en hacer. Durante los primeros años de historia de Pikara era habitual que fueran periodistas freelance, principalmente del Estado español, las que nos contaban qué estaba sucediendo en otros territorios. Ahora queremos construir también una red de comunicadoras y revistas feministas para acercarnos, en la medida de lo posible, a otros territorios a través de las voces y las miradas de las personas que lo habitan.

Lo de las fuentes es otra historia. Una de las principales reivindicaciones de las periodistas feministas ha sido siempre la incorporación de voces de mujeres a los medios de comunicación. Resulta complicado explicar el mundo si no contamos con la mitad de la población para hacerlo. En nuestro caso, además, hemos querido dar un paso más allá cuestionando la categorización tradicional de las fuentes. Los manuales de periodismo dirían que para escribir un reportaje sobre menopausia hay que hablar con personal sanitario, las fuentes expertas, y con alguna mujer* que esté viviendo ese proceso, las fuentes testimoniales. Nosotras reivindicamos que no hay mayor experta en la menopausia que una mujer menopáusica que ha elaborado un discurso feminista situado. Queremos que sean ellas las fuentes de las que bebamos para escribir sobre el tema.

la perspectiva feminista cuestiona el propio concepto de periodista 

Hacer periodismo feminista parece imposible. Sí. Es cierto. Es más, a veces el cuestionamiento es tal a todos los valores del periodismo que una duda inmensa nos planea: ¿qué papel juegan las y los periodistas entonces? ¿Para qué servimos? En un contexto histórico en el que la información está al alcance de ‘cualquiera’, en el que la ciudadanía puede acceder a las principales fuentes de información, ¿para qué hace falta el periodismo? Un periodista muy famoso, de esos que seguro que fumaba en las redacciones, debió decir alguna vez que lo que teníamos que hacer es escribir lo que habíamos visto porque ya vendrían después las y los historiadores a decir lo que había pasado. Nosotras, sin embargo, creemos que nuestra labor como periodistas se basa, sobre todo, en contar por qué pasan las cosas que pasan. Nuestras lectoras y nuestros lectores pueden acceder a los datos que ofrece, por ejemplo, el Ministerio sobre víctimas mortales de violencia machista. Pueden entrar a la web, echar un ojo a los datos, descargarlos incluso. Creemos que nuestra labor pasa por cocinar esa información, cuestionarla, analizarla, ponerla en contexto. No es suficiente con saber cuántas mujeres han sido asesinadas víctimas de violencia machista, lo que queremos es explicar que todas ellas han sido víctimas también de un sistema político, social y cultural que, de alguna manera, perpetúa las desigualdades que provocan que las mujeres sigamos siendo asesinadas sistemáticamente.

Creemos en el periodismo, aunque parezca mentira. Nuestra profesión, probablemente una de las más denostadas, es imprecindible para hacer contrapreso al poder, para cuestionar los sistemas de poder y garantizar el cumplimiento de los Derecho Humanos. Además, a pesar de creer que es posible hacer un periodismo radicalmente distinto al que se sigue enseñando en las facultades, ponemos en valor también el método periodístico. Apostamos por un periodismo feminista, que por feminista no deje de ser periodismo. Queremos publicar información contrastada, bien trabajada, queremos textos bien escritos, bien argumentados, bien contextualizados.

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