Xarxa Feminista PV

Érase una vez un cuento feminista

Lunes 9 de mayo de 2022

Disney, Andersen y los hermanos Grimm han llenado las librerías infantiles de historias de princesas sumisas y caballeros que roban besos, pero más allá de este universo literario existen autores rompedores como Adela Turín dispuestos a vencer a golpe de pluma a un dragón más temible: la sociedad patriarcal y sus roles estereotipados.

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Un niño lee un cuento en la cama. — Piqsels

MADRID0 7/05/2022 AURORA Público

"Mamá, ¿qué es una princesa?", pregunta Teresa a su madre que, descolocada, le da una respuesta que no convence a la pequeña: "Una princesa es una mujer muy guapa que espera paciente a un chico". "Pero mamá, ¡a mí no me gusta esperar!", le replica. Ella es la protagonista de Teresa no quiere ser princesa, que firman Belén Gaudes y Pablo Macías para la editorial Cuatro Tuercas. Como ella, muchas niñas de carne y hueso reclaman su derecho a no ser dulces, ni sumisas. Se acabaron los labios de fresa y los vestiditos rosas. Las chicas prefieren saltar en los charcos y dejar los remilgos para otros.

Esta pareja de escritores, tras ser padres, se lanzaron a la aventura de romper moldes cuando se dieron cuenta de lo cansinos que eran los cuentos de hadas. Su primera propuesta fue la colección Érase dos veces, una reinvención de los clásicos que asoman a nuestras librerías llenos de moralejas anticuadas que, a menudo, están instaladas en el machismo o reproducen roles poco igualitarios.

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Ilustración para ’Érase dos veces Cenicienta’. — Nacho de Marcos / CUATRO TUERCAS

"La literatura infantil responde al contexto histórico en el que se inventaron y reflejan cómo eran esas sociedades. Las madrastas, tan abundantes en los cuentos clásicos de hadas, reflejan una realidad muy extendida: cuando un hombre se quedaba viudo volvía a casarse rápidamente para tener una mujer que cuidara de la casa y los hijos. Hay que esperar al siglo XX, para encontrarnos con una nueva sociedad más justa y respetuosa, que ha sido el motor del cambio en los libros", señala Raquel Garrido, autora de Una princesa en motocicleta. En este volumen, la protagonista sale de su cuento para encontrar al dragón que tenía que secuestrarla y descubre un mundo nuevo. Los tiempos de La Bella Durmiente se han terminado. Aurora, la protagonista que da nombre al clásico, aguardaba dormida todo su cuento a que llegase el héroe de turno a liberarla con un beso -sin consentimiento-.

El verdadero dragón que tiene que ser derrotado es el de los roles no igualitarios que todavía se pueden leer entre líneas. Canizares - ganador del Premio Apila Primera Impresión 2016 y del galardón Fundación Cuatrogatos 2018- tiene claro que se necesita algo más que una espada y un escudo para vencerlo. "Desde un punto de vista institucional, puede resultar conveniente continuar con una tradición basada en la sumisión y complacencia de los súbditos. Existe el arquetipo de la heroína que sufre y que a lo largo de su trayectoria narrativa conquista a sus enemigos hasta convertirse en vencedora. Si el personaje no parece vulnerable al principio, es menos impactante. Es posible que nuestra propia evolución como lectores no sea tan rápida como pensamos y quizás es ahora cuando por fin somos esos personajes que se levantan y empiezan a sacudirse de muchos lastres", expone.

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Páginas interiores de ’Una princesa en motocicleta’, de Apila Ediciones. — Héctor Borlasca / APILA EDICIONES

Los cuentos de hadas tienen los días contados

Hasta las brujas se merecen otra versión del cuento y, por eso, Canizares nos descubre en Guapa a Verna, una hechicera que a pesar de todos sus poderes siente la pesada carga de la tiranía estética. "Cuando lo escribí estaba aterrorizado por la presión social que sufren, sobre todo las mujeres, a edades cada vez más tempranas y de forma más intrusiva. Se sienten forzadas a la transformación su apariencia incluso con métodos quirúrgicos para ajustarse a cánones de belleza imposibles. Así que quise darles a los niños y niñas un antídoto para entiendan que, cuando sucumbimos por las críticas, perdemos nuestra identidad y que quienes nos aman de verdad no lo harán por nuestro aspecto, sino por quiénes somos", explica el autor.

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Portada de ’Guapa’, el mejor proyector de autor novel para Apila Ediciones en 2016. — Canizales / APILA EDICIONES

Precisamente esa dictadura de lo normativo fue la razón que empujó a María Gijón a formarse como técnica de igualdad de género y agente de igualdades. Hoy es experta en coeducación. "Cuando mi hijo mayor tenía cuatro años, en el grupo de whatsapp del cole surgieron algunos comentarios sobre niños y niñas que llevaban el pelo largo y corto, respectivamente. Me chirrió tanto que comenzaran tan pronto [a desarrollar prejuicios] que me puse a buscar un taller para impartir en clase, pero no encontré nada. Dos años después, creé una cuenta de Instagram con la intención de dejar toda la información que conseguí recopilar a disposición de familias y docentes", relata.

Su perfil como economista no encajaba con esta deriva, pero sus ganas de cambiar el panorama desembocaron en la publicación del libro Cuentos para Educar sin Estereotipos. "A través de la narrativa infantil, se comienza a crear una visión sobre el mundo, se identifican con los personajes, se interiorizan comportamientos, roles y estereotipos. Si desde peques ven en los cuentos distintos tipos de familias, cuerpos diversos, variedades de tipos de piel, niñas y niños jugando a todo tipo de juegos y utilizando colores diferentes crecerán pensando que todas esas cosas son posibles y naturales. No mostrarlas las invisibiliza y reduce las opciones de elección al mínimo", defiende.

Luis Amavisca y Alicia Acosta nos presentan en ¡Vivan las uñas de colores! a Juan, un niño que reclama ese derecho a expresar su propia identidad. "Cuando yo era niño no existían apenas estas historias. La literatura tradicional, incluso hoy en día, sobrevive, y hay quien no se cuestiona si los valores que transmite son adecuados", advierte. "Es fundamental trabajar con valores. Si no vemos a una niña protagonista o niños capaces de superar las masculinidades tóxicas, pensarán que no lo pueden hacer. Hay que utilizar esos referentes para luchar contra el machismo", exige Amavisca.

Necesitamos más niñas traviesas

Daniela Pirata es otro de esos libros que vienen preparados para destronar a los personajes femeninos lánguidos. Daniela, a bordo de su pequeño velero, sueña con ser pirata en el Caimán Negro. Reúne todas las cualidades: es rápida, valiente e inteligente, pero Orejacortada no se lo va a poner fácil. "En este barco solo admitimos a chicos", le espeta. Por suerte, su tripulación tiene claro que el capitán está desfasado.

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Daniela Pirata, de Susanna Isern. — Gómez / NUBE OCHO

Su creadora, Susanna Isern, tiene claro que estos relatos son el mejor tesoro que puede encontrar una niña. "De las mujeres de los cuentos podemos aprender valentía, rebeldía, determinación, fuerza, coraje y un sinfín de valores que debemos interiorizar de una vez por todas para empoderarnos y convencernos de una vez de que somos maravillosas", argumenta.

Algunas editoriales han empezado a ejercer como altavoces del cambio y, además de dar oportunidades a escritores comprometidos con la igualdad, están revisando sus catálogos para desempolvar maravillas que ya leían las mamás. "Ya existen colecciones que han rescatado del olvido a grandes referentes femeninos para darles el lugar que les corresponde en la historia. Eso no quita que falten muchos libros para retratar a las que seguimos olvidando, a grandes mujeres que han sido borradas. Hablo de mujeres como mi abuela, o como mi madre, que se lanzó al mundo laboral cuando las mujeres no podían ni exigir el respeto de sus compañeros, o como las miles de niñas que viven en lugares en las que no les está permitido ser", dice Raquel Díaz Reguera, autora de libros como Yo voy conmigo o, su gemelo, Yo soy en Thule Ediciones .

Cristina Peregrina, fundadora de la firma madrileña Kókinos, reivindica la figura de Pippi Långstrump [conocida en España como Pippi Calzaslargas​]. Esta creación literaria de la escritora sueca Astrid Lindgren en los años 40, fue uno de los primeros personajes femeninos revolucionarios. "Pippi actúa de una manera diferente a como se espera que lo hagan las niñas. Es la dueña de un mundo que no tiene límites y tiene una maleta llena de monedas de oro, que le otorga una independencia económica fundamental para conseguir la libertad", destaca Peregrina. Esta lectura de la obra que popularizó la televisión podría ser una extensión del concepto que ya había definido 20 años antes Virginia Woolf en su ensayo Una habitación propia, pero con una protagonista pecosa y divertida.

"Pippi representa muchos deseos infantiles, como no tener un horario o decidir lo que come, pero además es reivindicativa, cuida a sus amigos y cuestiona el sistema educativo. Ella se quiere, se gusta. Imagina, una niña que no tiene complejos, eso sí es una revolución", añade la editora.

Derecho a ser diferente

Díaz Reguera ha vertebrado gran parte de su obra en trabajar la autoestima de los pequeños. Hace apenas unos meses ganó la XL edición del Premio Destino Infantil Apel·les Mestres con su obra Tan especial como quieras ser, un alegato a favor de la diferencia, de contenido feminista y rompedor.

"Los niños viven en un mundo digital, donde todo está al alcance de un clic. Las redes, las letras de las canciones, las películas y casi todo lo que les entra por los ojos sigue construyendo un rol femenino terriblemente patriarcal y machista. Nunca hemos estado tan expuestos a las opiniones de los demás, aunque no los conozcamos. Es agotador esto de mostrarse siempre feliz, primaveral y estupenda", explica esta escritora que ha vendido más de 160.000 libros. Para ella, los cuentos pueden convertirse en el mejor refugio. "La literatura, en el ámbito privado, sosiega, deja un espacio para encerrarse en uno mismo y teletransportarse a un lugar diferente, alejado de la realidad", agrega.

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’Yo voy conmigo’. — Raquel Díaz Reguera / THULE

Drag Queen Story Hour es uno de esos entornos seguros. Consiste exactamente lo que parece: drag queens leyendo cuentos a niños en bibliotecas, escuelas y librerías. Esta iniciativa brinda a los niños modelos a seguir positivos y desarrolla roles de género fluidos. En espacios como este, los niños pueden ver a personas que desafían las restricciones e imaginar un mundo donde las personas pueden presentarse como lo deseen, donde ver a un chico disfrazado de Elsa [la protagonista de Frozen] no sea una sorpresa para nadie.

Olga de Dios, escritora e ilustradora de libros como Monstruo Rosa, Leotolda y ¿Qué bigotes me pasa?, forma parte de este proyecto. "Los libros son espejos en los que mirarnos, por eso importante que encontremos cuentos en los que podamos reconocernos, pero también son ventanas desde las que mirar al mundo y descubrir universos o personajes completamente nuevos", explica.

Los cuentos, esos grandes olvidados

Esa es la razón por la que Díaz Reguera reclama un espacio para la literatura infantil en foros públicos. "Los cuentos se valoran muy poco, es un género depreciado. Sin embargo, hay tantos cuentos que, al cerrarlos, te hacen reflexionar, que no entiendo por qué no encuentran huecos en los espacios radiofónicos o en las tertulias televisivas. Tanto nos preocupa la violencia de género, las depresiones juveniles, el bullying y sin embargo a nadie parece interesarle atajar estos problemas con los más pequeños, cuando aún se está a tiempo", argumenta.

Los autores infantiles reivindican espacios para esta literatura en las tertulias A menudo, las obras infantiles se abordan como una herramienta para ayudar a los niños a dormir, pero su papel en la crianza va mucho más allá. Tanto es así que a veces las propias editoriales tienen que enfrentarse a gigantes que aún ponen palos en las ruedas del cambio. "La vida secreta de la mamás fue una novedad bellísima, pero cuando nuestro distribuidor tuvo que presentarlo al jefazo de la central de compras de un conocido centro comercial, se encontró con que no quería adquirir ejemplares para sus librerías porque el título le sonaba a un perfil inmoral de las madres, pernicioso", recuerdan desde Ediciones Laberinto. El volumen, en cambio, ha ganado visibilidad con los años, hasta convertirse en uno de los más solicitados de su catálogo.

Su autora, Beatrice Masini, se desvincula de la polémica. "No escribo para dar mensajes y no pretendo enseñar nada, para eso están la escuela y la familia. Solo propongo una evasión en sentido tolkieniano: salimos de este mundo, entramos en otro, hacemos un viaje y volveremos diferentes. Más ligeros, tal vez, y con una sonrisa en los labios, o tal vez con algunas dudas, o con muchas más preguntas", asegura.

En defensa de los clásicos

Andersen y los hermanos Grimm también dejaron una huella que Beatriz Pérez, directora de Va de Cuentos, también considera valiosa. "Estos relatos recogen realidades que pueden encontrarse en su vida. Dar a conocer diferentes situaciones, aunque sean tristes o dramáticas, hace que empaticen con los demás y sean consciente del mundo que les rodea. No podemos meter a la infancia en una burbuja y hacerles creer que en el mundo todo es bonito, porque no es verdad. Hay padres que mueren, hay violencia y hay dolor. Mostrar esas situaciones favorece que adquieran estrategias de afrontamiento, que se adapten y adopten herramientas para tolerar la frustración", aclara.

Desde esta asociación, que promueve el acompañamiento emocional y la literatura infantil, proponen utilizar estas lecturas para escuchar las dudas de los pequeños y comprender cómo se sienten dentro de su etapa madurativa.

Marta Monasterio, de la cooperativa feminista Pandora Mirabilia, apoya este planteamiento e invita a los padres a confiar en el criterio lector de los abuelos. "Blancanieves, por ejemplo, es un cuento que se lleva la palma en todo lo que no nos puede gustar desde una mirada feminista, pero cuando mi hija lo ha escuchado en el cole o en el parque, se lo he leído y nos hemos reído del cuento. Cuestionamos qué es eso de que te dé un beso un tipo que no conoces, vaya susto. Todo en clave de humor, pero cada persona tiene sus recursos para encontrar una perspectiva educativa", razona la coautora de Un cuento propio, una serie de audiocuentos infantiles que busca visibilizar la historia de las mujeres y ofrecer nuevos referentes.

Adela Turín, una pionera

Adela Turín, una autora italiana, abrió camino para erradicar el machismo de la literatura infantil en los años 60. Se unió al grupo feminista Rivolta y empleó su formación como historiadora del arte para analizar de los sesgos sexistas en los cuentos para niños.

Entre 1975 y 1980, trabajó con la ilustradora Nella Bosnia en La Rinascente. Juntas publicaron más de una veintena de obras dentro de la colección Dalla parte delle bambine [De parte de las niñas] con un objetivo claro: combatir la discriminación de género en el ámbito de la familia patriarcal con historias sencillas.

Sus libros llegaron por primera vez a España de la mano de la editora Esther Tusquets (Lumen) y, muchos años después, la casa gallega Kalandraka rescató una pequeña selección entre las que se encuentran títulos clásicos como Rosa caramelo, Arturo y Clementina, Una feliz catástrofe y La historia de los bonobos con gafas. El resto están descatalogados y solo se pueden conseguir en plataformas de segunda mano.

"Me he encontrado con muchas abuelas feministas, que leyeron a sus hijos los cuentos de Adela Turin o Astrid Lindgren y que hoy se acercan a mi obra", expone Raquel Garrido. "De ella aprendimos que no hace falta escribir un libro sobre mujeres científicas de la historia para trabajar el feminismo, podemos escribir un cuento en el que en la ilustración muestra a un papá haciendo la comida, mientras la mamá sale de trabajar en el laboratorio", agrega.

A mediados de los 90, Turín fundó en París la asociación Du côté des filles junto a Silvie Cromer para investigar y denunciar el machismo en los materiales educativos. Cuatro años después, el Centro Internacional del Libro Infantil y Juvenil le encargó un estudio en cuatro colegios de Salamanca con niños de 9 a 11 años. El experimento planteaba al alumnado juegos basados en la lectura de cuentos y en la observación de sus personajes. Los estudiantes los valoraban en función de su ropa, peinado o profesión. Y, todavía entonces, la mujer médica no fue elegida por ninguno de los participantes como mamá.

Han pasado casi 30 años y, en todo este tiempo, Turín nunca ha dejado de trabajar por desterrar los prejuicios y dejarnos un mundo mejor. El pasado 14 de diciembre falleció y, "desde entonces, todos los elefantes fueron grises".

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