Xarxa Feminista PV

Entrevista a Rafaela Pimentel

Lunes 8 de julio de 2019

“Hay un patriarcado y un capitalismo que provoca que muchas mujeres vulneren los derechos de otras”

"Nosotras decimos que politizamos las ollas, las sartenes y los delantales", explica la activista.

25 junio 2019 Javir Jennings La Marea

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Ilustración: Diana Moreno

Con acento / PorCausa.org //

Rafaela Pimentel es una de las impulsoras de la Red Estatal de Trabajadoras del Hogar, un organismo que sirve de altavoz para el principal reclamo de este sector: la inclusión de este en el régimen general de la Seguridad Social. Para entender sus demandas y exigencias, un par de apuntes: el 98% de las empleadas del hogar son mujeres, mayormente, migrantes y dos, las condiciones laborales a las se enfrentan la mayoría en su día a día son de una precariedad total. La falta de regulación estatal sobre el gremio, que se encuentra en un régimen especial, “supone un descontrol que conlleva a que muchas personas se aprovechen de la precariedad de estas mujeres”, explica la activista.

Muchas trabajadoras no tienen prácticamente ninguna posibilidad de negociar con sus empleadores y se ven obligadas a aceptar condiciones inhumanas y hasta ilegales porque, “al ser muchas, se las sustituye rápido”. Además, la subida del salario mínimo interprofesional, lejos de haber supuesto una ventaja para estas mujeres, ha sido una condena, explica. A muchas les han recortado las horas y a otras les han echado porque pocas familias pueden permitirse pagar la cotización y un sueldo digno a la vez. Esto tiene consecuencias como no cobrar la baja laboral en caso de accidente o no tener pensión tras su jubilación.

Pimentel, que también es una activista de los derechos de las empleadas del hogar de la asociación Territorio Doméstico, forma parte de la Coordinadora Feminista 8M, desde donde lucha por los derechos de este trabajo que “no se valora”. Según ella, “si fueran hombres los que lo realizaran, hace mucho tiempo que todo hubiera tenido otras condiciones”.

Su lucha, y la de su colectivo, se articula en torno a una doble vertiente: piden derechos para las propias trabajadoras pero también “políticas públicas para que este trabajo no solamente sea realizado por las trabajadoras del hogar privadas”, sino que todas las personas tengan derecho a un cuidado y a un autocuidado. Según ella, “hay que reorganizar los cuidados porque actualmente alguien que no tiene recursos, no tiene acceso a ellos”. Por eso aboga por la creación de un ente público dedicado íntegramente a garantizar los cuidados. Ahora, en su ausencia “se está dejando a la gente desprotegida”, comenta.

Por lo que cuenta, hay que trabajar en tres en vertientes: hacer de los cuidados algo público, regular las condiciones laborales y regular los salarios

Es necesario regular nuestro trabajo para que no haya economías sumergidas. Lo que ocurre en este sector es que, al estar en un régimen especial e irregular, se da un descontrol y unos se aprovechan de otros. Y tú, como empleada, no tienes manera de negociar con tu empleador: las empleadas del hogar somos muchas y nos sustituyen rápido. Nadie les obliga a que tú cotices, hay muchísima gente trabajando, no sólo mujeres migrantes. Y luego pasa lo que pasa: tienes un accidente y no cobras la baja laboral, o te jubilas y no tienes pensión. La gente no tiene interiorizado que si tienes a una persona en tu casa trabajando, tienes que pagar la Seguridad Social, es de sentido común. Si el Estado obligara a que se cumplieran estas cosas…

La activista Ana María Corral dice que “las empleadas del hogar extranjeras sirven para que las mujeres españolas puedan conciliar”. ¿Está de acuerdo?

Yo pienso que sí. Muchas mujeres españolas han salido al ámbito público, cosa que en España anteriormente no sucedía, gracias a nosotras. Hemos tenido que venir otras mujeres de fuera porque los hombres todavía no se hacen cargo de esta situación, ahí está el problema. Estamos facilitando que muchas mujeres puedan desarrollar su vida profesional y conciliar, pero es porque hay algo sin resolver: que los hombres se hagan cargo de las tareas domésticas que les corresponden. Creemos que sí, que para que unas mujeres puedan hacer valer su derecho, están quitándole los derechos a otras. Por eso estamos en el 8M y en este tipo de reivindicaciones: queremos que haya igualdad de derechos para todos, y todas y que las mujeres no tengamos que buscar a otras mujeres para hacer este trabajo.

En España existe un feminismo clasista que no es inclusivo. ¿Por qué es tan importante el feminismo interseccional?

Es posible que en España haya algún grupo feminista que sea clasista, pero yo creo que aquí en general hay muchas mujeres feministas que saben que tienen esos privilegios, se los cuestionan y los utilizan para ayudar a las demás. En los pasados 8M fue muy importante que estuviéramos nosotras, las migrantes, y que se pusiera como eje el tema de las trabajadoras del hogar y el de las fronteras. Había muchísimas mujeres que necesitaban esa visibilidad. Para las trabajadoras del hogar, esto ha sido muy importante: hemos conseguido unir nuestra lucha con la de las mujeres en general.

La historia está en que hay un patriarcado y un capitalismo que lleva a que muchas mujeres tengan que vulnerar el derecho de otras. Por cuestiones de falta de medios –como guarderías y residencias– para encargarse de la familia mientras tú trabajas. Hasta que los hombres no se hagan cargo y el Estado ponga de su parte no se resolverá la ecuación. Además, hay muchas mujeres que estamos siendo expulsadas de nuestros países y que hemos tenido que venir aquí y, debido a la Ley de Extranjería, sólo podemos dedicarnos a estos trabajos. Nunca he sentido que aquí haya un feminismo excluyente. Lo que sí que hay son personas con privilegios, pero el feminismo no es lo que lleva a que algunas personas tengan a otras trabajando, no es el feminismo, es capitalismo y el patriarcado.

Es más, cuando llegué a España, en los círculos donde me movía, encontré aquí a algunas feministas de las que yo había oído hablar de forma utópica en Santo Domingo y conocerlas fue increíble. Para mí, fue lo más. Me hizo darme cuenta de que era algo que estaba cerca, que era una realidad.

Entonces, ¿no hay varios feminismos?

El hecho de que se intente dividir al feminismo en “blancos” o “no inclusivos”, me hace ver que hay mujeres migrantes que me están invisibilizando. He estado aquí toda la vida organizada y soy feminista, y si tú no me has visto, estás haciendo lo mismo que dices que hacen las otras: estás desviando la mirada. El feminismo soy yo, el feminismo eres tú, el feminismo somos todas. El feminismo somos cada una de las mujeres que lo integramos.

¿Cuál es la fórmula para que se tome en cuenta esta falta de derechos hacia personas tan vulnerables?

Nosotras decimos que politizamos las ollas, las sartenes y los delantales. Estamos haciendo un trabajo que no tiene derechos y que es precario. Por eso decimos que hay que politizarlo, para que no sólo seamos nosotras, las mujeres migrantes trabajadoras del hogar, las que luchemos por los derechos a los cuidados y por un reparto de tareas, sino que sea todo el mundo.

Queremos que se hable de este trabajo en las escuelas para que los niños y las niñas que vayan creciendo sepan que hay algo importante que se está haciendo para que la sociedad siga evolucionando. Los niños tienen que entender desde pequeños que para que sus padres puedan trabajar fuera de casa y aportarles privilegios, hay personas que están haciendo un trabajo dentro de casa sin el que no habría tiempo para esos privilegios. Tener coche, ir a la universidad, irse de vacaciones son cosas se dan porque sus padres salen a trabajar, pero hay una persona que se queda en su casa haciendo todo lo que sus padres no van a hacer.

¿En qué difiere la huelga feminista de otros tipos de huelga? La huelga como tal, no el movimiento, ¿supone de verdad una posibilidad de participación para todas las mujeres?

No es una huelga tradicional, es una huelga feminista. Hay mujeres que hacemos trabajos que no están amparados por una huelga laboral. Por eso explicamos muy bien que sí que sabíamos que muchas no íbamos a poder hacer esa huelga y queríamos que se hablara de algo que no se tomaba en cuenta: conseguimos que el tema de los cuidados, que era algo privado, se hiciera público y que todo el mundo hablara de ello. Claro que sabemos que muchas no pueden ir a la huelga. Por eso creamos la campaña de los delantales en solidaridad con muchas mujeres que no pueden poner en peligro su trabajo por estar en una posición tan vulnerable en la que en cualquier momento su empleador puede echarla. Para muchas trabajadoras del hogar, ir a una asamblea el domingo de antes del 8M es su forma de hacer huelga. Fuimos a Zaragoza y creamos la Red Estatal de Trabajadoras del Hogar, tras muchos años intentando articularnos en una red. Para nosotras, esa era nuestra huelga.

¿Qué pasaría si todas las trabajadoras del hogar hicieran huelga un día? Todas a la vez.

Ese es nuestro sueño. Sería un colapso total. Se pararía el mundo. Por eso nuestra consigna del 8M es que si se paran las mujeres, el mundo se para. O la consigna de nuestro colectivo más concreto (empleadas del hogar) es: “sin nosotras no se mueve el mundo”. Es una frase que llevamos trabajando desde hace 13 años.

Lo positivo es que avanzamos y se nos está escuchando, lo que no hay es voluntad política. Hay muchas trabajadoras del hogar que están descubriendo sus derechos y los están peleando.

¿Cómo animaría a los hombres a ser solidarios con los derechos de las mujeres no solo el 8M, sino a diario?

Yo creo que los hombres se tienen que cuestionar. Ellos cuentan con unos privilegios que han supuesto que nosotras tengamos una discriminación y los tienen que ir dejando poco a poco. Las mujeres hemos estado muchos años realizando un trabajo que sostiene la vida. Pero no puede ser algo que hagamos nosotras solas. También necesitamos tener tiempo para nosotras. Para que muchas mujeres podamos estar libres o festejando simplemente el 8M, hay alguien que se tiene que hacer cargo de nuestras tareas. No queremos que los hombres se hagan cargo de todo, queremos un reparto equitativo. Las mujeres no nacemos sabiendo hacer todas estas tareas, hemos aprendido, y los hombres pueden hacerlo también, pero tienen que desarrollar esa voluntad y tener empatía. En el momento en el que se valore este trabajo y se desarrolle esa empatía, todo va a funcionar. Fin

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