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Entrevista a Quan Zhou: “Para mí el despertar antirracista ha sido igual o más importante que el feminista”

Domingo 20 de noviembre de 2022

Es domingo en Villanueva del Rosario, una fecha marcada en rojo en el calendario de este pueblo de la comarca de Antequera. El último día de la semana es tradición que RARA, una residencia para la promoción de artistas fundada en 2019 por Verónica Ruth Frías y Cyro García, abra sus puertas al público general. La ilustradora y novelista gráfica Quan Zhou (Algeciras, 1989), más conocida por su seudónimo artístico, Gazpacho Agridulce, se hospeda allí este mes para dar forma a la que será su cuarta novela gráfica. Tras un año viajando por el mundo, vuelve a su tierra natal para escribir sobre su experiencia como nómada.

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Quan Zhou, en Villanueva del Rosario (Málaga) LAURA RUEDA

Laura Rueda - La Poderío 19 NOV 2022 El Salto

María, Pali, Marini, su perro Carbón y yo somos las primeras en llegar desde Málaga. Quan nos recibe en la puerta de RARA, residencia que será su hogar durante el mes de noviembre, y a la que se ha mudado con su gato Vita. Allí están también la ilustradora y diseñadora, Daniela Miazzo, su compañera residente por dos semanas; y Verónica Ruth Frías, artista contemporánea y cofundadora de este proyecto. Mientras Verónica nos van contando cómo la casa se ha ido transformando desde que Cyro y ella la adquirieron en 2007, van llegando distintas personas a la entrada. “Ella fue nuestra primera residente, Pilar Brandés. Después de estar en RARA se mudó a Villanueva del Rosario. Esto ha pasado con otros residentes, como Omar Janaan”, nos cuenta su cofundadora.

Poco a poco, la casa se va llenando de personas que vienen a saludar a las residentes o a visitar la exposición colectiva actual, de Patricia Paz, Nuria López y Viola, ‘Toy History 5’. Todas las habitaciones son salas expositivas, incluso los cuartos de baño y los dormitorios de Quan y Daniela. En Villanueva del Rosario este es ya el plan de los domingos y la tranquilidad habitual de sus calles se ve afectada por la algarabía de los y las visitantes, que quieren compartir un rato de cháchara entre obras de arte contemporáneo.

A Quan Zhou la descubrimos con su primera novela ilustrada, Gazpacho Agridulce, (Astiberri, 2015) en la que nos presenta a los Zhou, una familia inmigrante de clase media que se instala en un pueblo andaluz a principios de los 90. Quan seguiría con la autoficción en su segundo libro, Andaluchinas por el mundo. Gazpacho Agridulce 2 (Astiberri, 2017). En Gente de aquí, gente de allí (Astiberri, 2020), su tercer trabajo editorial, reflexiona sobre los migrantes y sus descendientes; y también sobre lo que le han contado que significa ser español. Además, publica en ElDiario.es, en Píkara Magazine y en Vogue. También podemos escucharla en su podcast Movidas varias y ha realizado ponencias sobre racismo e identidad en países como Estados Unidos, Suecia, China y Taiwan. En todos estos formatos usa como principal herramienta el humor para hacernos reflexionar.

El domingo que pasamos juntas en Villanueva del Rosario, Quan nos hizo un tour por RARA, donde conocimos su habitación y lugar de trabajo. Nos mostró un adelanto de la que será su próxima novela gráfica y compartimos un plato de porra y unos pimientos fritos con patatas en el Bar Yolanda, situado en la plaza del pueblo. Después fuimos a ver el atardecer al Mirador de Hondonero Alto. Durante este tiempo charlamos sobre su vida nómada, sobre volver al hogar, sobre la precariedad en el sector y sobre todas las preguntas que se está haciendo actualmente.

¿Qué proyecto estás desarrollando en RARA Residencia?

En RARA estoy escribiendo mi próxima novela gráfica, que voy a publicar con Astiberri, y que se llamará La Agridolce Vita. Va de este último año en el que he estado de nómada. Yo, en teoría y en la práctica, dejé todo para irme a vivir a Italia. Había pedido una beca que no me dieron. Después de la pandemia algo me hizo clic y pensé que por qué no iba yo a vivir donde quisiera. Así que empecé por Italia y he estado todo este año viviendo por el mundo, en un montón de lugares: Florida, Colorado, Nueva York, Escocia, Islandia, Reino Unido, Costa Rica, Colombia, Quebec… —Los pósits verdes que tiene en su habitación son todos los sitios donde ha estado este año—. Físicamente ha sido muy cansado, pero ha sido uno de los años más especiales de mi vida. Y ahora estoy escribiendo sobre eso, sobre muchas cosas.

¿Cómo diste con RARA?

Estaba buscando un sitio en España en el que quedarme. Me fui de Madrid después de 15 años viviendo allí y no quería volver, porque la situación política y social no es la más amigable para estar. Estaba buscando un sitio para ejecutar la novela, estar tranquila, hacer los storyboards… y di con Vero (Ruth Frías) de una forma muy divertida. Estaba en Casabermeja porque había encontrado en alojamiento barato, y el señor con el que me fui a hacer senderismo, que es el guía y se llama Luis, me habló de que aquí en Villanueva del Rosario había una residencia. Me acerqué un domingo, conocí a Vero y al día siguiente le dije, “oye, pero yo quiero venir para acá a hacer la novela”. Presenté un proyecto y aquí estoy. Pienso que las cosas que salen fáciles también ocurren por algo.

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Verónica Ruth Frías y Quan Zhou | Foto cedida por María Villodres

¿Qué tal está siendo volver a Andalucía, tu tierra?

Yo he crecido aquí, en Estepona, pero no conozco a nadie. Creo que le pasa a todo el mundo que vive fuera y luego vuelve y se da cuenta de que todo se ha movido, yo también, claro. En mi caso, he perdido el acento muchísimo. Pero hay una cosa de, no sé si de ‘descontexto’ o qué, es algo que todavía estoy explorando. No conozco los medios de aquí, a mí me sale trabajo en Madrid y tengo que subir y bajar un montón porque yo hice 15 años de vida ahí. Entonces, a la vuelta, no me acabo de encontrar.

Yo nunca dejé de considerarme andaluza, uno de mis libros se llama Andaluchinas por el mundo. En la evolución siempre hay un cambio y el cambio también equivale a una pérdida, y me pregunto si ha habido una pérdida. ¿Y qué hago? ¿Lo quiero reconstruir o no? ¿Es posible? Son un montón de preguntas.

Entonces estás en un momento de cuestionarte muchas cosas también. ¿Crees que esto tiene que ver con la identidad?

Con la identidad y con el hogar, de eso trata mucho este libro. Ha sido como involuntario. Lo hablaba con Vero, para ella el hogar también es una decisión. En una de las charlas que di en el Congreso de Cultura y Ciudadanía en Sevilla les dije que si tenían expectativas de respuestas, yo no tenía ninguna. Yo lo único que tengo ahora son preguntas.

¿Te has ido moviendo para responderlas? ¿No crees que es simbólico que estés aquí ahora?

A mí el cuerpo me pide Andalucía, no sé por qué, pero yo le estoy haciendo caso. Me apetece estar cerca de mis padres, que he pasado un año todo el rato fuera, aunque les he visto un montón, casi más que cuando vivía en Madrid.

¿Cómo te atraviesan tus raíces andaluzas y tus raíces chinas?

Pues mis raíces chinas, me alegro un montón de estar aquí con mi familia, con mis padres. Y sobre mis raíces andaluzas, es la primera vez que voy a dar, el 21 de noviembre, una charla en Algeciras, donde me han invitado. Me hace ilusión porque es el sitio donde nací. Me apetece también visitar a la niña que me cuidó, que es de Algeciras, la Loli. Pero la ciudad de la que te vas nunca es la ciudad a la que vuelves, y menos si no has vivido nunca. Entonces es parte del proceso.

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Ilustración realizada por Quan Zhou

Tus hermanas y tus padres están muy presentes en tus otros trabajos, ¿estará también en este libro?

Los primeros libros son muy familiares, pero este libro es mío. La voz cantante en la autoficción, la que lleva todo el peso, es la de mi personaje. Aquí no estoy contando una historia familiar, aquí estoy contando una historia individual. Pero es que todavía llevo muy poco del storyboard, estoy aún dándole forma y tampoco podría adelantarte mucho más, porque todavía no está hecho. Eso me está costando un montón porque son muchas cosas las que han pasado este año. Para mí este año ha sido el más, o de los más especiales, de toda mi vida.

¿Qué te ha dado moverte tanto?

Me ha dado vida, valga la redundancia. Y después de estar tanto tiempo encerrada, yo además pasé la pandemia en Madrid, muy triste, sola, en un piso súper pequeño. Bueno con mi gato, pero fue una sensación de soledad y de sentir que esos años era que la vida se paraba. No podía planear más. Yo no sé si tú lo recuerdas, pero la angustia de que estaba muriendo mucha gente, lo del palacio del hielo. Yo acabé traumatizada perdida con eso. Por eso, moverme tanto me ha dado muchísima vida, muchísima alegría. Hay tantas cosas que he vivido este año que no sabría cómo ponerlo.

¿Y qué te está dando quedarte un tiempo por aquí en el proceso creativo?

Hay algo que me gusta mucho de estar en RARA porque yo cuando he hecho mis otras novelas gráficas tenía un trabajo, el trabajo alimenticio que le llamamos todas: diseñadora gráfica, consultora… La gente se sorprende porque se piensa que yo solo trabajo de esto y no, el cómic es una industria muy precaria en España. No hay tanta masa que compre y yo no soy dibujante de Marvel. Con lo cual compatibilizar un trabajo mientras haces un libro es muchísimo esfuerzo, mental y físico.

Cuando estaba en Mediaset, que fueron flexibles conmigo, me levantaba a las 7 para dibujar. Luego entraba a las 11, pero salía a las 20h. Yo lo recuerdo como un sufrimiento… Yo decía que era un embarazo porque engordaba, perdía la salud, me contracturaba todo. Y luego me quedaba un par de años como recuperándome del esfuerzo masivo que era decirle adiós al placer y a la vida social durante un año, que era lo que tardaba. Estar en RARA me está permitiendo disfrutarlo, porque yo ahora solo trabajo en ilustración. Estoy pudiendo probar otras técnicas, tomármelo con más calma y disfrutando un montón. Espero que se note también en el libro porque yo los hago con mucho mimo.

¿Qué referentes destacas de autoficción?

Paco Roca es como súper mítico y me flipa. Flavita Banana, aunque no sea de autoficción, me encanta. En el mundo de la ilustración femenina nos conocemos todas. Pedrita Parker, que es de Málaga, me escribió el prólogo. María Hesse es de Sevilla, aquí el team Andalucía. Sara Fratini tiene un estilo súper definido, aunque no se dedique a la autoficción. El mundo de la ilustración es tan guay y tan rico. Y luego cuando voy conociendo a gente también se van convirtiendo en mis referentes. Ahora por ejemplo veo la obra de Vero, que se sale de todo, y digo qué guay, que empezó en pintura y acabó en performance. Al final, como yo no soy tan purista del cómic, me voy nutriendo de muchos lugares. Por ejemplo, me encanta la poesía de Paloma Chen. Y yo veo que en la mezcla está la riqueza. Cada vez lo tengo muchísimo más claro.

En el Congreso en Sevilla hubo un show, que se llama ‘La noche de las luciérnagas’, organizado por el colectivo Snap Bitch, y que justo todas son personas racializadas. Y fue muy guay porque tú ves Ru Paul Drag Race y a lo mejor hay una y ya está, y ahí eran todas. Y era muy guay el lenguaje usado, también el lenguaje corporal, cómo se elabora todo esto desde la disidencia, desde la gente que está en los márgenes y que no tiene espacio en lo mainstream. Cosas súper guays.

Y es tanta gente que publica, no desde la formación, no desde la Academia, sino desde el corazón, de ese motor que me movió a mí, que no venía del cómic. Es el motor que mueve a Paloma Chen, ella es periodista, pero no se ha formado en poesía, y ha publicado su poemario. Veo tanto tanto corazón, tan poco de ego y tanto corazón en lo que se hace, que es muy guay.

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Quan Zhou, elaborando una ilustración en la residencia artística RARA LAURA RUEDA

¿No crees que los proyectos que salen adelante es porque parte de ahí?

No, porque este mundo es muy de egos y muy de contactos. Ojalá. Entonces yo tendría subvenciones, y Paloma Chen y mucha gente que conozco. Y no tenemos nada. Me han dicho que no en una ronda de financiación, reconociendo que mi proyecto era muy necesario. Y luego yo me encuentro en movidas que asumo con el dinero de mi bolsillo, que no gano mucho.

Como un proyecto que hice este verano sobre la comunidad china en Usera, y en Madrid en general, tirándome todo el verano ahí investigando. Y me dijeron que no me podían pagar nada, que me podían dar un diploma. Literal. Y yo acepté porque hay una parte social muy inevitable, que también mueve lo que hago. Pero por otra, necesito comer. Porque tú que me coordinas el proyecto, tienes un sueldo, pero yo, que te estoy dando toda la información, no tengo nada.

Da mucha rabia esa gente que se aprovecha de artistas que tienen un perfil social y que te llamen para eso en fechas señaladas del calendario sin dinero a cambio Sí, el tokenismo. Y estoy yo aquí como uno de esos muñecos de plástico que tienen la cabeza grandes, los Funkos, el Funko Quan, que queda bien. Antes estaba como súper agradecida de que me dieran un espacio, ahora lo que estoy es un poco enfadada, porque lo veo sumamente injusto.

¿Resulta difícil poner límites en este sentido? ¿Por qué decir ‘no’ a veces no es tan fácil?

Claro, sobre todo porque el tema del activismo hay una parte que dices, “bueno, es que yo reconozco que es necesario, ¿pero este peso debe estar sobre mis hombros? O, ¿este peso debe estar sobre el hombro de Paloma?”. Nos merecemos tener vida y ganar dinero. Yo tengo muchas dudas sobre esto. ¿Dónde está la línea? Porque de lo personal se salta a lo político, y en mi caso pasa todo el rato. Entonces, ¿dónde establezco yo los límites? Estaba en una despedida de soltera y empezaron a hablar de racismo, y yo me estaba tomando una copa y dije “no estoy trabajando, me niego a hablar de esto”. Entonces es complicado, sobre todo debido a la precariedad, porque si nadara en la abundancia. Hay cosas que hacemos, pero yo no puedo asumirlo todo.

He leído que sobre todo te llaman de fuera para contar contigo dando charlas sobre antirracismo. ¿Crees que esto dice algo de España?

En EE.UU me llaman un montón de universidades e institutos. Y aquí nada. Claro que dice algo de España. Que se premia la recompensa inmediata y el empobrecimiento cultural. ¿No ves filón en formar a tu gente aquí en vez de condenarlos a la hostelería? Yo crítico España porque es mi país. Para mí, la gente (administraciones, políticos, sociedad civil…) quiere seguir ejerciendo opresión, pero sin que sea opresión. Lo publicaba hace poco en ElDiario, donde reflexionaba sobre el tema de los disfraces: “Porque es que no lo quiero ver, no te quiero escuchar, porque eso dice algo sobre mí y yo no estoy en ti, estoy en mí mismo. Entonces, ¿esto es racista? No. A ver si no se va a poder hacer nada”. Ah, vale, pues ya estaría.

Y esto es extrapolable a todo. Un amigo que tiene un curso sobre el racismo en medios de comunicación, pero ninguno le llama porque ningún medio de comunicación considera que el racismo es su problema. Creo que fue uno nada más que le contrató. Entonces, ya no hay más deconstrucción porque aquí somos muy amigables y somos gente muy campechana. Creo que ya nos escudamos en el propio contexto español para no querer mirar esas cosas que duelen. Claro que son muy dolorosas, pero si yo he podido… Porque yo siempre digo que yo también soy racista, lo que pasa es que me llevo todo lo peor, porque yo soy criada y educada en este mismo sistema, solo que lo sufro. Entonces yo también tengo que deconstruir eso. Y es como muy feo, ¿encima de que sufro racismo, soy racista? ¡Joder, qué mierda! ¿Encima de que soy mujer, soy machista? ¡Joder, qué mierda!

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Ilustración realizada por Quan Zhou

Es que veo la cantidad de recursos que dedican otros países, simplemente a la enseñanza de la lengua vehicular, que ese es otro artículo que escribí, y aquí sueltas a los niños y ya estaría, ya aprenden solos. Con el trauma que genera no poder desenvolverte, no poder educarte. Tus padres ya están de forma regular en este país pagando impuestos y tú no puedes recibir la misma educación. Ergo, yo te condeno, a no tener más oportunidades o igualdad de oportunidades. Y luego es que los inmigrantes no se integran. Y todos los profesores que me escribieron contándome que se les partía el corazón por no poder ayudarles porque igual son profesores de ciencias que no pueden enseñarles español. También me llegaron mensajes de españoles en Francia que me contaban que lo primero que hacían es meterte a aprender el idioma en una escuela solo del idioma. Y no es idealizar a otros países, pero por lo menos coger lo bueno. Eso te cuento de enfado.

Y sobre identidades, disidencias y otras realidades más allá de lo mainstream reflexionas en tu podcast Movidas Varias, ‘en un tono educativo-festivo, antirracista e interseccional’.

Martín de Plan H Media, el productor, me propuso hacer este podcast y acepté. Yo siempre he sido la eterna invitada de todos los espacios y me di cuenta de que simplemente estaba agradecida cuando no era una entrevista de mierda. Y pensé que esto no podía ser, sentirme agradecida porque me trataran como a una persona o porque no fueran racistas conmigo. Si tú pones mi nombre en Google, la primera entrevista que te sale la de M80, que es horrorosa. Porque me pilló muy joven, si no yo me hubiera ido rollo Justin Bieber, me levanto y me voy, que se lo merecían. Y yo intentando quedar bien y todo, pero me fui triste. Acababa de publicar el primer libro y no tenía tantas tablas. Luego alguno me ha tratado mal y ya sí les he cantado las cuarenta.

Pero yo dije “esto no puede ser”. Yo quiero crear un espacio seguro y que la gente que venga se sienta a gusto y se lo pase bien. Para mí es importante porque todos los que vienen pertenecen a alguna minoría. Si no eres racializado es porque eres disidente sexual. La entrevistada más mainstream creo que ha sido Amarna Miller, porque también ha sido nómada, mujer que viaja sola como yo. Pero el resto, todo minorías. Y me parecía importante que la voz cantante en este podcast fueran las minorías. He aprendido un montón de todas las personas que han venido, que han tenido la generosidad de conectarse conmigo. Y ya estoy preparando la segunda temporada.

¿Sientes que el contenido que te demanda la sociedad te cae como una losa, te apetece hacer otra cosa?

En general, acabo publicando estas cosas porque era lo que me atravesaba en ese momento. Para mí el despertar antirracista ha sido igual o más importante que el despertar feminista. Y el descubrir el feminismo hegemónico ha sido como… “¡joder!, ¿cuántas cosas tengo que descubrir más, universo? Déjame tranquila un rato”. Realmente las redes sociales se tienen que llevar con mucho mimo, que yo honestamente no le pongo. He acabado aquí, no sé cómo. La gente me dice que tengo muchos seguidores, pero yo publico lo que me apetece dibujar, y luego le doy cancha a las cosas que publico.

Creo que algo que me define muy bien ahora son las columnas de opinión de El diario, que me dan libertad total de cuándo, cómo, y qué. Me cambian algunas comas y faltas de ortografía y ya. Entonces hay cosas en la racialitud que me llaman y es mi experiencia, pero también publicó otras cosas como Carlos Ríos. ¿Por qué hace Nocilla, señor? Si quiere que la gente coma mejor, ¿porque no abre una frutería? ¿No sería más alineado con el discurso que tiene?

Publico un montón de cosas, que al final creo que es parte de mi motor curioso, entonces hay algunas publicaciones que pienso que van a dar a like. Por ejemplo, sabía que iba a causar polémica lo de los disfraces, pero luego la gente creo que no ha entendido que yo no hablo de los disfraces, yo hablo de por qué la gente se resiste a aceptar que los disfraces son racistas. Yo me pregunto muchas cosas y y creo que las personas lectoras que consumen mi contenido me acompañan en ese descubrimiento. En Píkara Magazine publico contenido más atemporal. Ahora priorizo mucho más la libertad que me dan que el tema del dinero.

Por eso me quedo en mi editorial Astiberri, porque me dan absoluta libertad en todas las propuestas. Nunca me han dicho “no publiques esto”. Me han guiado y han apostado por mí cuando nadie me conocía. Dijeron, esta chica tiene algo que contar y me tiraron 2.500 libros de primera tirada. Eso para una escritora novel no te imaginas lo que es, teniendo en cuenta de que más del 95% de escritores no vende más de 2.000 libros nunca en su vida, ya pueden ser influencers. Ya vamos por la tercera tirada de Gazpacho, que hace 9 que se publicó.

¿Cuándo podremos leer este libro? ¿Vas a hacer alguna actividad en Villanueva del Rosario?

Todavía no sé, porque los tiempos de un libro son más amplios de lo que dura mi residencia en RARA, pero creo que para 2023. Voy a hacer un taller de cómic en el Instituto con adolescentes. Les voy a poner un challenge, dándoles unas temáticas y algunos recursos, y me tienen que hacer un cómic de dos folios. Me encanta trabajar con jóvenes porque me sorprenden un montón. Hice un taller sobre nuevas narrativa en Valencia y me hicieron unos memes superchulos de antigordofobia.

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