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Entrevista a Nerea Barjola: Alcàsser en Netflix, ¿sin perspectiva feminista de qué sirve?

Domingo 23 de junio de 2019

Entrevista a Nerea Barjola, autora de ’Microfísica sexista del poder’, una investigación sobre la narrativa de terror sexual en torno a la desaparición forzada y el asesinato de tres chicas en Alcàsser.

Ignacio Pato 18 junio 201 La Marea

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Nerea Barjola. Foto: David F. Sabadell.

Pesa la ausencia -y la falta de cita sobre su ausencia en los créditos- de Nerea Barjola (Santurtzi, 1980) en el documental emitido por Netflix que ha hecho que volvamos a hablar de Alcàsser. Doctora en Feminismos y Género por la UPV-EHU, lleva su firma ‘Microfísica sexista del poder’ (Virus, 2018), una investigación sobre la construcción de un relato generacional de terror sexual alrededor de la desaparición forzada y asesinato de Miriam García, Toñi Gómez y Desiré Hernández hace ya más de un cuarto de siglo. La suya es una voz necesaria de oír tras el estreno.

¿Crees que el documental vuelve a monetizar el terror sexual?

En primer lugar, lo vuelve a divulgar a gran escala, el objetivo fundamental es ese. Y por supuesto lo monetiza porque el patriarcado se sustenta sobre la base de explotación del cuerpo de las mujeres.

Primero física y mortalmente, pero después en el relato, simbólicamente, con todo el peso de la narrativa llevado por hombres: padre, criminólogo, policías, jueces, acusado, incluso los autores del documental. ¿Miriam, Toñi y Desiré son obligadas a desaparecer dos veces?

Todo eso forma parte de la construcción del relato sobre el peligro sexual que analizo en mi trabajo. Efectivamente, el conjunto social construyó una narrativa que enviaba avisos aleccionadores a toda una generación de mujeres y marcaba unas pautas de comportamiento muy claras. Emitir la radiofonía de Toñi es una prueba de ello. Las declaraciones de Juan Ignacio Blanco son barbaridades que hablan sobre quién es él y el sistema heteropatriarcal y machista del que forma parte activa y al que representa. Sin embargo, la desaparición forzada –en la terminología política que propongo- solo se produce una vez, las siguientes veces es para situar y resituar de nuevo el cuerpo de las adolescentes –y por extensión el de todas las mujeres- en lo público y como público: un cuerpo que va a ser igual de público para sus agresores como para el conjunto social.

¿La narrativa de Alcàsser es también la de dos fronteras, que en el fondo son la misma? La que se dice que las chicas cruzan y la que los medios y la sociedad intentan recomponer.

Prefiero colectivizar la idea y asignarle una única frontera, un único límite que es aquel que el conjunto social machista no va a permitir que sea traspasado. Cada vez que las mujeres transgredimos las normas impuestas, hay una reacción misógina violenta. Y el cuerpo social trata de restaurar la frontera traspasada.

El único protagonismo femenino es el de Nieves Herrero, a pesar de que su visión no aparece en el documental. Hay un momento en que inquiere a una de las amigas: “¿tú has pensado que podrías estar ahora con ellas ahora mismo si no hubieras estado enferma? ¿nunca habíais pensado tener una aventura? Dilo de verdad, sinceramente”. También “Las niñas no se habían ido, no era una aventura, las niñas estaban asesinadas. Pero será después de publicidad”. Y a continuación, una cortinilla animada y anuncio de Cinquecento con corazoncitos. En tu libro das cuenta de familias con sus hijas que van al juicio como una experiencia más atractiva que un concierto de su grupo favorito. Una mujer embarazada que también asistía aseguraba que iba a poner de nombre a su hija “Miriam Toñi y Desiré”. ¿Cómo contribuye esa espectacularización a la normalización del crimen machista?

Banaliza la violencia sexual y la convierte en puro ocio televisado, el serial Alcásser que llega hasta nuestros días y culmina con la última adaptación en Netflix. Es una forma de impedir repensar el crimen en términos políticos o feministas.

Parece como si los culpables concretos, reales o hipotéticos, fueran o desgraciados sin moral o poderosos de las élites. ¿El relato machista de Alcàsser fue fácil de articular porque en ningún momento parecía que ningún hombre medio, cualquier ciudadano de a pie, nadie “normal”, pudiera hacer “eso”?

Es una estrategia patriarcal configurar todos los relatos como excepcionales. La excepción permite articular discursos que difuminan el debate y esconden que detrás de estos asesinatos hay una ideología clara: el machismo. Si no podemos identificar el machismo -en este caso léase al agresor- de manera transversal y únicamente de forma excepcional no podemos defendernos porque el sujeto no está claro. Siempre hay una tendencia a separar a los agresores del conjunto social cotidiano y esto imposibilita contar con herramientas que nos permitan no solo defendernos sino legitimar nuestra palabra cuando somos agredidas.

¿Crees que el final del documental, con la puesta en valor de la lucha feminista -especialmente la más visible de los últimos meses- contrapone algo de justicia mediática o por el contrario lo ves algo forzado?

Totalmente forzado. No se pone en valor la lucha del movimiento feminista. La serie no tiene perspectiva feminista. En mi opinión es un final forzado por la propia dinámica de los acontecimientos, pero no es honesto. De ser así, no habrían divulgado –de nuevo- imágenes y comentarios que profundizan en la herida colectiva y en el terror sexual de toda una generación de mujeres.

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