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Entrevista a Karla Guevara y Alejandra Burgos, defensoras de derechos humanos de El Salvador: “No nos dejen solas, queremos sembrar otro tipo de futuro”

Lunes 24 de junio de 2024

Karla Guevara y Alejandra Burgos, defensoras de derechos humanos de El Salvador, apelan a la solidaridad internacional para seguir imaginando realidades feministas en un contexto de pérdida democrática.

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Alejandra Burgos (izda.) y Karla Guevara, delante del escaparate de la librería La Ilusa, en Bilbao. / Foto: Mª Ángeles Fernández

Texto: Mª Ángeles Fernández 19/06/2024 Pikara

Han viajado a Bilbao desde El Salvador por una cuestión de escucha, de credibilidad y de dignificación, para indagar en la reparación, para participar en una respuesta colectiva. Alejandra Burgos y Karla Guevara son defensoras de derechos humanos. Son voz y rostro de la lucha en El Salvador contra las violencias machistas. Han formado parte de Kintsugi Acto para la Verdad, Justicia y Reparación, organizado el pasado febrero por Mugarik Gabe junto con otras organizaciones. El kintsugi, cuentan las organizadoras de este tribunal simbólico, es una técnica japonesa que repara con polvo de oro las piezas de cerámica rotas. No disimula las cicatrices, crea algo único y diferente.

Karla Guevara —transfeminista, abogada, postgrado en Derechos Humanos y Diversidad Sexual, directora ejecutiva de la Asociación Colectivo Alejandría y secretaria general de la Federación Salvadoreña LGBTI— fue una de las protagonistas del simbólico tribunal al narrar las violencias machistas sufridas en el ámbito escolar, familiar, laboral, social, institucional.

Alejandra Burgos —activista feminista, licenciada en Teología de la Liberación, doctorada en Filosofía Latinoamericana, integrante de la Colectiva Feminista para el Desarrollo Local, coordinadora de la Red Salvadoreña de Defensoras de Derechos Humanos y una de las impulsoras de la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos— ha sido parte del grupo motor del tribunal.

Risueñas y dicharacheras en la conversación informal previa a la entrevista en la redacción de Pikara Magazine, las activistas transfeministas tornan el discurso e incluso el rostro para hablar de la situación de El Salvador. Serias y con un lenguaje preciso, no evitan ninguna pregunta.

Hace unos meses se celebró en El Salvador el XV Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe (15 EFLAC) en el participaron 1.700 mujeres, ¿cómo fue?

Alejandra Burgos. La chispa que tienen los encuentros feministas es algo que perdura. Y, en medio del contexto tan desolador como el que tenemos, es la constatación de que imaginar realidades feministas y colectivas es lo único que nos hace sentir que podemos seguir y que no estamos solas.

Karla Guevara. Para mí, como para las personas trans, fue importante ser parte de este EFLAC. Es un espacio donde podemos cargar energías las personas defensoras de derechos humanos y activistas que vivimos en la región centroamericana, con gobiernos corruptos, con violaciones a los derechos humanos.

Con esa energía que todavía tenéis del Encuentro, participáis ahora en el tribunal simbólico.

Alejandra Burgos. En contextos como el nuestro sigue habiendo mucho conservadurismo, nunca tuvimos una sociedad progresista, ni tampoco hemos tenido un ejemplo de democracia. Pareciera ahora que los pocos pasos que habíamos dado se han retrocedido y hay un recrudecimiento de este conservadurismo, hay una desconfianza en las instituciones estatales, hay un cierre del espacio democrático. Las condiciones en las que se han dado las recientes elecciones nos llevan a dar cuenta de un fraude electoral y son un síntoma más de este cierre del espacio democrático, de esta consolidación de un partido hegemónico, de esta criminalización de las voces disidentes, de este debilitamiento de las voces opositoras. En contextos como el nuestro, encontrar formas simbólicas de reparar es justamente eso, una reparación social desde lo comunitario, desde la colectividad frente a la ausencia de esta posibilidad en el ámbito más estatal y jurídico. Desde la Iniciativa tenemos un lema: frente a un estado que no nos cuida, nosotras construimos poder colectivo y nos cuidamos. Diversas mujeres van a presentar sus testimonios, mujeres migrantes, mujeres sobrevivientes de violencia machista, Karla va a presentar por el colectivo trans de El Salvador, y para nosotras también es forma de ir encontrándonos con otras, pero además haciendo visible la construcción colectiva de espacios de escucha. Es una interpelación desde la vivencia concreta hacia la colectividad de cómo seguir caminando y cómo seguir construyendo estas realidades feministas que queremos.

Karla Guevara. Hicimos el ejercicio de preguntarnos, como mujeres trans, cómo reparar la violencia machista que sufrimos durante toda nuestra vida y era una pregunta bastante difícil, porque queremos nuestro nombre, que se respete nuestra identidad, y eso no puede ser algo simbólico porque eso le corresponde al Estado. Y tras uno o dos minutos en silencio, empezamos a hablar del trabajo comunitario que se hace dentro de dentro de las organizaciones de sociedad civil. En El Salvador, los grupos que hacen frente a las políticas de Estado represivas, creo que, como un casi en todos lados, son los colectivos feministas, el colectivo LGBTIQ+ y el colectivo medioambiental. No incluimos a la población indígena, porque en El Salvador hubo un genocidio de los pueblos indígenas.

Venís de unas recientes elecciones, ¿cómo vivís esta continuación en el poder de Nayib Bukele?

Alejendra Burgos. Hay indicadores que ya nos hacen pensar que El Salvador está cada vez más lejos de la democracia y camina de manera acelerada hacia la autocracia: no existe un sistema de pesos y contrapesos, hay una acumulación de poder, hay un control prácticamente total de los tres poderes del Estado, hay un control de los medios de comunicación, hay un discurso y una narrativa de construcción del enemigo que antes estaba dirigida hacia los partidos políticos, luego se dirigió al crimen organizado y ahora pareciera que solo le queda la prensa y las organizaciones de sociedad civil. Tenemos un régimen de excepción, que es la suspensión de derechos constitucionales, desde el 27 de marzo de 2022. Un Estado que necesita sostener un régimen de excepción por tanto tiempo da cuenta de que es una política pública en materia de seguridad; si ha sido tan efectiva en el combate al crimen organizado, ¿por qué hay necesidad de mantenerla? Lo que queda develado es que es una herramienta para amedrentar voces, para callar liderazgos. Nunca tuvimos un proceso electoral lleno de tantas irregularidades como el que el que hemos tenido este año. El informe de monitoreo de observación electoral que ha hecho la OEA [Organización de Estados Americanos] ha dado cuenta de que han sido unas elecciones que se han hecho en condiciones de inequidad, se han dado en un marco de régimen de excepción y ha sido la primera vez que el resultado electoral no lo ha dado el Tribunal Supremo Electoral, sino que primero se autoproclamó el candidato inconstitucional. No hubo esto que se conoce como cadena de custodia de las actas electorales. Hay una serie de inconsistencias que nos hacen dudar del proceso electoral, y preocupa que esto haya pasado frente a los ojos del mundo y que muchos representantes de la comunidad internacional hayan salido a celebrar y a felicitar. Esto que estamos viviendo en El Salvador es altamente preocupante y también puede ser el ejemplo de lo que podríamos estar viendo en otros países.

¿Enmarcáis esto en un contexto reaccionario global?

Karla Guevara. Es algo para exportación. Llegan al poder, les gusta el poder y ya no quieren soltar el poder. Y la Constitución es clara, pero ellos hicieron artes y malabares para que los eruditos del derecho lo interpretaran de otro modo y se lo vendieron a la población. El régimen de excepción ha dividido a la población de El Salvador entre los buenos y los malos, pero ¿quién determina quiénes son los buenos y quiénes son los malos? El policía y el militar se ha convertido en el juez de la calle. El que haya más policías y muchos soldados en la calle no es seguridad, seguridad es donde no necesitas las Fuerzas Armadas ni necesitas una policía para andar en la calle tranquilamente. La seguridad se crea cuando el Estado invierte en aquellos problemas sociales que han generado la delincuencia y es en lo que nunca en El Salvador se ha invertido: en educación, en salud, en economía. El Gobierno ahorita no está invirtiendo, no está generando oportunidades y en algún momento eso va a estallar.

Esta militarización del país ¿cómo afecta a las mujeres en el uso del espacio público o en vuestro día a día? No sé si genera mucha seguridad ver a señores uniformados.

Alejandra Burgos. Tenemos un desplazamiento progresivo de violencia social para convertirse en violencia estatal. Lo que nos dicen muchas compañeras que viven en territorio es que se han incrementado el acoso, la violencia sexual; hay varios casos que han sido documentados y que se han denunciado de abusos sexuales contra niñas a manos de cuerpos uniformados, incluso de rangos militares que están al frente de algún batallón. No son casos aislados. El fenómeno de las pandillas es complejo, pero no se va a terminar encarcelando gente, sino atendiendo las causas estructurales que llevan a la gente a cometer ilícitos. Vemos una instrumentalización del sistema de seguridad pública a la conveniencia del Estado y que es utilizado para la represión. Hay un miedo en la ciudadanía cada vez mayor hacia la PNC [Policía Nacional Civil]. Si todavía no hemos superado las heridas de las décadas de la guerra civil, quién sabe cuántas décadas más nos va a llevar superar lo que ahora estamos viviendo. Es importante pensar cuál es el modelo del país que queremos construir. Las mujeres, la juventud, las personas LGTBI hemos venido apostando por que se profundice la democracia, por que haya más derechos para más personas, pero ahora pareciera que estamos como nadando a contracorriente y parece que hablar de derechos es casi que mencionar una mala palabra.

Como feministas y formando parte de organizaciones, ¿tenéis miedo de que vuestros colectivos sean perseguidos igual que le ha pasado a El Faro, que ha cambiado su domicilio a Costa Rica, o como ha ocurrido en Nicaragua?

Alejandra Burgos. La población LGTBI, las mujeres y las defensoras siempre hemos vivido en un régimen de excepción, para nosotras no es nuevo el rechazo, no es nuevo sentirnos solas, tampoco el miedo. Hay prácticas que ya se venía andando en gobiernos anteriores, lo que vemos es un recrudecimiento de este actuar, un actuar mucho más cínico. Somos conscientes que actuamos desde la posibilidad de lo que podemos hacer y hasta donde podamos hacerlo y una de las estrategias es actuar más en colectivo, hay una mayor articulación dentro de los distintos movimientos. Vamos a seguir haciendo lo que sabemos hacer, aprender de los tejidos comunitarios, la de la organización social de base, vamos a seguir denunciando, vamos a seguir acompañando a las víctimas. Nos hermana el sabernos en una situación de vulnerabilidad, nos movemos en un riesgo latente y somos conscientes de que estamos juntas y de que juntas vamos a ir construyendo formas de resiliencia y de seguir resistiendo frente a lo que viene.

En el Estado español ha llegado mucho la lucha por la despenalización del aborto, ¿cómo continúa esta batalla y en qué otros temas estáis trabajando?

Alejandra Burgos. Sigue siendo un tema prioritario; en ese momento ya han recuperado su libertad el grupo de las 17 por el cual se hizo la campaña hace ya hace algunos años y eso es una muestra de lo que puede hacer la lucha feminista. No vamos a cesar en luchar por que haya justicia reproductiva. Tenemos a las puertas el caso de Beatriz ante la Corte Interamericana [de Derechos Humanos] y somos conscientes que eso pone al movimiento feminista y transfeminista bajo la mirada de estas formas conservadoras. El caso de Beatriz es la primera oportunidad que tiene la Corte Interamericana de conocer un caso de aborto y de sentar un precedente, porque el Estado falló a Beatriz al negarle de manera reiterada la interrupción legal del embarazo que ella necesitaba para vivir. Tenemos expectativas no solo de que el Estado salvadoreño sea condenado, sino de que además se generen marcos normativos que despenalicen el aborto, de que planteen de verdad la justicia reproductiva.

Karla Guevara. En El Salvador no hay avances en el tema de derechos humanos LGBTI, no existe una ley de identidad de género y no hay ninguna voluntad política. Pero las organizaciones sociales estamos ejerciendo presión dentro de los juzgados de familia para poder llevar casos individuales; sabemos que no es la forma, pero es la única vía que tenemos ahorita. Presentamos las demandas de acuerdo a normativa internacional generada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y hemos logrado de alguna manera ganar ciertos casos en algunos juzgados de familia y eso ha permitido el cambio en algunos del nombre de las compañeras; pero no hacen el cambio de género, es decir, aparece fulana de tal, género masculino. Y esto tiene un trasfondo: algunos jueces han aprobado estos estos cambios y ponen el masculino precisamente para no permitir el matrimonio igualitario en El Salvador. Depende mucho de las creencias del juez o de la jueza, porque ha habido casos en los cuales no se ha autorizado y de entrada han dicho que no se admita la demanda, pasó en mi caso. Fui la primera mujer trans que pudo cambiar su nombre y su género, sin embargo, a pesar de que el juzgado autorizó el cambio, la Alcaldía de municipio donde yo nací, que es la que hace las modificaciones en mi acta de nacimiento, no lo ha hecho por pura discriminación o por pura violencia de género. Sin mi acta de nacimiento no puedo cambiar mi documento único de identidad, y va para dos años que la Alcaldía no cumple una sentencia judicial, que se supone son de obligatorio cumplimiento. Estoy en un limbo jurídico, por una sentencia judicial yo me llamo Karla Alejandra, pero no puedo tener mi documento único que lo refleje porque al registrador no se le ha pegado la regalada gana de cumplirla.

¿Cómo veis el futuro?

Karla Guevara. Las voces internacionales son muy importantes para tener siempre ese ojo en El Salvador. Estos cinco años fueron difíciles, pero estos otros cinco van a ser muchísimo más difíciles. Vamos a seguir trabajando, vamos a seguir haciendo lo que mejor hacemos. Nos han denominado oposición política. Nosotras no somos oposición política porque no somos un partido político, somos organizaciones sociales que hacemos el trabajo que le debería corresponder a hacer al Estado y que no hace; tratamos de generar cambios para las comunidades, somos una voz de la población.

La solidaridad feminista sigue siendo importante.

Alejandra Burgos. Nos mueve la esperanza y la certeza de que construir realidades feministas nunca ha sido fácil. Apelamos a la solidaridad feminista, a la solidaridad internacional. El mensaje es que no nos dejen solas, nos sentimos acompañadas y nos sentimos acuerpadas por el movimiento feminista internacional, pero necesitamos que se siga construyendo otra narrativa. Ya tuvimos suficientes muertes, ya corrió suficiente sangre sobre nuestras calles y sobre nuestra tierra y queremos sembrar otro tipo de futuro y ese futuro no se va a poder construir si no hay democracia, si no hay garantías para la defensa de derechos humanos. Queremos más derechos para más personas. Tenemos que hacernos cargo colectivamente de los dolores y de las necesidades.

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