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Entrevista a HELENA MALENO GARZÓN / Defensora de los Derechos Humanos “Mi caso fue enviado desde España a Marruecos porque pensaron que aquí me inculparían”

Sábado 6 de abril de 2019

Miriam Martínez 03-04-2019 CTXT

Helena Maleno Garzón (El Ejido, 1970) es defensora de los Derechos Humanos, periodista e investigadora de los movimientos migratorios y trata de seres humanos. Hace 7 años la UCRIF (Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales) de la Policía Nacional inició una investigación contra ella tras relacionarla con el tráfico de personas. La razón eran sus llamadas a Salvamento Marítimo alertando de pateras a la deriva. La causa fue archivada por la Audiencia Nacional al no encontrar delito en sus actividades. A pesar de ello, la Policía española envió el caso a Marruecos, país donde reside. La justicia marroquí archivaba el caso definitivamente el pasado 6 de marzo.

Maleno, que fundó el colectivo Caminando Fronteras, ha dedicado la vida a luchar en favor de los derechos de las personas migrantes, además de a acabar con el racismo institucional. Atendió a CTXT por teléfono desde Tánger.

Después de 7 años, el Tribunal de Apelación de Tánger ha archivado la demanda interpuesta contra usted por un presunto delito de tráfico de seres humanos. ¿Cómo se siente?

Podría haber sido condenada a cadena perpetua por defender el derecho a la vida

Aliviada. Es una noticia muy importante porque ratifica el derecho a la vida, contra el que se habían manifestado las autoridades. En cuanto el tiempo, yo fui consciente de esta causa cuando Marruecos me la notificó en 2017, ya que anteriormente España lo estaba investigando, pero yo no sabía nada del proceso. Ni siquiera tenía constancia de que había sido archivada por la Audiencia Nacional. Me he sentido asustada y desbordada todo este tiempo. Además me investigó Frontex, la policía europea de control de fronteras. Podría haber sido condenada a cadena perpetua por defender el derecho a la vida. En las investigaciones la propia Policía deducía que no me había lucrado con el tráfico de personas, y a pesar de ello me querían acusar.

¿Por qué cree que la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal remitió el caso a Marruecos después de que la Justicia española no apreciara delitos?

La Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal buscaba un caso ejemplarizante; condenarme a mí hubiera sido un precedente para el resto de personas que trabajan contra las políticas de muerte en las fronteras. Mi caso fue enviado desde España a Marruecos porque pensaron que aquí me inculparían, aferrándose a la idea colonial. El dosier fabricado por la UCRIF es espeluznante y tiene partes donde se ataca a mi condición de mujer. Nunca pensé encontrar tanto odio machista en un documento policial.

Caminando Fronteras, la organización que fundó, asegura que hay que recuperar los derechos perdidos y curar el daño ocasionado por el caso. ¿Qué medidas y luchas quieren conseguir?

Tenemos que acabar con la criminalización de las personas que defienden el derecho a la vida. Los propios colectivos de personas migrantes están siendo perseguidos de forma sistemática. Tenemos que protegernos de forma colectiva, y comenzar a plantear alternativas de vida a la construcción de la fronteras. El objetivo es trabajar en red con esos pueblos que se mueven; es necesario para seguir con la lucha.

Desde 2007 colabora con la ONU y el Defensor del Pueblo. Después de 12 años, ¿cómo ve la situación de la población inmigrante que trata de escapar de sus países por guerras y dictaduras? ¿Suspende España en esta materia?

Mi criminalización y el de otras compañeras obedece al aumento de los intereses económicos en las fronteras

Actualmente hay un pueblo migrante que se mueve y cuyos derechos se juzgan por cada uno de sus movimientos. Mi criminalización y el de otras compañeras obedece al aumento de los intereses económicos en las fronteras. Hay empresas de armamento que son actualmente los actores principales, que saben que hay beneficios económicos, por lo que crean conflictos y bloqueos de personas que intentan moverse por el territorio. Esa industria consigue manipular las ideas de la Unión Europea y como resultado imponer ideas racistas y xenófobas.

Su lucha consiste en conseguir que nadie muera en el mar. ¿Cómo se podría impedir y lograr que los migrantes tengan derechos y libertades?

El derecho a la vida en el mar es uno de los derechos más antiguos que existe, tiene que dar igual de dónde sea la persona, de dónde venga y qué documentos tenga. Existe un servicio de Salvamento Marítimo que es excelente y una de esas medidas sería que este salvamento no sirva como control migratorio, sino como defensor del derecho a la vida de cualquiera que se encuentre en nuestros mares, venga de donde venga. Hay que hacer políticas que construyan vidas.

Lleva luchando mucho tiempo contra los intereses económicos que hay detrás de los movimientos migratorios. ¿Qué podría hacer el Gobierno para luchar contra esos intereses?

La primera acción es construir un discurso diferente, sin mentiras o prejuicios, tratando a las personas que se mueven como personas. Hay que hacer políticas ciudadanas que no protejan los interés económicos, es decir, hay que evitar las políticas de disuasión que impone Estados Unidos y eliminar el pensamiento imperante en Europa de que el inmigrante es solo mano de obra.

Vivimos en la era de las redes sociales y, para bien o para mal, ayudan a mover ideas ideas. ¿Cómo le ayudó a usted en tu trabajo?

las redes nos permiten crear una comunidad de contactos de familiares que buscan a sus seres queridos desaparecidos

Las redes sociales han sido muy importantes para mi caso particular, pero también para la comunicación de las comunidades migrantes. En Facebook se ha creado a través de mi cuenta una gran red de personas inmigrantes, donde describen sus experiencias, desarrollan discursos políticos, buscan a sus muertos y comparten informaciones. Además, las redes sociales nos permiten crear una comunidad de contactos de familiares que buscan a sus seres queridos desaparecidos.

La ultraderecha trae consigo el racismo. ¿Qué piensa sobre este fenómeno que está cada vez en más auge?

Es culpa nuestra, de todo lo que hemos sembrado y ahora recogemos. No hemos trabajado para eliminar el racismo, el colonialismo. Ya lo decían las compañeras migrantes en la última huelga del 8M: hay que descolonizar el saber y el ser. La Europa que pretendía ser la de los derechos humanos ahora es la Europa de los privilegios. Un ejemplo son las temporeras del sur de España o de Italia, mano de obra barata, semiesclava, que estos partidos sí toleran, ya que no las consideran personas. El mejor remedio es trabajar juntas, en red, para encontrar nuevos caminos.

¿Qué diría a la persona que la está leyendo sobre la situación que hay en Marruecos y en otros países?

Hay que trabajar mucho contra el racismo institucional que hay en España. Hay que conseguir sacudirnos los privilegios cada día y dar espacio a las compañeras cuyas voces no se quieren escuchar. Desde todos los lugares de nuestras acciones, de la cotidianeidad, desde lo laboral, podemos exigir los mismos derechos para todas.


Este artículo se publica gracias a la colaboración de la Fundación Rosa Luxemburgo.

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