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Entrevista a Claudia Hasanbegovic sobre el feminicidio en Argentina

Sábado 4 de abril de 2015

Claudia Hasanbegovic es una reconocida especialista en temas de Género y Violencia. Consultada por correo electrónico reflexionó sobre el rol de los medios y la ausencia de políticas estatales más eficaces.

Agendia Paco Urondo 08-03-2015. Enrique de la Calle

APU: Ocurrió un nuevo feminicidio en Argentina, el caso de Daiana. ¿Qué reflexión le genera?

CH: La muerte de Daiana, otra joven víctima de feminicidio, me genera mucha tristeza y preocupación. Tristeza porque como sociedad y Estado no estamos pasando de la denuncia, y ésta es de una forma casi anecdótica antes que crítica de nosotros mismos, de la discriminación hacia mujeres y niñas y de la masculinidad misógina que generamos, sostenemos y no desafiamos. Porque en estas "denuncias" los autores materiales, los varones feminicidas, permanecen invisibles, como también permanece invisible la responsabilidad social en la misma. La antropóloga Marcela Lagarde conceptualiza la "violencia feminicida" que nos incluye a todos, pues es en el contexto socio-cultural de discriminación hacia las mujeres y tolerancia a la violencia hacia las mismas que los feminicidios son posibles.

Tantas jóvenes son asesinadas por hombres, porque en nuestra sociedad patriarcal "ellos pueden hacerlo", se sienten con derecho a hacerlo, dueños de las mujeres y niñas por el solo hecho de ellos ser hombres y ellas ser mujeres. Y esto lo pueden hacer porque existe una “tolerancia” a la discriminación y a la violencia masculina contra las mujeres y niñas. Esta tolerancia social se expresa en las frases culpabilizadoras hacia las víctimas que pretenden “justificar” la muerte o la violación sexual de una joven por lo injustificable: por la ropa que llevaba puesta o porque subía fotos sexys a las redes sociales, o porque salía a bailar de noche, etc. Estas supuestas justificaciones parecen decir “ella se lo buscó”, “su violación, su feminicidio está justificado”. Jamás dirían que un hombre “se buscó que lo asesinaran” por su forma de vestir, por ir a bailar, etc. La sociedad patriarcal solamente justifica los feminicidios por razones tan irracionales como éstas.

APU: Siempre que aparece un caso así, que involucra a un chica joven, el eje de análisis de los medios se traslada más o menos explícitamente a la víctima, a supuestas actitudes, a su forma de vestir, etc. ¿Qué implica eso? ¿Cuán responsable son los medios de comunicación en el problema?

CH: Los medios de comunicación y la falta de regulación específica respecto al tratamiento de los casos de feminicidios en los mismos son esenciales para la perpetuación de los feminicidios.

Por una parte, el tratamiento sexista y estereotipado de la nota, como en el caso de Daiana o de cualquier otra víctima mujer, donde “se protege” al agresor al (casi) no mencionarlo, sus circunstancias, su relación anterior con la víctima, si existieron otros actos de violencia hacia su víctima y/o hacia otras mujeres, etc., ni cuestionando su accionar, y por el contrario “se culpabiliza” a la víctima, haciendo mención a su forma de vestir, etc., son expresiones de un periodismo y de una sociedad sexistas y misóginas, donde las mujeres y niñas estamos devaluadas por haber nacido con sexo femenino o auto percibirnos como mujeres, y por lo tanto ‘somos siempre culpables’ de la violencia masculina, y hasta de nuestro propio exterminio en manos de un varón. Recordemos sino el caso del odontólogo Barreda y su cuádruple feminicidio (sus dos hijas, su esposa y su suegra), y cómo reaccionó parte de la cultura misógina tratándolo como a un héroe, en la canción que le compusieron especialmente “La Cumbia del Odontólogo”, la difusión de “una estampita San Barreda”, etc. Este feminicida “se justificó” en una supuesta ‘legítima defensa’, diciendo que había sido injuriado y abusado psicológicamente por sus víctimas que lo habrían tratado de poco hombre. Sus dichos fueron tomados como “justificación absoluta” por una parte de los varones de nuestra sociedad, e inclusive expresada así por conductores de algunos noticieros, que cuando estaban por dejar en libertad a Barreda anunciaban: “Una buena, están por dejar libre a Barreda”.

APU: Hay un ida y vuelta entre los medios y la sociedad en relación a legitimar la violencia contra las mujeres.

CH: Las agencias de noticias también son influenciadas por la sociedad: si no existiera la demanda de este tipo de ‘detalles culpabilizadores de las mujeres / justificadores de sus agresores varones’ los medios no los brindarían. Si estos detalles no coincidieran con el extendido ‘imaginario social’, no venderían. Es un proceso de ida y vuelta, donde los medios de comunicación tienen la obligación ética de capacitarse, sensibilizarse, y promover un cambio cultural que lleve hacia una sociedad más igualitaria que no tolere los feminicidios ni la violencia sexual, y por el otro, deben producir rating y vender noticias.

Por otra parte, el tratamiento de notas de feminicidio y violencia sexual culpabilizador de las víctimas constituye una forma de violencia mediática y simbólica, de acuerdo a la Ley 26.485 de Protección Integral hacia la Mujer contra las Violencias. Se trata de violencia hacia las víctimas directas y sus familiares por cuanto profundizan el dolor que ya están viviendo y lo multiplican, y hacia todas las mujeres, por cuanto perpetúan los estereotipos sexistas que son las semillas fundamentales en las que se sustenta la violencia hacia las mujeres. Recordemos aquí la denuncia por violación que hizo Giuliana contra Alexis Zárate, el jugador de Independiente el año pasado, y el bombardeo de notas y comentarios misóginos y culpabilizadores que se sucedió tanto en televisión y radio como en la prensa, y cómo dañaron a Giuliana y a toda su familia. La madre de Giuliana llegó a decir en una nota que el sufrimiento de su hija por los comentarios sexistas y culpabilizadores que recibía de los medios era tal, que no quería ni salir de su casa, ni vestirse, ni relacionarse socialmente, etc.

Los medios de comunicación deberían utilizar ‘el poder’ que les da la palabra ante la pantalla, impresa o ante el micrófono, para contribuir a erosionar los estereotipos de género, y fomentar una reflexión crítica sobre las asunciones sexistas que justifican la violencia de los varones sobre las mujeres y las niñas. Una de las formas más efectivas que se conoce, por no decir la más efectiva, de fomentar el tan necesario cambio cultural y la prevención de la violencia basada en el género contra mujeres y niñas, es a través de los medios de comunicación.

En investigaciones realizadas en España (Lorente Acosta, 2010; Vives, Torrubiano y Alvarez, 2009) y en Asia (Kalantry y Kestenbaum, 2010; Licadho, 2003) entre otras, hallaron que la publicación de los feminicidios en los medios favorecía el efecto “copy-cat” o “efecto imitación”, y a dicha nota le sucedían numerosos casos. Recordemos en nuestro país el ‘efecto Wanda Taddei’, que fue registrado en el Observatorio de Feminicidios como el pico de aumento de femicidios al año siguiente del femicidio de Wanda, y una suba de 2,6% de casos de femicidio por el fuego antes de Wanda a más del 10% de los casos, con posterioridad. La conclusión a la que llegaron los estudios mencionados focaliza en la importancia de mostrar los femicidios conjuntamente con las “sanciones penales” dictadas en feminicidios anteriores. Esto debería realizarse utilizando el mismo tipo de letras en los títulos y ocupando la misma cantidad de espacio y ubicación en el programa o diario que las notas sobre feminicidio. Por supuesto, además, el tratamiento de la noticia debe efectuarse en forma tal de no perpetuar estereotipos de género, de no culpabilizar a la víctima y de centrar la responsabilidad por el feminicidio en el agresor, y en su misoginia. Este tipo de notas deben llevar a una sensibilización de la sociedad sobre este tema, con difusión de la información respecto a la violencia de género, teléfonos y lugares donde realizar las denuncias. Y también, debe servir para “disuadir” a otros potenciales feminicidas mediante la publicación de las “sentencias” ya existentes sobre casos similares. La responsabilidad de los medios de comunicación en la reproducción o por el contrario erradicación de la violencia de género es un tema que ha sido reconocido internacionalmente, desde 1994 con la sanción de la Convención Americana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer “Belém do Pará”, art. 8 letra g, el Capítulo J de la Plataforma de Acción de Beijing producido en la IV Conferencia de la Mujer de las Naciones Unidas en 1995, y en el Convenio Europeo de Estambul, art. 17, con diversas disposiciones hacia los Estados para regular esta relación de los medios de comunicación y la violencia de género.

APU: Lamentablemente, no es un caso extraordinario. Las estadísticas son brutales en el país. ¿Cuántas jóvenes mujeres mueren por año?

CH: No tenemos estadísticas oficiales que nos permitan tener una idea de la dimensión del feminicidio en la Argentina. Esto es así porque hasta el presente, solamente contamos con las estadísticas que recoge el Observatorio de Femincidios “Ariana Marisel Zembrano” de la Asociación la Casa del Encuentro, una ONG de mujeres de nuestro país. Ellas obtienen las estadísticas recogiendo los casos de feminicidio que aparecen en los medios de comunicación, en la prensa escrita de todo el país. Esto significa, que sus cifras son apenas ‘la punta del iceberg’. Aquí vemos también la importancia del rol de los medios de comunicación y de la sociedad, demandando conocer sobre este tema, ya que sin su publicación ni siquiera tendríamos esta información. Hecha esta salvedad, las últimas estadísticas presentadas por la Asociación la Casa del Encuentro indicaron que en 2014 murieron víctimas de feminicidio 277 mujeres, una mujer cada 30 horas aproximadamente. También señalan que por cada víctima directa, existen 6 víctimas indirectas, y que muchos niños y niñas, hijos de estas mujeres, y también hombres adultos que intentan evitar los feminicidios, resultan víctimas de feminicidio. El drama oculto del feminicidio son también l@s huérfan@s que deja el feminicida, quien, en muchos casos pasa a quedar a cargo del cuidado de sus hij@s, por falta de una legislación clara que lo prohíba.

APU: ¿Podría hacer un perfil de la víctima promedio en casos de femicidios? ¿Se puede hacer un perfil del victimario?

CH: Cualquier niña, adolescente o mujer por el sólo hecho de ser mujer, puede ser víctima de feminicidio. Según las estadísticas, la mayoría de las víctimas se encuentran en la franja de edad que va de 19 a 29 años. Atraviesa todas las clases socio-económicas y regiones geográficas.

El victimario puede ser cualquier varón, caracterizado por tener creencias sexistas y misóginas muy arraigadas, que se crea superior a la mujer y considere a la misma un objeto, que debe estar al servicio o a disposición del varón. Si bien ésta es la definición que manejamos, teóricamente deben considerarse variaciones, como por ejemplo, también puede haber mujeres feminicidas, cuando éstas operan como agentes del patriarcado (a decir de Diana Russell, 1992). En esta categoría encontramos por ejemplo a las mujeres tratantes o explotadoras sexuales, que en el ámbito prostibulario asesinan a una niña o mujer que intenta escaparse de la situación.

APU: Cuál es la respuesta del Estado sobre el problema? Hay avances o cada vez estamos peor?

CH: La respuesta del Estado, a mi modo de ver, es tímida. Hay algunas modificaciones favorables como ha sido la tipificación del “feminicidio”, técnicamente se denomina como agravación del Homicidio por feminicidio, a fines de 2012, y ya se han dictado varias sentencias sobre este punto. Este ha sido un avance ya que impide la utilización de defensas jurídicas que en realidad eran expresiones legales del sexismo, como “la emoción violenta” (es decir, la eximición de responsabilidad por culpa de la víctima). Actualmente se está juzgando al señor Mangeri por el feminicidio de Angeles Rawson, y la cobertura del caso, y esperemos la sentencia condenatoria en el mismo, tendrán un impacto ‘docente’ muy importante entre la población. Hay sin embargo una gran ausencia de discursos políticos de altas jerarquías dirigidos a todo el país diciendo: “En Argentina no toleramos la violencia contra las mujeres, no aceptamos que los varones cometan feminicidios”. Los discursos políticos dichos por representantes legítimos y querid@s por la gente tienen un poder inmenso sobre las concepciones y creencias de la sociedad que debería ser utilizado como herramienta para prevenir la violencia y promover el cambio cultural.

En mi opinión la respuesta estatal aún debe ser perfeccionada para estar a la altura de la gravedad del fenómeno que estamos viviendo. Deben existir estadísticas oficiales que incluyan todos los feminicidios, campañas de sensibilización sostenidas en el tiempo en los medios de comunicación para toda población, regulación del tratamiento en los medios de los casos de violencia de género en general, y del feminicidio en particular, educación en género, igualdad de género, derechos humanos de las mujeres y no violencia como curricula obligatoria en todos los niveles de enseñanza desde la primaria hasta la universidad, capacitación permanente a funcionari@s y emplead@s que brindan servicios directos, etc., y todo ello dotado de recursos humanos y dinero suficiente para llevar adelante todas estas actividades, etc. En definitiva, el Estado adeuda a las mujeres que habitamos la Argentina, un Plan Nacional de lucha contra las Violencias hacia las Mujeres, que tome en serio el problema, que incorpore a todos los poderes del Estado y sus instituciones y a la sociedad civil, y que lo encare con voluntad política, con fondos, y participación de la sociedad civil tanto en su diseño como en su ejecución, monitoreo, seguimiento y evaluación.

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