Xarxa Feminista PV
Portada del sitio > ARTÍCULOS, PUBLICACIONES, ENTREVISTAS, Vídeos > Entrevista a Ana Requena Aguilar: “En el feminismo, el discurso de la (...)

Entrevista a Ana Requena Aguilar: “En el feminismo, el discurso de la violencia está mucho más presente que el del placer”

Lunes 23 de noviembre de 2020

June Fernández 18/11/2020 Pikara

Ana Requena Aguilar reivindica en el libro ‘Feminismo vibrante’ el empoderamiento sexual como derecho de las mujeres y como antídoto contra el terror sexual. Hablamos con esta periodista, redactora jefa de eldiario.es, de lo que ocurre cuando una escribe sobre sexo, y también de periodismo feminista, claro.

JPEG - 17.1 KB
Ana Requena Aguilar./ Foto: Marián León, para Roca Editorial

Ana Requena Aguilar, redactora jefa de género de eldiario.es, fue por muchos años periodista de Economía, una de esas secciones que el periodismo patriarcal considera duras. Una anécdota con un vibrador en un aeropuerto la inspiró para escribir Feminismo vibrante. Comentó con amistades esa idea de escribir sobre sexualidad y le dijeron: “No lo hagas. Eres una periodista seria”.

Requena Aguilar es, en efecto, una periodista seria que ha fundado blogs tan transformadorares como Micromachismos y Nidos. Es una de las periodistas serias que impulsaron el movimiento “Las periodistas paramos” en torno a la huelga feminista de 2018. Ejerce como periodista seria cuando escribe sobre brecha salarial y también cuando escribe sobre brecha orgásmica. Porque sabe que expropiarnos de nuestros cuerpos, negarnos el gozo, sancionar nuestro deseo, imponernos el papel de objetos fuera y dentro de la cama, son estrategias de disciplinamiento del poder patriarcal tan duras y efectivas como la violación, el acoso y el discurso del terror sexual..@RequenaAguilar sobre #FeminismoVibrante:

Feminismo vibrante es una crónica-ensayo periodístico que parte de escenas personales y se convierte en gran reportaje cuando se apoya en entrevistas a feministas como Luciana Peker, Catalina Ruiz Navarro, Justa Montero, Beatriz Gimeno o Mónica Quesada Juan. Juntas cuestionan términos que han de ser revisados, como “consentimiento” o “porno de la venganza”, y proponen nuevas palabras para nombrar eso que no estaba siendo nombrado, como el destrato.

Esta entrevista es una adaptación de la conversación que mantuvimos en el canal de Instagram de Pikara Magazine. Ese día, Requena Aguilar había publicado un artículo sobre cómo el reality televisivo La isla de las tentaciones potencia la heterosexualidad obligatoria, la normatividad corporal y el pensamiento monógamo. “Da qué pensar esa exaltación de la exclusividad sexual como valor máximo. Tu pareja no te hace feliz, te trata mal, pero mientras no se acueste con otras personas, todo eso es aceptable y perdonable”, comenta.

En el libro señalas que la disciplina patriarcal no solo se pone en marcha cuando expresamos nuestros deseos sino también cuando hablamos y escribimos sobre sexo. ¿Tú lo has experimentado al publicar este libro?

Aparte de los comentarios babosos, que te lo esperas, hay otro tipo de comentarios que demuestran que el pudor que siento al publicar este libro es por algo. Mucha gente me dice, con buena intención: “¡Qué valiente eres!” Me asusta porque muestra qué fuerte es todavía el tabú. Es un relato explícito pero ni siquiera es tan transgresor… Una feminista me llamó para darme la enhorabuena y me dijo: “No te hacía yo así…”. ¿Así cómo? Te das cuenta de los estereotipos y de cómo influye escribir de sexo en la idea que se hace alguien de ti.

Tu entorno te desanimó a escribir sobre vibradores porque eres una periodista seria. A mí me pasa lo contrario: como soy la Pikara del perreo, siento la necesidad de demostar que soy una periodista seria.

Al final todas nos tenemos que justificar por intentar meter ciertas perspectivas y enfoques, también en los debates en la redacción, aunque nuestras miradas choquen ya menos que antes y haya más periodistas contagiadas. He sentido el juicio de que me he salido del periodismo de sección dura porque estos otros temas dan visitas, porque están de moda.

JPEG - 25 KB
Imagen promocional de ‘Feminismo vibrante’ (Roca Editorial), en el que la autora posa con el libro, portada ilustrada por Paula Bonet

Para muchas lectoras, el hecho leer este libro en el bus o en el metro, con esa portada de Paula Bonet, será un acto de empoderamiento sexual en sí mismo, ¿no?

Sí, para muchas mujeres es una declaración de intenciones. Nos preguntábamos también si las librerías tendrían reticencias en poner el libro en el escaparate. Pero pensé que ahora es el momento de sacar una portada así. Quería llegar especialmente a mujeres no tan militantes en el feminismo a las que les puede enganchar un discurso así porque identifican cosas que les han pasado en su vida. ¡Me escriben para decirme que el libro les ha llevado a sacar el Satisfayer del cajón!

En el libro, tu empoderamiento sexual aparece ligado a la maternidad. Esto rompe algunos esquemas…

La maternidad fue la gota que colmó el vaso en mi experiencia y en la evolución de mi visión sobre las relaciones y el sexo. Hay una idealización romántica de la maternidad, de lo que tiene que hacer sentir y de lo que no puede ser una prioridad. Una puede decir que quiere dejar a su hijo con el padre para irse de copas con unas amigas, pero no se atrevería a decir que lo que quiere dejar para irse a ligar. Pareciera que la maternidad te convierte en un ser asexual, que implica apartar el sexo y el deseo, cuando esto depende de cada persona y de cada momento. Me fastidia el tópico de la MILF [mother I’d like to fuck; madre que me follaría] y también el comentario “Estás muy bien para ser madre”. Como si tu cuerpo ya fuera como de segunda mano… Me rebelo.

En Pikara hemos recibido ataques especialmente virulentos cuando hemos hablado de la maternidad como parte de la sexualidad o cuando alguna feminista ha descrito como sensual la relación entre madre y bebé. Ese enfoque no está presente en tu libro…

Me genera curiosidad porque es ajeno a mi experiencia. He leído cosas y me apetece escuchar e indagar más, pero me cuesta verlo. Me parece bien que seamos libres para que podamos explorarlo, escribir y hablar de ello. Pero me preocupa que la alternativa al mandato de estar dispuesta para todo una semana después de dar a luz —para el trabajo asalariado, para el coito, para la vida social— se base en la romantización y la exaltación…

La activista Justa Montero dice en el libro que la violencia y el placer son dos patas para el movimiento feminista que en las últimas décadas se han descompensado. No coincide con mi vivencia, influida tanto por lo queer (encuentros de posporno, talleres de eyaculación de coños…) como por los activismos de Latinoamérica. ¿Tú sí que percibes que el feminismo español contemporáneo no habla suficiente de placer?

Sin duda, es evidente. En España, el #MeToo coincidió con el juicio de La Manada y esa explosión generó una presencia del discurso sobre la violencia sexual muy necesario, de mucha catársis. Ese discurso ha sido un eje vertebrador del feminismo, al que han llegado muchas jóvenes, y se suma a un trabajo potente previo sobre violencia machista. Hay muchos feminismos, pero en el más masivo, para entendernos, el discurso de la violencia está mucho más presente que el del placer.

En el libro muestras que las dos patas están muy unidas. Tanto en el juicio por la violación en grupo de Sanfermines y como en el del asesinato de Nagore Laffage, se culpabilizó a las víctimas por irse con desconocidos.

Le di muchas vueltas a esto durante el juicio de “la manada”. Con buenas intenciones, se la disculpaba a ella: ¿cómo iba a desear una mujer de 18 años irse con ellos a un portal a tener sexo? Claro que una mujer puede desear tener sexo con cuatro desconocidos. Lo que convierte ese hecho en violencia sexual es que se quiebre su voluntad. Como planteaba tu reportaje, a lo mejor yo puedo imaginar esa escena pero luego digo que no así. No caigamos en el paternalismo ni en estigmatizar a las mujeres por sus deseos.

Dedicas un capítulo a cuestionar el término “consentimiento”. Propones como alternativa hablar de consenso.

Sí, me encanta de hablar de deseo, pero lo cierto es que en relaciones consentidas una o uno puede hacer algo sin deseo y con capacidad de decisión. “Consenso” me parece un verbo más mutuo, no es un “yo me dejo” sino que todas las partes son sujetos.

Otra metáfora que utilizas es que el patriarcado nos clava a las mujeres un cilicio en el muslo. El discurso machista culpabiliza a las mujeres de no hablar claro, de no dar un sí o un no lo suficientemente contundente. ¿Es posible con ese cilicio apretando?

Las mujeres tenemos que asumir nuestra responsabilidad, decir lo que queremos, lo que no nos gusta. Si somos sujeto de deseo, lo somos para todo. Estamos cohibidas porque claro que hay miedo, porque hay mucho juicio social. Tenemos tan poco explorado nuestro deseo que nos cuesta conectar con él. Y cuando conectamos con él, a menudo cuestionamos esos deseos: ¿se puede ser feminista y desear eso? Vamos a tener cuidado con no crear tampoco otra disciplina. El deseo tiene que ver mucho con lo que nos turba y nos perturba. Hablar entre nosotras de sexo nos va ayudar a guiarnos en ese camino.

Cuentas en el libro cómo ese cilicio amarga incluso placeres cotidianos como comer un helado por la calle. ¡A mí me pasa con el plátano!

Me han escrito varias mujeres hablándome de los plátanos. Una chica me contó que en el trabajo nunca se había atrevido a comerse un plátano entero; se lo cortaba con cuchillo y tenedor para evitar las miradas de sus compañeros. Da cuenta de cómo se nos sexualiza.

Hablando de placeres, celebras que el éxito del Satisfayer ha roto el tabú de la masturbación femenina. Se pone el grito en el cielo sobre lo mal que está la juventud, pero yo me enteré de la existencia del succionador de clítoris gracias a mi prima veinteañera.

No me gusta el discurso de que lo que viene siempre es mejor, pero tampoco la idea tan manida de que la juventud es supermachista. Se les culpabiliza de tener modelos de relaciones basados en los celos y en el control. ¿Acaso ha habido un cambio estructural, significativo, en las generaciones anteriores como para echar en cara a los jóvenes que están dando un paso atrás? Yo creo que no, y la prueba es “La isla de las tentaciones”.

En el libro propones hablar de destrato, diferenciándolo del maltrato. ¿Qué potencial le ves?

Es un concepto latinoamericano. No lo he inventado yo. Pone palabra y sentido a muchos comportamientos que tienen una raíz parecida a la de la violencia. Hay riesgos en definir todo como violencia. El ghosting, por ejemplo, cuando alguien desaparece abruptamente de tu vida, no es violencia pero eso no le quita importancia. Todas las mujeres tenemos sensaciones de que algo nos ha pasado en muchas relaciones y no le hemos podido poner nombre.

Hablas de todas las mujeres… El único problema que le veo al libro es que el sujeto de referencia sobre el que universalizas es una mujer cis, heterosexual o heteroflexible. No haces referencia a cómo intervienen en la sexualidad y la violencia otros ejes de poder como el racismo o el capacitismo.

Sí, admito totalmente esos sesgos. Fui consciente y estuve a punto de poner un aviso, pero me puse a escribirlo y me parecía que podía ser peor, que era como disculparme y ya. No habría podido abordar algunos de esos temas en los plazos que tenía lo suficientemente bien como para colmar mi autoexigencia.

Sí que abordas de soslayo la gordofobia cuando hablas del placer de comer…

Sí, intento hablar de goce en sentido amplio. Este feminismo del goce también reivindica comer el postre y repetir sin sentirte mal, disfrutar sin pensar en la celulitis. Todas aprendemos a sentirnos mal con nuestros cuerpos; los cánones de belleza están conectados con la brecha orgásmica porque te sientes menos merecedora de placer y de derechos.

Hablemos un poco de periodismo. Decías en una entrevista en El Salto: “Me rebelo contra la idea de que el periodismo feminista es activista”. En Pikara nos respondimos que igual el problema es el estigma que pesa sobre lo militante y que todos los medios hacen activismo, ya sea a favor o en contra del statu quo.

Influye mucho de dónde venimos cada una. Desde el periodismo diario, currando en una sección como Economía, yo me veo más en el papel de reivindicar que no tenemos un sesgo que nos impida cumplir con nuestra labor periodística: ser rigurosas, coherentes, criticar si tenemos que criticar… Voy por ahí. Pero sí, el periodismo feminista ha sido mi manera de vivir, de hacer y de explorar el feminismo.

Yo siento que mi implicación personal era muy distinta cuando escribía sobre ciencia en un diario que ahora que escribo en Pikara sobre temas conectados directamente con mis inquietudes personales y políticas.

¿Pero no es una parte fundamental del periodismo esa convicción de que tu trabajo puede transformar algo? Esa vocación también puede ser conservadora y reaccionaria. Yo en Economía sentía que tenía que encontrar un hueco ahí para incluir mis preocupaciones, no quería limitarme a dar los datos del paro. Eso me hizo llegar a muchos temas que luego han sido muy importantes en mi feminismo y en mi periodismo, como el de los cuidados.

Pregunta Rocío Niebla en Instagram: ¿Cuándo escribe una madre trabajadora y cómo?

No lo sé, sigo sin saberlo. (Risas) Yo creo que con mucho cansancio y claramente con mucha ayuda, y con dinero también. Si tienes un buen sueldo puedes cogerte una excedencia, una reducción de jornada o contratar a alguien. Me preocupa caer en la imagen de superwoman. Esto es a costa de algo, de un sacrificio, de que otra gente cuida de mi hijo. Si no, yo claro que no podría escribir.

En Pikara nos preguntamos en qué se traduce poner los cuidados en el centro del periodismo y hacerlo compatible con la vida. ¿Cómo lo estáis trabajando en un medio grande como eldiario.es?

Eso es de lo más difícil, es una perspectiva feminista que queda entre nosotras, esa noción de que, además de cambiar enfoques, hay que pensar en cómo lo hacemos, en las dinámicas dentro de la redacción… La idea de periodista está construida sobre la disponibilidad veinticuatro horas, sin poder reivindicar el derecho a tener una vida propia. Yo intento predicar con el ejemplo: tratar bien a la gente con la que trabajo, vigilar las maneras en las que trabajo, transmitir la necesidad de cambiar esos valores. En Pikara es distinto, porque todas las que coordináis el medio estáis muy convencidas de esa necesidad, aunque luego sea difícil aplicarlo.

Para terminar, ¿algún fruto dulce y jugoso que te hayan dado el blog Micromachismos y el de Nidos?

¡Me estabas diciendo el fruto jugoso y pensaba que me ibas a preguntar algo sexual! ¡Qué bajón! (Risas). Con Micromachismos estoy orgullosa de que hemos entrado en el mainstream, hemos contribuido a crear una conversación mucho más normalizada sobre estos temas, gracias también a vídeos como el de “A mí también…”. Dos o tres tíos escribieron relatos bastante honestos revisando sus propios actos, eso me parece interesante. En Nidos, estoy muy contenta de haber incorporado un formato que reivindica la primera persona, la vivencia propia como un punto de partida válido periodísticamente y a veces más propicio para hablar de algunas cosas como el aborto espontáneo y las pérdidas gestacionales, como han hecho Paula Bonet o Luna de Miguel. El libro El vientre vacío de Noemí López Trujillo se inició con un reportaje en Nidos. También hemos dado mucha caña al tema de la lactancia… Me gusta provocar.

Me encanta el título de una ponencia del colectivo feminista antirracista Garaipen, “Por un activismo que nos moje las bragas”, que contrasta con una pancarta que vi un 8-M en Madrid de machistas infiltrados, “Menos batucadas y más barricadas”. Para compensar el bajón de antes, terminemos así: ¿Qué te moja a ti las bragas?

[Risas] Ese sí que es un gran final. ¿Qué me moja las bragas? Un helado de pistacho. Me encanta recrearme en el encuentro que voy a tener con alguien, calentar ese momento para mí y tal vez con esa persona. Una comida rica. Un buen vino. También me encantan los olores. Y soy de invierno. Llueve, hace frío y estoy desnuda dentro de la cama.

Comentar esta breve

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0