Xarxa Feminista PV
Portada del sitio > ARTÍCULOS, PUBLICACIONES, ENTREVISTAS, Vídeos > Entrevista a Ana Camargo, activista por los derechos de las empleadas (...)

Entrevista a Ana Camargo, activista por los derechos de las empleadas domésticas: “Los cuerpos femeninos migrados son la mano de obra que sostiene el bienestar de la sociedad"

Domingo 29 de septiembre de 2019

“Hay una similitud entre el extractivismo y el cuerpo de la mujer para sostener el Estado de bienestar de este país”

JPEG - 34.9 KB
Ana Camargo, activista por los derechos de las empleadas domésticas. Ilustración: Diana Moreno

Nueva entrega de las entrevistas Con Acento, de la Fundación porCausa. En este ocasión, hablamos con Ana Camargo, activista por los derechos de las empleadas domésticas: “Los cuerpos femeninos migrados son la mano de obra que sostiene el bienestar de la sociedad"

Natália de Oliveira Ramos / porcausa.org 26 septiembre 2019 La Marea

Perú, 1991. Disgustada con el gobierno de Alberto Fujimori, Ana Camargo decidió mudarse a Madrid. Ella dibujaba un futuro con posibilidades de desarrollo. Era graduada en Psicología y el idioma no sería un problema a la hora de trabajar. Además, la población peruana estaba entre los tres colectivos foráneos con mayor crecimiento en España. Con este contexto, Camargo se subió en un avión. Al tomar tierra, se daba cuenta de una paradoja: estaba capacitada para trabajar en su campo, pero el sector del servicio doméstico era el que más posibilidades ofrecía. “Los cuerpos femeninos migrados son la mano de obra que sostiene el bienestar de la sociedad», afirma Camargo.

Ser mujer y migrante, la feminización de las migraciones genera otro fenómeno dentro del sistema capitalista: la maternidad transnacional –la epitome del desamparo público hacia las trabajadoras del hogar–. Dentro del colectivo, ser una madre migrante es vivir en permanente contradicción. Es llegar a un nuevo país en busca de mejores condiciones de vida y depararse con la burocracia del mercado laboral. Es separarse de sus hijos y cuidar del hijo de otros. Es envejecer sin derechos y cuidar para que otros envejezcan con calidad.

“Las mujeres cuando migran siguen manteniendo sobre ellas las funciones tradicionales de género y se espera que los siga ejerciendo a la distancia. Son funciones reproductivas y económicas. Además, con sus remesas, sostienen a sus familias en los países de origen: la escuela, la sanidad, los gastos personales… Es una sobrecarga tremenda. No obstante, ellas siguen ejerciendo este papel. Es un gran acto de ejercicio político que están haciendo a nivel micro”

En sus países de origen son las cabezas de familia, las responsables de sacar adelante un modelo familiar formado tras el desamparo paternal. Ante este escenario, la emigración se presenta como la alternativa más acertada. En las palabras de Camargo, “migramos para huir de la realidad de nuestros países”.

Camargo trazó el mismo destino. Con la diferencia de que, tras 5 años como empleada del hogar, logró reinsertarse en el mercado laboral como psicóloga. Ella, que se considera activista desde el “día 1” en la capital española, actúa como una de las voces en la Asociación Amalgama y la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España. Entre todos los derechos por los que sigue luchando, iza la bandera por las madres y migrantes, que trabajan en precaria situación laboral y sin respaldo del Estado para reagruparse con sus hijos.

La activista subraya sus casi tres décadas de reivindicaciones. Ella habla de las consecuencias de la maternidad transnacional y sobre los papeles femeninos en la sociedad contemporánea y neoliberal. La “ineficacia de la legislación española” encabeza su lista de exigencias de cambio.

Usted dice que hay una mirada europeísta hacia las migrantes. ¿Es muy distinto al tratamiento a la mujer en sus países de origen?

Yo tomo conciencia sobre la mirada colonial cuando estoy aquí en España. No era tan consciente de estas lógicas que se reproducen en nuestros países. Es como trabajadora del hogar que tomo conciencia. En Latinoamérica está naturalizado ver a las mujeres indígenas y campesinas en estos trabajos, por ejemplo.

En Perú era muy común que dijesen a las mujeres del pueblo: «Dame tu hija que la cuido». Pero las niñas terminaban siendo las empleadas. En el mejor de los casos, las dejaban ir a la escuela en el horario vespertino. Eso también se ha dado aquí (en España) con las mujeres del campo. Son lógicas que perviven en el tiempo.

¿Cree que ha habido en los espacios de trabajo un cambio desde que llegó a España?

No cuestiono a las personas –empleador y empleado–. Hablo de las lógicas sostenidas por el Estado. Es decir, si hay un Estado que permite que las trabajadoras del hogar no disfruten de plenos derechos, lo que hace es sostener un sistema desigual, que no permite un marco de relación y de negociación. Porque las trabajadoras del hogar siguen estando en un régimen especial, aunque se les haya incorporado en un régimen general a medias.

¿Qué quiere decir con «a medias»?

Para que las mujeres migrantes puedan gozar de derechos como cualquier otra trabajadora, hay muchas limitaciones burocráticas y costosas. Uno de estos obstáculos es lo de no poder acceder al sistema de desempleo.

¿Por qué eso se mantiene? ¿Qué sostiene esta lógica?

Hay una similitud con el extractivismo de nuestra tierra y el cuerpo de la mujer para sostener el Estado de bienestar de este país. Tomemos como ejemplo los cuidados a los ancianos. Con un sistema de pensiones bajo, es mucho más barato trasladar los cuidados sobre los cuerpos de mujeres migrantes, vulnerabilizadas y con menos derechos.

¿Cuál es el principal obstáculo para el ejercicio de la maternidad transnacional?

La distancia en sí mismo es un obstáculo. La separación, que aunque se da. no impide que ejerzan la maternidad. Las políticas migratorias hacen cada vez más difícil la consecución a la unidad familiar. Las madres, cuando piensan en agrupar sus familias, tienen que enfrentar un proceso muy largo.

Lo que les pasa a las mujeres es un indicador de lo que pasa con las migraciones en general. Importan sus cuerpos como mano de obra para sostener este sistema capitalista en que se insertan estos puestos de trabajo, que son penosos, difíciles de conciliar, con salarios bajos y una precariedad laboral bastante alta. Cada vez se necesitan más cuerpos en estas condiciones. Estas son las lógicas del sistema capitalista.

¿Cómo son vistas las mujeres dentro de este modelo por la sociedad?

Ese sentimiento que tiene la madre, de ser una ‘abandonadora’, de que no les presta la atención necesaria a sus hijos es real. No solamente porque ellas lo sienten, es también el espejo social que se proyecta hacia ella. Hay esta mirada patriarcal de que tienen la obligación que seguir produciendo las funciones tradicionales de género. Sin embargo, si a los hijos se los trae a España cuando son pequeños, es más difícil conciliar. ¿Mientras te ocupas del hijo de los demás, quien se ocupa del tuyo?

A mí me da la sensación de que los padres que migran son una especie de ‘héroes’, que se sacrifican por el bienestar de su familia.

(El machismo) es muy histórico. Está muy penetrado en nuestras estructuras. Es como si la mujer no tuviera el derecho al disfrute. Tiene que proyectar una imagen doliente, sufridora. Hay un control social tremendo. Como si el disfrute no fuera un derecho.

¿Cómo se podría revertir la situación en beneficio de las mujeres migrantes?

Hay que generar espacios y proyectos para que las mujeres no se sientan tan culpabilizadas. Cuando le das una dimensión política, ellas se empoderan, se sienten capaces de transformar las relaciones con sus propias familias y también con el sistema. Pero hay que afrontar algo más macro: la política migratoria y la Ley de Extranjería. De la manera que están impide a la mujer a desarrollarse.

Por cierto, ¿y quién cuida de las cuidadoras y empleadas del hogar?

El hecho de que las mujeres estén en el proceso migratorio no las excluye del derecho al cuidado. Mientras ellas se van haciendo mayores, ya no son atractivas para el mercado laboral. La mayoría no va a acceder a una pensión. Luego, tenemos mujeres empobrecidas. Desde esta lógica, las mujeres migradas no pueden enfermarse, jubilarse. Es un sistema capitalista – neoliberal insostenible.

En España ya se habla de que el sistema de pensiones es insostenible. Si se está cuestionando estos derechos para estas sociedades, imagínate para los trabajadores que se están insertando. Por eso se plantea que este modelo –capitalista– es contra la vida.

¿Cree que se acerca el momento para que el Gobierno español firme el Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189)?

Intento ser optimista. Estamos pasando por un cambio de Gobierno. Es un camino largo todavía. Ha habido pequeños avances y retrocesos. Pero veo que hay una fuerza de las comunidades migrantes que van haciendo una toma de conciencia. Con todas sus precariedades y vulnerabilidades, se está articulando un movimiento que busca defender sus derechos.

Mientras tanto…

No aceptaremos este sistema en que la minoría siga siendo machacada. Al fin y al cabo perjudica a la sociedad como un todo. Quiero enfatizar esto porque si no lo vemos así, no seremos capaces de generar alianzas y se va a dejar que se sigan las vulneraciones de derechos. Es un equívoco pensar que el bienestar de la sociedad depende de las mujeres migrantes. Sin derechos garantizados, a la larga, eso se convertirá en un malestar general.

Con Acento es una sección creada por porCausa para visibilizar a mujeres de origen culturalmente diverso.

Comentar esta breve

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0