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¿Emprendimiento de mujeres o emprendimiento feminista?

Martes 9 de junio de 2015

economía solidaria 31-05-2015

Nace la Red de Economía Social Feminista

Nos encontramos en un momento en que, ante la incapacidad del Estado de fomentar la creación de empleo, se ha puesto muy de moda las consignas: “Háztelo tu misma”, “Emprende”. Esto no es nuevo. En los planes de ajuste estructural de los años 80 y 90, la creación de las cooperativas y pequeñas empresas dirigidas a mujeres estaban entre los objetivos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, igual que ahora lo están entre las medidas puestas en marcha por el Fondo Social Europeo.

Sin querer entrar en más detalles acerca de los intereses que pueden estar motivando estos planes, esto nos lleva a la pregunta: ¿Es malo que se fomente el emprendimiento de mujeres, en sí? La respuesta es “No, pero…”

Generar tu proyecto laboral, es un camino apasionante, y más si se hace en el marco de la Economía Social y Solidaria, ya que el hecho de que sea una apuesta de emprendimiento colectivo, y no individual, da sostén al proyecto y empoderamiento a quienes forman parte del mismo, en muchos sentidos.

No obstante, no podemos pasar por alto la condición de que emprender es difícil, y más siendo mujer: al hecho de tener más dificultad de acceso al crédito, se suman, en muchas ocasiones, la falta de experiencia en las negociaciones, el desconocimiento del tiempo que es necesario dedicar al proyecto y que acaba dificultando en ocasiones el desarrollo de la vida personal, las ensoñaciones acerca del “hecho emprendedor” que impide ver la realidad de preocupaciones de todo tipo que suelen acompañar los inicios, la falta de referentes de “emprendedoras diferentes” y un largo etcétera.

Como feministas, nos empezaba a alarmar el hecho de que muchas mujeres, en situaciones cada vez más precarias, estuvieran dispuestas a arriesgar los pocos ahorros que tenían, o a endeudarse, por el mensaje de “crea tu propio negocio”.

Y ante esto, nos preguntamos qué podíamos hacer

Se nos ocurrieron dos respuestas. Una consistió en compartir nuestra preocupación: desde diversas plataformas como DRIADAS o el Mercado Social de Madrid, y tratar de ponernos de acuerdo como entidades que ofrecen asesorías, tanto en advertir de los peligros como en compartir nuestros saberes con las mujeres que llegaran al emprendimiento de nuevas. Este asesoramiento trataba de aflorar todos los conflictos con los que podían encontrarse a corto y medio plazo.

La otra fue liderar la creación de una Red de Economía Social Feminista que pudiera dar soporte a estos proyectos, una vez iniciados. En este momento, a menos de seis meses de la creación, una veintena de entidades formamos parte de la Red.

A través de ella, tratamos de cumplir dos objetivos. En primer lugar, poner en valor los proyectos liderados por mujeres feministas, a través de visibilizar, aunar y conocer los mismos. Y en segundo lugar, crear un espacio que permita poner en común los recursos con los que contamos, para fortalecer nuestros proyectos y crear sinergias entre nosotras.

Por lo tanto, emprendimiento de mujeres sí, pero… siempre que sea una decisión reflexionada y mucho mejor si es feminista.

Esto nos lleva a otra pregunta que nos ha acompañado en esta andadura:

Economía Social y feminismo, ¿es lo mismo?

La Economía Social y la Economía Feminista son aliadas naturales ya que, en la base, comparten muchos de sus valores. Por ejemplo, favorecen un reparto justo y equitativo de ingresos; y favorecen un consumo responsable y poner a las personas en el centro.

Desde la Economía Feminista, además, se ha insistido mucho en el análisis que permita la democratización real de nuestras organizaciones, que pasan por poner el acento en las tareas dirigidas a los cuidados de la vida, a su valoración y a su visibilización. Cuando hablamos de “poner la vida en el centro”, nos estamos preguntando por quiénes, cómo y cuándo se hace.

O todas o ninguna

Y es feminista también porque no nos planteamos la ecuación de “nosotras o las otras”, sino el deseo de “nosotras y las otras”, o el imperativo de “o todas o ninguna”. La cooperación entre todas está en el corazón de nuestra actividad, tratando de llegar a un horizonte común de vida digna, o Buena Vida.

Para ello, entendemos que es necesario, no sólo generar ingresos, sino tratar de “decrecer” las esferas de consumo, para aumentar la soberanía sobre nuestras vidas y decisiones. Nuestro objetivo como mujeres feministas, pertenecientes a entidades de la Economía Social, se encuentra tanto en despatriarcalizar nuestras vidas como en, también, descapitalizar nuestras relaciones y prácticas.

En esta andadura, no exenta de conflicto, son muchos los apoyos que hemos encontrado en la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS), cuyo Congreso en Zaragoza auspició nuestra creación, como en el Mercado Social de Madrid, donde se han facilitado espacios para reflexionar en común y cuya Feria supone, año tras año, un empujón para muchas de nuestras entidades y proyectos. En el marco de esta Feria, que se celebra el 13 y 14 de junio, se realizará una actividad dirigida a mujeres emprendedoras bajo el título “¿Cómo financiar nuestros proyectos?”

Nuestro deseo está en seguir fortaleciendo esta relación de reconocimiento y crecimiento conjunto a través, por lo pronto, del intercambio de miradas.

Por último, repitiendo una consigna de nuestras compañeras de REAS Euskadi: “La economía será feminista o no será solidaria”. Es necesario sumar esfuerzos para que nosotras y las que vienen detrás, las nuevas emprendedoras del entorno social, se encuentren cada vez con menos obstáculos y con mayor bienestar y seguridad en sus vidas.

Por Alicia Rius, socióloga y socia de Tangente, entidad del Mercado Social de Madrid

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