Xarxa Feminista PV

El primer Tribunal Popular Feminista

Domingo 13 de noviembre de 2022

MARTA NEBOT 13/11/2022 Público

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unión en Barcelona del primer Tribunal Popular Feminista

Amanecer en Barcelona siempre me resulta emocionante. El cielo aquí es de otro azul, parece que está más arriba, huele a mar aunque no lo veas y las gaviotas gritan a lo lejos, como en todos los sitios con playa, solo que aquí la sociedad civil está más viva o, al menos, hace más cosas a las que me invitan.

Esta vez me he sumado al primer Tribunal Popular Feminista que pretende denunciar la situación de las madres protectoras.

Un puñado de activistas, abogadas, académicas, terapeutas y esta periodista se reúnen para sacar conclusiones sobre si el estado hace suficiente por proteger a l@s niñ@s que sufren agresiones por parte de sus progenitores o si está siendo cómplice de estas violencias, después de escuchar a cinco de estas madres (dos en la sala, una en Canarias, otras dos desde el extranjero).

La Madre 1 –porque ninguna da su nombre y algunas ni su cara ni su voz por miedo– termina su relato reconociendo que de haber sabido lo que le esperaba no habría denunciado y se lo habría contado a todos sus conocidos desde el minuto cero. Cree que la vergüenza y pretender proteger la intimidad de su hijo le ha costado muy caro.

La Madre 2 cuenta que, mientras el padre de sus hijos tenía una orden de alejamiento de su hija mayor, se le entregaba al pequeño en pernocta. Finalmente le quitaron la custodia de sus dos hijos a favor del padre, a pesar de que se probó que éste había agredido sexualmente a la niña. Les ve solo una o dos horas a la semana. Viven con él sin seguimiento de ningún tipo. Lleva tres años y medio sin estar con ellos a solas. Cuando le iban a permitir por primera vez un paseo, fuera del punto de encuentro, un poco de intimidad después de tanto tiempo, el padre de los niños presentó un escrito alegando que ella tenía un novio agresivo. Los paseos se suspendieron automáticamente sin llegar a producirse. Ella no tiene novio ni agresivo ni pacífico.

La Madre 3 no fue capaz de explicar mucho. A su hija de dos años no le encuentran el himen y sí la vagina dilatada y herida, pero la custodia sigue compartida. Las heridas empeoran cada vez que la niña va a ver al padre.

La Madre 4 contó que denunció agresión sexual y física a su hija por parte del padre y violencia de género contra ella, porque "nos atacó en la calle y casi nos mata". Los informes de la asistencia social desde el primer momento la criminalizaron y sus frases fueron cortadas y pegadas por el resto de informes, produciendo lo que llama "una bola de nieve". Huyó a su país, Rusia, dónde consiguió abrir procedimiento judicial: lo más difícil. Se trata de un país sin legislación contra la violencia de género, un país en el que hay contabilizadas más de 15.000 mujeres asesinadas por sus parejas. "Esto es una guerra", describe. Pero funcionó el ruido mediático que hizo y, una vez abierto el proceso, fue imparable porque "aquí no se aplica el SAP" (el síndrome de alienación parental) y porque "las herramientas criminalistas soviéticas son buenas". En Rusia dan por probadas las agresiones sexuales contra su hija con la exploración que le han hecho y con el vídeo de las que se le hicieron en España. Tienen al padre en busca y captura pero España no colabora para su entrega. Aquí es ella la perseguida.

La Madre 5, desde Suiza, nos heló todavía más la sangre con su relato con secuestro de sus hijos por parte de unos encapuchados que agredieron a la abuela de los niños, que los cuidaba en ese momento, incluido. Cuenta también que, antes de huir del país, el padre le dejó en el contestador una canción alabando a Bretón, el asesino de Córdoba, y no consiguió ni que le peritaran el teléfono. Añade que en Suiza tampoco hay leyes específicas contra la V.G. pero que "todos hacen bien su trabajo" y que todos "los informes son compartidos" por todas las administraciones involucradas, impidiendo posibles errores y omisiones, produciendo informes más objetivos, colectivos y contrastados sobre quién cuida y quién no.

Nuestra sentencia, la de este Tribunal Popular Feminista, cerró el acto señalando a todos los implicados en esta violencia institucional, en tanta incompetencia y/o mala fe, en todos los involucrados en estas pruebas irrefutables de sistema fallido.

Y mientras todo esto pasaba, desde el estrado, podía ver las caras de las mujeres del público que medio llenaban la sala central del Centro Social de las Cocheras de Sants. Vi a varias de las organizadoras de este evento, montado a pulmón por Novembre Feminista, PlataformaYosítecreo y Ca la Dona limpiarse las lágrimas, al público conmocionado y a la encargada de la imagen y de las videoconferencias con su hija de tres años de la mano, en brazos o colgada del cuello, mientras hacía su trabajo y, claro, todo junto me dio que pensar.

Pensé en cuánto necesitamos una justicia feminista, una que nos trate igual a unos y otras, y sí, alguien tendrá que reparar a estas madres destruidas, a estos niños abandonados. Pero, más allá de esto tan necesario, sentencié que necesitamos parar estas torturas.

Luego, en petit comité, tras los aplausos y las emociones, tras la alegría de la unidad, de la compañía en mitad de la tempestad, varias me contaron que hay juzgados donde todo el mundo sabe que las madres que allí acuden siempre salen mal paradas, que lo saben hasta los Mossos d´Esquadra, que, inexplicablemente, no lo denuncian, como no lo hace el observatorio de igualdad del propio Consejo General del Poder Judicial.

Un poco más tarde, en las cañas, nos propusimos buscar a las víctimas que ya no están en sus manos, a las que les padecieron hasta que sus hijos cumplieron 18 años. Nos compinchamos para elaborar informes que demuestren los secretos a voces que el corporativismo imperante está ignorando. Juntas seguimos y seguiremos confabulándonos para continuar siendo esas brujas que creen que somos, pero sin los poderes mágicos que nos atribuyen de manera inexplicable. No, los niños no dicen barbaridades de sus padres porque las madres se lo pidan. No tenemos esos súper poderes. El único poder que tenemos es el de la autoorganización, el de todas a una, el del amor y sus hechos y, cuidado, vamos a seguir usándolo.

En el tren de vuelta, escribiendo este artículo, confirmo que ha sido un día emocionante.

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