Jueves 17 de abril de 2025
La prensa italiana hace examen de conciencia para desprenderse de estereotipos y eliminar prejuicios machistas de las noticias sobre violencia de género
Barbara Celis Roma , 14/04/2025 CTXT
¿Cuánto pesan las palabras? ¿Y hasta qué punto influyen en nuestra percepción de la realidad? ¿Qué piensas cuando lees “el feminicidio es una tragedia”? ¿Y cuando escuchas “la maté porque la quería demasiado” o “era un chico educado y amable, nunca pensé que podría hacer algo así”? Italia se enfrenta estos días a una lluvia de titulares relacionados con los feminicidios de dos estudiantes que no están exentos de frases como estas, aunque, afortunadamente, la prensa está cambiando y, si bien todavía se escriben barbaridades, los periódicos italianos intentan voluntariamente reflejar la toma de conciencia de una sociedad que permaneció adormecida frente a este tipo de delitos hasta noviembre de 2023, cuando la muerte de Giulia Cecchettin, otra estudiante asesinada por su exnovio, sacó por primera vez a la calle a miles de italianas para decir “basta ya”. (El equivalente en España a ese clamor popular sería lo ocurrido tras la sentencia contra ‘la manada’ en 2018).
Desde el asesinato de Cecchettin, Italia ha permanecido inmersa en un debate que está agrietando poco a poco los sólidos cimientos de un patriarcado que lo impregna casi todo. Los datos no mienten: el Global Gender Gap Report 2024, que el Foro Económico Mundial utiliza para medir la paridad de género en 146 países, sitúa a Italia en el puesto 87º frente al 10º de España. Es decir, aún hay mucho por hacer en cuestiones de género y la prensa, tras siglos justificando el feminicidio con narraciones que culpabilizaban a las mujeres, ha empezado a hacer examen de conciencia, corrigiendo, despacio, sus errores.
“La información tiene un potencial enorme para cambiar la opinión pública. Si yo empatizo y encuentro modos de justificar al agresor, no estoy haciendo bien mi trabajo. Si yo escribo ‘el feminicidio es un problema’ disminuyo su importancia y la responsabilidad de quien lo perpetra. El feminicidio no es ni un problema ni una tragedia. Es un delito y además cometido por personas concretas: exnovios, exmaridos, padres… Los periodistas tenemos la responsabilidad de contar la historia siguiendo reglas que contribuyan a luchar contra prejuicios y estereotipos y que ayuden a comprender la responsabilidad del feminicida o del maltratador y no a culpabilizar a la mujer víctima de su violencia”. Lo explica para CTXT Mimma Caligaris, una de las periodistas que ha participado en la elaboración del informe Un año de violencia de género en la prensa 2024, que analiza 3.671 artículos de 25 diarios italianos y que se ha presentado recientemente en Roma.
Su compañera, Flaminia Sacca, profesora de la Universidad de La Sapienza y presidenta del Observatorio STEP, que ha dirigido el estudio, afirma que las mejoras respecto al primer informe, publicado en 2018, aunque leves, son importantes. “Se comienza a vislumbrar quién es el autor de la violencia: en los artículos de 2017 parecía que la violencia era un accidente que les ocurría a las mujeres y no se entendía bien quién actuaba ni por qué. Hoy, al menos en los titulares, empezamos a ver que en la mayoría de los casos es sobre todo la expareja quien ejerce la violencia. Sin embargo, esto depende del tipo de víctima: si se trata de una mujer libre, autónoma o anciana y enferma, vuelve a predominar una narrativa que tiende a empatizar con el feminicida”.
El progreso, no obstante, lleva el apellido Cecchettin. “El feminicidio de Giulia Cecchettin marca un antes y un después para tantas mujeres jóvenes y no tan jóvenes que han encontrado la fuerza de pedir ayuda, pero también para los periodistas, a los que también conmocionó aquel delito y la reacción social. En nuestros primeros informes, en 2018 o 2019, apenas se hablaba de feminicidio, pero en 2024 el 25% de los artículos se refieren a esos delitos mayoritariamente sin romantizar el relato y subrayando la posesividad y las relaciones de poder”, explica Caligaris. Ella afirma que “el periodismo está contribuyendo a un cambio, ante todo cultural, sobre el que se apoya una sociedad que no debería juzgar y, sobre todo, no culpar ni ofrecer explicaciones vacías o, peor aún, sensacionalistas, que terminan generando una interpretación desequilibrada de los hechos”.
Y la política, ¿contribuye a ese cambio? El feminicidio aún no está tipificado como delito en Italia pese a los 15 años de presión de la sociedad civil para que se reconozca. Tras el asesinato de Cecchettin, el gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni se comprometió a que entrara en el Código Penal, algo que se convirtió en propuesta de ley hace pocas semanas, pero unido a penas de cadena perpetua. Es decir, el punitivismo como forma de disuasión en lugar de caminos formativos y educativos que transformen la sociedad. Pero darle un impulso a la educación emotiva y sexual para erradicar la cultura patriarcal es algo de lo que el Gobierno Meloni no habla. Importunaría al Vaticano, cuya visión patriarcal de la sociedad es parte inherente al credo católico. Por eso a menudo el Gobierno –y la prensa– utiliza la violencia de género para hablar de otros temas.
“La violencia de género se utiliza mucho con fines políticos y eso lo refleja el informe. La procedencia del agresor, si es extranjero, es una excusa en numerosos artículos para hablar de inmigración, quitando el foco del verdadero problema: la víctima y la cultura machista que se perpetúa”, señala Sacca, quien ha trabajado en el informe ayudada por muchas estudiantes que, perteneciendo a una generación dominada por la cultura de la imagen, han puesto el acento en cómo se ilustran los artículos: “Esas fotos de parejas felices que a menudo aparecen en la crónica de un feminicidio perpetúan el estigma sobre la mujer, porque nos sugieren que si eran felices juntos, ella tuvo que hacer algo mal para que él la matara”, explica.
El informe propone utilizar fotografías en las que la mujer aparezca como sujeto activo –por ejemplo jóvenes manifestándose contra la violencia de género– y no esas fotos recurrentes donde una mujer se esconde como si estuviera a punto de recibir una paliza. “Hay que huir de esas imágenes que revictimizan o culpabilizan, como el clásico ‘coche con mujer en minifalda al lado’ tan típica en los artículos de agresiones a prostitutas”, añade.
El observatorio independiente STEP, en el que participan la Universidad de La Sapienza y los comités de Oportunidades para la Igualdad del Colegio Oficial de Periodistas y del Sindicato Nacional de Periodistas entre otras organizaciones, nació para analizar diariamente las noticias relacionadas con violencia de género en respuesta al Manifiesto de Venecia en 2017, un documento fruto del movimiento #MeToo con el que los y las reporteras italianas declaraban su intención de promover un lenguaje que respetara la paridad de género en las noticias relacionadas con violencia machista.
En junio se dará un paso más con la aprobación de un nuevo código deontológico de los periodistas (será el primero de Italia en cuyo texto se utilizarán los dos géneros gramaticales), donde un nuevo artículo exige explícitamente que en estas informaciones “no se utilicen expresiones, términos e imágenes que disminuyan la gravedad del hecho o culpabilicen a la víctima”, entre otras recomendaciones clave.
El objetivo es acabar, por ejemplo, con las citas textuales en titulares que favorezcan la empatía con el asesino (“Ella me destrozó la vida”), eliminar los diminutivos (“era un jovencito muy educado”) y, sobre todo, evitar palabras como “raptus”, que aún aparecían en el 3% de las noticias analizadas en 2024 para justificar feminicidios. “Asesinada por su novio en un raptus de celos” es un titular publicado en febrero de 2025. Aún más grave resulta otra cifra: el 34% de las noticias que recurren a la palabra “raptus” lo hacen para describir feminicidios perpetrados contra mujeres con discapacidad o ancianas. “La maté para poner fin a su depresión” o “Le descuentan la pena porque hizo ‘un gesto altruista’”.
Por eso otra de las recomendaciones de las autoras del estudio es también la necesidad urgente de revisar el lenguaje utilizado por la magistratura y fomentar la educación sobre violencia de género en los jueces, ya que solo con el análisis de las sentencias recogidas por la prensa queda claro que en el lenguaje jurídico los prejuicios y los estereotipos siguen siendo el pan nuestro de cada día. “Una sentencia que dice que el asesino tuvo un blackout emocional cuando mató a su expareja, pese a tener un largo historial de maltrato, envía un mensaje equivocado a la sociedad”, afirma Caligaris en referencia a una noticia reciente.
Analizar la violencia de género a través de la prensa es un ejercicio interesante también para entender el tipo de delitos que se cometen contra las mujeres. “La falta de transparencia respecto a agresiones, denuncias y a las sentencias es aún muy alta. Pero los datos que tenemos hablan claro: el uso correcto de las palabras es el primer paso hacia el cambio”, concluyen las autoras.