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Dos millones de mutilaciones genitales femeninas y 13 millones de matrimonios infantiles en la próxima década: las consecuencias del coronavirus

Martes 7 de julio de 2020

Laura Sanz-Cruzado 06-07-2020 Público

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Fotografía de Manuela Milani / Pixabay

La crisis sanitaria dificulta la detección de la violencia que sufren niñas y adolescentes en todo el mundo

"Aunque se suman avances en la erradicación de la MGF y cada año la prohíben más países, la actual crisis podría estar provocando un aumento", denuncia Esteban Beltrán de Amnistía Internacional

La caída de ingresos por la pandemia provocará que muchas más familias opten por dar a sus hijas en matrimonio, dicen desde Entreculturas

La escuela tiene un papel de protección y prevención frente a esos abusos, pero debido a la pandemia 743 millones de niñas han dejado de ir a clases presenciales en todo el mundo

Farida Fadoul Nasser tiene quince años, procede de la República Centroafricana y desde 2014 vive como refugiada urbana en Chad. La llegada del coronavirus le puso en alerta. Tenía miedo a contagiarse, evidentemente, pero también a que la pandemia agudizase el avance de otra pandemia mucho más silenciosa que asola a millones de niñas y adolescentes de medio mundo: la de la mutilación genital femenina (MGF) y los matrimonios infantiles forzados. "Aquí muchas niñas han sufrido mutilación y embarazos no deseados. La educación nos protege de eso. Ahora nos hemos quedado sin escuela y nuestros derechos están en peligro", le contó al Servicio Jesuita a Refugiados (JRS).

Testimonios como el suyo alertaron a las organizaciones que trabajan en defensa de los derechos de las niñas y adolescentes de que el cierre de las escuelas a causa de la COVID-19, unido a la suspensión de los programas de prevención de este tipo de prácticas, los meses de confinamiento y la crisis económica, provocarían un aumento de la violencia y los abusos contra niñas y jóvenes. De hecho, según las estimaciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el organismo de la ONU encargado de la salud sexual y reproductiva, este cóctel de factores podría generar a lo largo de los próximos diez años dos millones de mutilaciones genitales femeninas, trece millones de matrimonios precoces forzados, siete millones de embarazos no deseados y 31 millones de casos de violencia de género que en otras circunstancias se podrían haber evitado.

"Los programas de prevención y escolarización conciencian sobre las consecuencias de prácticas como la MGF. Esto es algo que se ha dejado de hacer por la pandemia", dicen desde Entreculturas

"El cierre de escuelas, la inseguridad económica y alimentaria y la falta de medidas de protección social están asociadas con un mayor riesgo de abuso y explotación infantil, negligencia y violencia de género contra las niñas, matrimonio infantil, precoz y forzado, y prácticas dañinas como la mutilación genital", explica en un comunicado la alianza No Quiero, integrada por las organizaciones Amnistía Internacional, Entreculturas, Mundo Cooperante y Save the Children. Por eso exigen a los gobiernos proteger a las niñas, garantizar su educación y reactivar de forma urgente los programas de prevención de la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil forzado que el encierro y las medidas de distanciamiento físico han impedido continuar estos meses.

El coronavirus, además de frenar estas iniciativas, ha hecho desaparecer de los espacios públicos a las niñas y adolescentes, y eso precisamente es uno de los factores que hace que toda esa violencia de género se descontrole, como indica la directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de Entreculturas, Raquel Martín. "Las violencias hacia las mujeres se dan en casa, en lo privado, en lo oculto. Los programas de prevención y escolarización, junto a los esfuerzos de la sociedad civil y de las propias niñas y mujeres, dan resultados, ayudan a desmontar mitos y conciencian sobre las consecuencias terribles de prácticas como la mutilación genital. Esto es algo que se ha dejado de hacer por la pandemia y ese es el riesgo que se corre", señala.

Y el riesgo no es solo que esos avances se detengan, sino que los fondos y recursos que hasta ahora se destinaban a combatir estas prácticas pasen a emplearse para controlar la pandemia y se acabe retrocediendo en todo lo avanzado, alertan desde No Quiero.

Mutilación genital femenina y matrimonios infantiles forzados, dos prácticas conectadas

El Fondo de Población de las Naciones Unidas calcula que más de 200 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a algún tipo de mutilación genital por razones psicosexuales, culturales, estéticas, religiosas o socioeconómicas. "La mutilación genital femenina constituye una forma de tortura, discriminación y violencia de género que vulnera el derecho a la salud, la autonomía y el decidir de las niñas sobre su sexualidad y reproducción. Aunque el mundo viene sumando avances en la erradicación de esta práctica y cada año la prohíben más países, la actual crisis podría estar provocando un aumento", denuncia el director de Amnistía Internacional, Esteban Beltrán.

Pero la irrupción del coronavirus también hará que aumente una práctica tremendamente ligada a la propia mutilación genital femenina: los matrimonios infantiles. Y es que en tiempos de dificultades económicas es más probable que haya familias que decidan casar a sus hijas para ahorrarse los gastos que implica cuidarlas, lo que supone, en muchos casos, mutilar genitalmente a las niñas para casarlas más fácilmente. Como explica Raquel Martín, "el matrimonio forzado aparece como un ingreso extra para las familias cuando los ingresos desaparecen y con él, también llega la mutilación genital como prueba de que esa niña puede ser casada".

La escuela, vital para detectar la violencia contra las niñas

Los matrimonios forzados no solo conllevan más mutilaciones genitales, sino también más embarazos no deseados y más casos de violencia de género. Es un círculo vicioso que está muy relacionado con el acceso a la educación de las niñas y adolescentes, porque la escuela funciona como alerta social y protección.

El problema es que, para muchas de estas niñas, la COVID-19 ha hecho desaparecer esa protección. Del total de estudiantes que se han quedado sin clases presenciales por la pandemia, casi 743 millones son niñas y, de ellas, más de 111 millones viven en los países menos desarrollados del mundo, según la Unesco. Y esto es lo que más preocupa: la desconexión prolongada de las niñas y adolescentes con esa escuela que les mantiene a salvo. Por eso "es fundamental que los gobiernos inviertan en garantizar que cuando las escuelas vuelvan a abrir, las niñas y jóvenes no queden atrás", pide el vicepresidente ejecutivo de Entreculturas, Daniel Villanueva. Porque quedarse atrás solo dispararía aún más la violencia que sufren estas niñas y adolescentes por culpa de la desigualdad de género y la pobreza que les rodea.

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