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Desmontando el mito del amor romántico

Sábado 14 de febrero de 2015

Para entender las situaciones de violencia en la pareja conviene comprender y reflexionar sobre la construcción de la identidad de género cimentada sobre los estereotipos tradicionales y sobre el mito del amor romántico tan presente en nuestra sociedad, en nuestra cultura y en nuestro imaginario colectivo.

Ana del Pozo (FUHEM Educación) 14-02-2015 elsalmoncontracorriente

La complementariedad y la fusión, que son los rasgos más característicos del mito del amor romántico, implican una entrega incondicional en esta relación “ideal” de enamoramiento haciendo desaparecer los deseos, intereses y necesidades, especialmente, de las mujeres. Esto se convierte en un gran obstáculo para la mujer que deja de priorizar su propio proyecto de vida. Por otra parte, la fusión −a veces tan deseada a un nivel muy primario− niega las diferencias y las relaciones de poder y es aquí donde puede aparecer la violencia. Esa negación inicial de las relaciones de poder hace imposible gestionar el conflicto mediante la explicitación y el diálogo, y la violencia se manifiesta entonces, no sólo como un mecanismo de control al servicio del orden de dominación, sino, precisamente, como la quiebra del mismo.

Algunas expresiones que esconden este mito romántico son:

- “El amor todo lo puede”: que tendría que ver con la falacia de la posibilidad del cambio por amor y con el mito de la omnipotencia del amor y las creencias del tipo “los opuestos se atraen” o “el amor verdadero lo perdona y lo aguanta todo”.

- “El amor verdadero es algo predestinado”: que tiene que ver con el mito de la media naranja, con la creencia de la complementariedad entre ambas personas de la pareja consiguiendo una pasión eterna y con la creencia de que existe un solo amor verdadero en la vida.

- “El amor es lo más importante y requiere entrega total”: es la creencia de que el amor de pareja es incondicional o la visión del otro como única fuente de felicidad.

- “El amor es posesión y exclusividad”: es la idea de que supone una unión estable y, como consecuencia, los celos son parte de la relación y se convierten en un indicador para medir el amor.

¿Por qué algunas relaciones de pareja pueden acabar en maltrato?

Las relaciones de pareja son cada vez más tempranas y cada vez un número más elevado de adolescentes acuden a centros de atención a mujeres maltratadas. Desde mi experiencia como psicoterapeuta, estas jóvenes se sienten muy confundidas, desorientadas y con sentimientos de angustia, pero no saben qué les pasa. Existe poca conciencia entre lo que es saludable y lo que no lo es y hay poco registro e identificación del malestar y la ansiedad.

El sexismo y los estereotipos de género están muy presentes entre la población adolescente española y la mayor dificultad para erradicarlos es que la juventud no es consciente ante la materialización de situaciones sexistas.

Los y las jóvenes conocen el discurso de la no violencia y de cómo se debe actuar y piensan desde el ideal de lo que “se debe” y “no se debe” hacer. Sin embargo, al observar cómo viven sus relaciones sentimentales se puede concluir que no ponen en práctica esa teoría.

La juventud no es consciente ante la materialización de situaciones sexistas

Hay cierta escisión entre lo que se piensa y lo que se siente; se produce una falta de conexión entre la razón (sobrevalorada) y la emoción (infravalorada). Puede existir un modelo racional y lógico de cómo deben ser las relaciones y el amor, pero a la hora de la verdad, en las relaciones que práctica la población juvenil −y la mayoría de las veces no tan joven−, se desean frases del tipo «sin tí no soy nada», «con mi amor haré que cambie», «estamos hechos el uno para el otro», etc.

Desde mi experiencia, en gran parte de Institutos de la Comunidad de Madrid, los jóvenes valoran los celos como una expresión de amor: «si no siente celos es que no me quiere».

En el caso de los chicos, algunos no se encuentran cómodos en esos patrones tradicionales de género o se empiezan a dar cuenta que desde ahí sus relaciones no funcionan y, generalmente, se encuentran en un punto importante de crisis de identidad con difícil solución ya que no encuentran modelos referentes que guíen y marquen un camino a seguir más saludable en lo relacional.

Un hombre que convive en pareja y ya no tiene que ser el “cabeza de familia” entra en la incertidumbre de cuáles deberán ser sus valores y su forma de comportarse y qué debe hacer ante la situación de no tener una mujer que le sostenga emocionalmente. La ignorancia −ante esa falta de referentes− es uno de los factores generadores de inseguridad.

Algunas ideas para prevenir la violencia de género

Desde la educación es importante apelar a la libertad, el respeto hacia “lo otro”, hacia lo diferente -muchas veces rechazado por funcionar como chivo expiatorio donde se coloca y se proyecta lo “malo”- y, por último, valorar de forma positiva la diversidad, entroncando así con los deseos de adolescentes, reconociendo que son más diversas y diversos que los estereotipos que ven y nombran.

Igualmente, dar herramientas a los y las jóvenes para poder incorporar la sexualidad de una forma integral y ofrecer claves para que definan sus relaciones en base a criterios de bienestar, calidad, disfrute, seguridad, igualdad y respeto. Reflexionar con ellos y ellas sobre el modelo romántico de amor y cuestionar la fusión, la pasión sufriente y la media naranja. Transmitirles la importancia de diferenciar entre una persona que genera atracción y una persona a la que se elegiría como pareja (sobre todo para ellas).

Además, poder convertir las relaciones saludables y de buen trato como algo deseable y posible, donde crecemos y todas y todos ganamos. Es fundamental que se comprenda que no es algo que “haya que hacer”, como un debería más en esos mandatos que hacemos propios inconscientemente, sino como algo que se necesita porque todas las personas necesitan querer y sentirse queridas.

Es necesario desarrollar en la población juvenil competencias como el pensamiento crítico

Ante esto, parece evidente la necesidad de nuevos referentes de amor deseables para chicos y chicas y poder analizar críticamente los referentes violentos que se presentan con glamour en el imaginario colectivo.

Considerando esos referentes violentos en los medios de comunicación −el cine, las teleseries y la publicidad− sería fundamental y necesario potenciar y desarrollar en la población juvenil, desde las edades tempranas, competencias como el análisis y el pensamiento crítico para flexibilizar las barreras que nos suponen los adoctrinamientos (sobre todo los inconscientes).

Incorporar los valores positivos asignados tradicionalmente a las mujeres (cuidados, empatía, cooperación, afectividad, espacio privado…) y aquellos positivos atribuidos a los varones (asertividad, espacio público, autonomía…) de manera que alumnos y alumnas se abran a un mundo de oportunidades y vivencias, e incorporen competencias que tradicionalmente pertenecían sólo a uno u otro sexo.

El desarrollo de algunas competencias como aprender a dialogar, afrontar los conflictos de forma positiva -ya que forman parte de la vida cotidiana- y su resolución puede ser fuente de aprendizaje y crecimiento personal, además de una buena herramienta para evitar situaciones de violencia.

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