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Desalojan a los 25 migrantes sin techo de la nave abandonada de Tavernes Blanques

Viernes 19 de febrero de 2021

Desde el ayuntamiento de la localidad no han ofrecido una alternativa habitacional para los 25 jóvenes, en su mayoría argelinos, que se quedarán en la calle a partir de hoy.

Gonzalo Sánchez - Tavernes Blanques | 18·02·21 Levante.emv

A las 08:30 de la mañana de este jueves los 25 migrantes sin techo alojados en una nave abandonada en Tavernes Blanques se han despertado con la Guardia Civil aporreando la puerta. En poco menos de 15 minutos les han obligado a recoger todas sus pertenencias, guardarlas en maletas, y dejar el asentamiento en el que sobrevivían desde hace meses en habitaciones improvisadas con tablas de contrachapado para que las máquinas empezaran a demoler todo el recinto y tapiar las entradas.

La nave, que lleva años siendo un asentamiento habitual para migrantes (en su mayoría indocumentados), ardió el pasado 13 de enero sin lamentar víctimas, pero dejó gran parte de la estructura debilitada y con peligro de derrumbe. Esa es la razón principal por la que el propietario del inmueble ha pedido el desalojo y comenzar con los trabajos de demolición de la estructura, además de tapiar las entradas al recinto.

Dos Guardias Civiles con una máquina para empezar los trabajos de demolición de la fábrica afectada por el incendio Daniel Tortajada

“No somos trastos”

Sobre las 10 de la mañana una veintena de jóvenes argelinos de entre 20 y 30 años, esperaban con sus maletas y bicicletas en la acera cercana a la fábrica. “¿Dónde vamos a vivir ahora? ¿Cómo vamos a comer? No somos trastos, somos personas y no queremos hacer nada malo ¿Qué vamos a hacer ahora?”, se lamentaba Hamou, de 18 años. El desalojo de la fábrica ha dejado a sus 25 inquilinos sin un techo donde pasar la noche y sin más remedio que la calle. Desde el ayuntamiento de la localidad aseguran que ni siquiera tienen constancia del desalojo y, desde el consistorio de Tavernes Blanques no han planteado soluciones ante esta situación, a pesar de que varias asociaciones como València Acull o Federación Unión Africana de España las llevan reclamando desde que se produjo el incendio hace más de un mes.

Desde la Conselleria de Igualdad aseguran que han puesto a disposición de los afectados la red residencial para personas migrantes, pero solo dos personas han aceptado ingresar, ya que muchos de los migrantes se ven limitados por los horarios estrictos y las condiciones que ponen de muchos de estos centros a sus residentes, que les dificultan poder trabajar y llevar una vida independiente.

La mayoría de las personas que sobrevivían en la fábrica lo hacían dedicados a la chatarra, y muchos de ellos han tenido que dejar muchas pertenencias dentro ante la rapidez del desalojo. Es el caso de Hamou, cuyo pasaporte ha acabado entre los escombros de la fábrica, al igual que el resto de sus cosas, ya que no estaba presente en el momento del derrumbe. “Ahora no tengo nada. Solo estamos pensando dónde vamos a poder dormir esta noche”. Otros migrantes aseguran que muchos kilos de chatarra que pensaban vender para comprar comida también se han quedado dentro.

Sin soluciones a largo plazo

Desde la Federación Unión Africana de España, entidad que ha acompañado a los migrantes de la nave durante meses, aseguran que la actuación de hoy no soluciona nada. “Ellos van a volver. Y si no vuelven aquí porque les han tapiado bien todas las puertas entrarán a otra de las naves de la zona. Ni el ayuntamiento ni ninguna autoridad ha venido para ofrecer una alternativa habitacional digna a estas personas, porque a ver dónde duermen o dónde comen hoy”, denuncia Mohamed Mboirick, su portavoz.

Mboirick apunta que “la solución es que se hubiera dado una regularización para estas personas, para que tengan sus papeles, puedan trabajar y alquilarse una habitación en condiciones como cualquier persona, y que no tengan que estar así”.

La fábrica, convertida en asentamiento, contenía en su interior decenas de habitaciones improvisadas que muchos migrantes habían empezado incluso a decorar con muebles, armarios, colchones y todo tipo de pertenencias que ahora han perdido tras el desalojo, que ha derrumbado todo salvo lo que han podido rescatar dentro de una maleta. “La policía lleva semanas viniendo casi cada día. Nos registran, nos piden los papeles y nos hacen de todo, pero nadie ha venido a ofrecernos nada como alternativa”, denuncia Hamou. “Nos han sacado de un sitio que habíamos montado nosotros, donde comíamos, donde dormíamos sin hacer daño a nadie, ha venido una máquina y lo ha reventado todo. Y aquí estamos, fuera y sin un sitio donde vivir”.

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