Xarxa Feminista PV
Portada del sitio > MUJERES EN EL MUNDO, MUJERES: MEMORIA HISTÓRICA > Dejar las armas para hacer jabón: la lucha de las mujeres de las FARC por (...)

Dejar las armas para hacer jabón: la lucha de las mujeres de las FARC por lograr la paz en Colombia

Viernes 30 de julio de 2021

Carmen Blanco Grigelmo,Lucía F. Vargas Y Fundación por Causa 28/07/2021 Pikara

Ante la problemas de reinserción laboral, las excombatientes de las FARC han creado varios proyectos de autoempleo en los que además tratan de integrar los cuidados de sus criaturas

JPEG - 86.5 KB
Un puesto de los jabones artesanos La Marcha. / Foto cedida

Las manos de Doris Higuita o Jasmine -su nombre de guerra- empuñaron durante 10 años un fusil. Hoy, recolectan sábila, cúrcuma, orégano y hierbabuena para hacer jabón ecológico. Ella es una excombatiente de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) que entró en el ejército con 13 años cansada de la inestabilidad y la violencia en Peque (Antioquia), su lugar natal. Jasmine junto con otras excombatientes impulsó el proyecto La Marcha: jabón artesanal, donde apuestan por la paz haciendo jabones naturales que ellas mismas cultivan en la vereda Godó, en Dabeiba (Antioquia). “Nuestro objetivo es lograr una economía autónoma para las mujeres y demostrar que somos capaces de salir adelante”, afirma.

Vídeo: Jasmine, excombatiente de las FARC

Después de 50 años de guerra parecía que en 2016 por fin llegaba la paz a Colombia. Sin embargo, no está siendo así. Son muchas las voces críticas hacia el Gobierno de Iván Duque que piden que la implementación del proceso de paz sea una prioridad. Además, los obstáculos se multiplican en lo que se refiere al enfoque de género, que se ha revelado fundamental, tal y como pone de relieve ONU Mujeres Colombia: “No se puede aspirar a una paz social en Colombia sin igualdad de género”, denuncia la Coordinadora Temática en Construcción de Paz, Margarita Muñoz Pallares. El Acuerdo de Paz de Colombia fue firmado en 2016 durante el gobierno de Juan Manuel Santos con las FARC, el grupo guerrillero más antiguo del mundo. Este acuerdo es considerado pionero en el reconocimiento de la perspectiva de género como eje transversal para la construcción de una paz estable y duradera.

El acuerdo recoge más de 100 puntos sobre género, como, por ejemplo, “la promoción de la autonomía económica de las mujeres rurales a través de pequeñas cooperativas en las que pudieran producir y comercializar bienes”, incluido en el apartado de la reforma rural integral. Este punto, como muchos otros, no se ha cumplido y por eso la población empezó a construir en paralelo iniciativas comunitarias donde la igualdad de género es central.

Jabones por la paz

En el 2017 cuando las excombatientes dejaron las armas decidieron crear vida. En las distintas zonas veredales, donde residen las personas insurgentes en su proceso de reinserción social, se produjo un “baby boom”. No obstante, este fenómeno trajo consigo un problema que en la guerrilla no conocían: la división sexual del trabajo y el desigual reparto de los cuidados. ‘Estar embarazada tras la prohibición de las FARC de tener hijos’, proyecto fotográfico de Catalina Martin-Chico, finalista del World Press Photo en 2019, reflejaba esta situación.

En el caso de Jasmine, fue diferente. Ella tuvo un bebé en la guerrilla al que tuvo que dejar con familiares lejos de las bombas y los disparos. Ahora, como reincorporada, se ha encontrado con la nueva realidad de la conciliación: “Tenemos a compañeros bien enseñados que se hacen cargo de los cuidados. Hoy por ejemplo yo estoy trabajando en Medellín mientras su padre le cuida”, explica. María Noralba Quirós, productora excombatiente e integrante de La Marcha, explica que esto no siempre sucede: “Tenemos que tener claro que se necesitan centros de cuidados porque hay mujeres que no tienen quien cuide a sus bebés”, reivindica.

Vídeo: María Noralba Quirós, excombatiente de las FARC

El abandono institucional ha conseguido que las mujeres de La Marcha pierdan la esperanza en que el Gobierno cumpla: “No esperamos el apoyo del Gobierno porque sabemos que no llegará”, denuncia Jasmine. Por eso, gracias a alianzas con otras organizaciones como Amor a Tiempo, que se encargan de comercializar sus productos en las ciudades, han conseguido salir adelante.

Alejandra Lozano, integrante de Amor a Tiempo y exmilitante de las FARC, explica con ilusión su propósito: “Intentamos que los productos que realizan firmantes de paz, jóvenes, indígenas… tengan más posibilidad en el mercado, pero también la visibilización tiene una fuerte carga simbólica ”. Además, Lozano reivindica la importancia de las mujeres como productoras: “Los proyectos comunitarios levantados por mujeres son la muestra fehaciente de que somos capaces de realizar esta y cualquier otra tarea. Somos capaces de crear productos que tú puedes ver, más allá del cuidado”.

Para Alejandra “todo es posible mediante procesos de aprendizaje”. Por eso desde su organización intenta que las relaciones comerciales se establezcan con las mujeres productoras: “Este gesto es pequeño pero en últimas es determinante porque forma parte de lo cotidiano y lo cotidiano se replica diariamente”, explica. una mujer marca los patrones en una tela

JPEG - 94.3 KB
Una exguerrillera en un taller de costura. / Foto cedida

Tejer la paz

Manifiesta es otro ejemplo de iniciativa en las que tratan de apoyar a las mujeres en este proceso sin que la carga de cuidados les impida ser productoras, lideresas e independientes . Este espacio nació con el propósito de contribuir al proceso de paz a través de la moda. Su fundadora, Ángela Herrera, de 27 años, se asoció con la cooperativa Tejiendo Paz, que funciona en la zona veredal de Icononzo, para crear una marca de ropa hecha por excombatientes en donde la perspectiva de género es transversal en las decisiones que se toman en la empresa. “Cuando vimos las dificultades de la reincorporación social y laboral de los excombatientes y el poco apoyo que estaban teniendo del Gobierno decidimos aportar nuestro granito de arena”, afirma Herrera.

Una de las iniciativas más importantes en Manifiesta es que las mujeres no solo confeccionan la ropa, sino que participen en los espacios de decisión de la cooperativa. “Es es muy importante, no solo participar, sino ser de las que decide, propone y organiza. El hecho de tener a una mujer como presidenta de una cooperativa de 22 asociados ha sentado un precedente muy importante”, afirma Herrera.

Cuando las mujeres empezaron a tener más voz dentro de la cooperativa surgió el tema de la conciliación: “Para que las mujeres puedan tener roles de poder y trabajar, cada mes Manifiesta destina un dinero de la empresa para pagar a una excombatiente para que cuide a los niños durante las horas de trabajo”, cuenta Herrera. Desde la cooperativa le han pedido al Gobierno nacional que los apoye en crear una guardería, pero todavía no han tenido ninguna respuesta.

El país con más personas desplazadas del mundo

Colombia encabeza la lista de desplazamientos internos del mundo. Desde 1985, el conflicto ha desplazado a más de 7,9 millones de personas dentro del país, según datos de ACNUR. Esta situación no afecta de la misma forma a hombres y a mujeres, ya que en los países en conflicto la violencia contra la mujeres se agrava dramáticamente. La organización Mujeres Tejedoras de Vida apoya a las mujeres desplazadas a superar violaciones y abusos sexuales, además de buscar justicia en los tribunales. Su diagnóstico es claro: hay una fuerte conexión entre la violencia sexual y el desplazamiento forzado. “Las mujeres desplazadas son particularmente vulnerables a la explotación sexual mientras buscan cobijo en los márgenes de la sociedad”, explica una de las integrantes en la web de ACNUR.

El acuerdo contempla “la puesta en marcha de procesos de retorno voluntario de mujeres víctimas de desplazamiento y despojo, para revertir los efectos del conflicto y restituirles sus derechos sobre la tierra”. Sin embargo, las cifras de desplazamientos internos no han dejado de crecer ni siquiera durante la pandemia. Mientras tanto, España ha denegado el 98 por ciento de las solicitudes de asilo a personas colombianas a pesar del conflicto armado y el evidente incumplimiento del acuerdo por parte del Gobierno del país.

Aunque el panorama en Colombia todavía no es nada alentador respecto al cumplimento del acuerdo de paz y mucho menos a los puntos sobre perspectiva de género que se incluyeron en él, el pueblo colombiano tiene esperanza. “Creo que estas jornadas de paro nacional que estamos viviendo están mostrando que la sociedad colombiana está cansada de tanta desigualdad y la desigualdad es económica, pero también es de género. “Estoy llena de esperanza de que en las próximas elecciones Colombia vote por un cambio”, afirma Herrera.

Comentar esta breve

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0