Xarxa Feminista PV

De la violencia sutil

Lunes 9 de enero de 2017

Laura Elezkano Atienza Pikara 07-01-2017

Recuperando la imagen de esta pirámide de las diferentes violencias y sus “grados”, recuperé también la necesidad de no olvidarla. Nos basamos en ella para trabajar las formas de ejercer tratos vejatorios, indignos y en contra de derechos humanos, los derechos de las mujeres y los derechos de las personas diversas sexualmente. Sin embargo, no es suficiente. Esta imagen debería estar impresa, plastificada y convertida en tamaño DNI para llevar en la cartera. Digo, por si en alguna ocasión y a lo largo del día te ves envuelta u observas situaciones de violencia simbólica que, dicho sea de paso, convivimos diariamente con ella en mayor o menor consciencia.

Lo simbólico es algo que cuesta percibir pero que sabemos que está, y más importante aún, que tiene poder de permanencia o de cambio.

Las experiencias que yo quiero compartir, son eso, mis experiencias, algunos de mis constantes ejemplos de violencias sutiles tan complejas de detectar por nosotras y por tanto, de denunciar, de reivindicarlas como intolerables.

Algunas de ellas me trasladan al día a día, a mi espacio laboral donde tengo el placer en ocasiones, y en otras el terror mental, de plantear talleres para trabajar la igualdad y la perspectiva de género y de diversidad sexual con personas de diferentes edades y procedencias. Aquí sí me parece importante destacar que son del género masculino, para entender el punto de partida en general.

Tras uno de estos talleres, vi que me colocaba en varios estratos de mi pirámide. Observé que con la burla, el chiste y desde el grupo, se funciona con muchísima efectividad, que el mensaje llega, anula las voces disonantes que podrían haber y sobre todo, genera vergüenza, miedo, parálisis a la otra parte.

Su funcionalidad como herramienta de avivar, templar o reducir a las masas. El humor expresado de estas formas es destructivo de diversidad de opinión, es controlador del ánimo del grupo y es anulador de la persona que plantea una reflexión en torno a la igualdad entre los sexos. Es, en mayúsculas, violencia.

En esta línea de los talleres, qué agradables son las puestas en escena ante públicos ávidos por aprender a pensar. Otras de las experiencias partían de una dinámica grupal cuyo título decía así: En tu opinión, ¿qué formas crees que hay de ejercer violencia del hombre contra tu pareja mujer, en el marco de una relación personal, amorosa, sexual o similar?

La idea era ir más allá de la detección de lo “más grave” socialmente hablando, como golpes físicos, para hablar del caldo de cultivo que genera esas relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres y que en el marco íntimo de una relación, “esas microsociedades”, todavía se manifiestan más crudamente y, a la vez, pasan más desapercibidas como violencia.

Buscar que sonaran, a través de situaciones observadas o incluso, si la sinceridad o el sinceridio te superaban, a través de situaciones personales, tratos vejatorios a nivel psicológico como el control de la imagen, de la ropa, de los horarios, de las compañías; como el desprecio de opiniones, de labores realizadas; como la invisibilización constante como compañera, como amante, como persona; y otros tratos que a menudo se suceden y protagonizamos cada una, cada uno, en su rol asignado con tanta generosidad.

Y al intervenir y nombrar estos escenarios tan privados, surgió rechazo y burla. Se percibió con incomodidad y de nuevo el grupo lo demostró con chistes, con humor, con desprecio a su sola existencia. Se expresó de tal manera, que más que hablar de las ideologías y valores de cada uno, se usó la burla y el chiste para transmitirlos.

JPEG - 26.7 KB
Imagen basada en la pirámide de Johan Galtung

Risas en torno a la disponibilidad total de las mujeres en la pareja, a su misión divina de satisfacción del otro y a la idea de objetos frente a sujetos. De la risa a toda la violencia que compone la base de mi pirámide: humillar, ignorar, desvalorizar, despreciar, culpabilizar, es decir, movernos entre la zona sutil y la invisible.

Ana Beaumont analiza lo sutil e invisible a través de otra forma de violencia simbólica que siempre me ha parecido que conecta más con el gran público, hasta los escépticos le dedican tiempo, aunque sea para infravalorarlo. La cuestión del lenguaje sexista, y que ella lo disecciona de una forma certera:

“Cualquier forma que adopte la práctica del lenguaje: a través de los símbolos lingüísticos convenidos (¿convenidos por quiénes?) o a través de cualquiera de sus múltiples formas de expresión artística transmite una forma de ver, entender y definir la realidad. O sea “qué es y qué no es algo”. El lenguaje nos hace cómplices de las desigualdades en la medida que invisibiliza unas realidades o las desvaloriza en relación a otras que están sobrerepresentadas y que ocupan la dimensión del todo”.

“Cuando una situación no se quiere cambiar se dice que no existe, y por tanto, cualquier cambio es ilegítimo”.

“¿Y qué es el negacionismo? Pues una postura de reacción del sistema que busca que todo siga igual. (…) O En definición de Michael Specter: todo un segmento de la sociedad a menudo luchando con el trauma del cambio da la espalda a la realidad a favor de una mentira más confortable”.

Recuperando esta pirámide de violencias, mientras la cultura, los sistemas de orden y de poder, las imágenes, siguen inmutables, recuperamos la mirada hacia lo invisible, lo que nadie mira y quiere mirar. Lo que supondría cuestionar y provocar un verdadero cambio de paradigma social. f

Comentar esta breve

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0