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Cuando la mayoría de medios decían que Juana Rivas había secuestrado a sus propios hijos

Viernes 6 de diciembre de 2024

Los niños y niñas que están siendo arrancados de sus madres un día hablarán, ya lo están haciendo. Es entonces cuando el poder mediático y el poder judicial deberían darse de bruces con la realidad: con sus acciones lo único que han hecho es crear relatos y ejecutar sentencias que les desprotegen.

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Juana Rivas en el juzgado de Granada

Sara Plaza Casares 5 dic 2024 El Salto

Cronología del caso Juana Rivas: del secuestro de sus hijos a querellarse con el juez de su caso. Este titular de El Diario de Sevilla, publicado el 19 de septiembre de 2022 contiene la esencia de lo que la mayoría de los medios de comunicación se han encargado de contar sobre el caso de esta granadina que, por un lado, habría “secuestrado” a sus hijos y, por otro, se revolvía contra la justicia como una delincuente. En la citada pieza del Diario de Servilla se explica que en el inicio de este mediático caso Juana Rivas y su expareja, Francesco Arcuri, intercambiaron denuncias de malos tratos “pero finalmente llegan a un acuerdo y ninguno ingresa en prisión”.

En el seno de este relato equidistante ha dormido buena parte de la opinión pública desde que el caso saltara a los mass media en 2017 hasta escuchar el relato de Gabriel, uno de los hijos de Juana Rivas, hecho público este miércoles, después de que la Fiscalía italiana anunciase la petición de un procesamiento contra Arcuri por “haber maltratado a sus hijos menores, sometiéndoles a violencia física, vejaciones, injurias y amenazas”.

“Vengo a pedir ayuda”, expresa Gabriel en el vídeo difundido a medios. “En 2017 me arrancaron de mi casa, de mi madre a mis once años y a los tres años de mi hermano Daniel, el cual sigue viviendo en ese infierno”, relata el joven, que a los 16 años consiguió volver con su madre al cumplir la edad con la que ya pueden decidir con el progenitor con el que quieren permanecer. “Él vive con un maltratador a su lado. Él se siente en riesgo de muerte, yo me he sentido en riesgo de muerte y no sé como en 2024 pueden suceder estas cosas horrorosas”, denuncia Gabriel en una grabación que entiendo, está sacudiendo conciencias.

El dedo acusador

En 2017, cuando Juana Rivas llegaba a España denunciando maltrato continuado infringido por Arcuri, el dedo acusador de los programas matutinos fue insorteable. Acusaciones que fueron subiendo de escala cuando Juana decidió esconderse para no entregar a sus hijos, reclamados por la justicia de Italia, donde residía la pareja. “Más allá de la espuma, pido trato ecuánime para los dos bandos”. “La gente que no cumple la ley es gente irresponsable”, bramaba el periodista Arcadi Espada en el programa de Ana Rosa Quintana (Telecinco) que permitió que estas voces de la caverna depositaran sus prejuicios patriarcales sobre Juana en prime time. “La justicia ha hecho lo que tiene que hacer que es devolver a sus hijos con quien tiene que estar, que es con su padre”, aseguraba Espada en el mismo espacio televisivo cuando finalmente los tribunales italianos llevaron a cabo el arrancamiento.

En la misma franja horaria, Susana Grisso (Antena 3) sumaba enteros para disputar la audiencia a Telecinco con el caso del momento. Famosa es ya la esperpéntica entrevista realizada en directo a una mujer que pasaba por las inmediaciones del juzgado donde el 8 de agosto de 2017 Rivas y Arcuri debían comparecer. “Si él era tan maltratador, ¿por que esa señora decidió volver con él y tener un segundo hijo?”, se preguntaba esta espontánea que acudía a las puertas de la justicia para defender a Arcuri, al que no conocía de nada.

Violencia institucional

A la violencia machista ejercida por Arcuri y reforzada por el tratamiento patriarcal que estaba teniendo el caso, se unió un tercer elemento: la violencia institucional. La primera vez que Juana se encontró con ella fue cuando denunció a Arcuri por violencia machista en Granada en agosto de 2016. Arcuri había sido condenado en 2009 por violencia de género, pero la nueva denuncia de Rivas, presentada ante el juzgado de violencia hacia la mujer número 2 de Granada, fue metida en un cajón. La jueza estuvo un año sin tramitar esta demanda ni analizar su contenido. Después de esto, la justicia italiana le arrebató a sus hijos.

Juana Rivas fue condenada a dos años y seis meses de prisión, además de a la pérdida de la patria potestad de sus hijos, simplemente por esconderles, simplemente por intentar protegerles de un maltratador.

Rivas pide un indulto y es entonces cuando entra en escena el juez Manuel Piñar, quien ha portado la espada del patriarcado en la justicia. Piñar tardó poco en acordar su detención y su ingreso en prisión mediante una sentencia exprés. El juez esgrimía que “no ha lugar” a la suspensión de la pena. Valoraba que Juana no se había arrepentido de lo que hizo y podía representar un “grave peligro para sus hijos”. De lo que no se había arrepentido Juana era de haber protegido a sus propios hijos del maltrato. Unos hijos que hoy reclaman huir del “infierno”. Un infierno a donde les han llevado las decisiones judiciales.

Ya jubilado, el pasado 5 de septiembre, el juez Piñar fue sancionado por la Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Le imponían una multa de 1.500 euros por dar “datos o hechos que nunca debieron ser revelados” referentes a uno de los dos hijos menores de Juana Rivas. Este hecho ha sido el único atisbo de justicia que se ha dibujado en el camino de esta madre. Una madre que sigue esperando a su hijo pequeño, que aún después de todo sigue durmiendo con el peligro.

Cuando en El Salto hablamos con madres protectoras, madres que defienden a sus hijos e hijas de padres acusados de maltrato y violencias machistas, ellas nos suelen transmiten lo mismo: sus hijos e hijas un día serán adultos, un día podrán hablar y ser escuchados y ese día la tortilla se dará la vuelta. Quizás ya sea tarde, quizás tanto sufrimiento acumulado ya sea irreversible, pero estas niñas y niños que hoy están siendo arrancadas de sus madres, siguiendo un patrón de violencia institucional denunciado por Naciones Unidas en varias ocasiones, un día serán mayores. Es entonces cuando el poder mediático y el poder judicial se darán de bruces con la realidad: con sus acciones lo único que han hecho es crear relatos y ejecutar sentencias que les desprotegen. Aparten sus manos de los niños y niñas que viven situaciones de maltrato y el mundo se lo agradecerá.

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