Xarxa Feminista PV

Criticarnos a nosotras mismas

Jueves 8 de septiembre de 2022

ANA BERNAL TRIVIÑO 07/09/2022 Público

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La cantante Madonna y la actriz Emma Thompson en imágenes distribuidas por EFE

Hace unos días, escribí un artículo sobre el paso del tiempo en las mujeres, sobre lo que supone cumplir edad para nosotras, en una sociedad que no nos deja envejecer sin ponernos la lupa encima. En el mismo post añadí unos vídeos de Emma Thompson y de Madonna, donde hablaban con un claro mensaje feminista de lo que suponía el paso de la edad y de la diferencia de trato en sus sectores profesionales solo por ser mujeres.

Entre los comentarios, había quienes decían que el discurso de Madonna estaba muy bien pero que ella misma pecaba de todo lo contrario, por los retoques en su rostro y evitar mostrar así su verdadera edad. Es cierto, y entiendo al 100%, cómo afecta todo este discurso perfeccionista de la imagen que a veces nos cosifica y nos condena a cuestionarnos. A cómo nos lleva a compararnos automáticamente con otras, las que pueden pagárselo y las que no, porque es normal que si escuchamos en la tele que están magníficas, por la noche nos miremos en el espejo y pensemos en cómo estamos. Es normal que lo hagamos cuando no solo lo escuchamos en la tele, sino que nuestros compañeros o compañeras, familiares o incluso parejas nos dicen que qué estupenda está otra que accede a un universo inalcanzable de retoques y perfecciones (ojo, lo que otros entienden por perfecciones). Y, a veces, incluso nos autocomparamos, cuando el propio Instagram nos pone un filtro y lo volvemos a quitar. Todo el rato hay trampas por el camino para hacernos dudar.

Soy plenamente consciente de ello pero creo que, a veces, somos muy duras entre nosotras mismas. Hay muchísimas variables que influyen. Quizás alguna sienta más libertad o se sienta con más poder para dar terminados pasos que otras. Madonna, por ejemplo, no tiene quince años y seguramente se puso retoques antes de tener ni siquiera la conciencia feminista del vídeo. Pero aunque la tuviera creo que ninguna de nosotras tiene la presión ni exposición de Madonna. Supongo que para ella hacer ese cambio en su rostro fue una cuestión de supervivencia en un sistema que la devora. No solo eso sino también, quizás, incluso de parejas que la hicieran dudar.

Al final creo que cometemos el error de siempre: responsabilizamos a las mujeres al 100%. Pero es que el feminismo no cuestiona las decisiones individuales sino los motivos por los que se toman, y los motivos en casos así, en el caso de mujeres que han dependido en un alto porcentaje de su físico y que necesitan seguir trabajando, están muy claros: el sistema te quiere impecable, eternamente joven y perfecta. Y eso es lo que hace que, en ocasiones, veamos incluso mujeres tan retocadas que parezcan otras o que hayan eliminado su expresión facial, con productos que les han dejado consecuencias irreparables. Sé de muchas que están arrepentidas de sus tratamientos o de operaciones de cirugía estética, como para que ahora las señalemos. Porque quizás nos sale mejor señalar a esos médicos o responsables de tales atrocidades y de los que no le dicen a su "clienta" algo como: "esto no te lo hago", en lugar de mirar por hacer caja. Un buen especialista es el que también detecta cuando esa situación no va ya de sentirse mejor o peor, sino que lleva a un camino sin vuelta atrás.

Si yo, que no soy nadie al lado de Madonna, me he sentido mal leyendo muchos mensajes que leía sobre mi físico cuando he aparecido en televisión, no quiero imaginar la presión de una mujer que se debe a un público y a un sistema que le marca unas pautas muy claras si quiere seguir. El tema de debate no es el precio que paga ella solo, el tema de debate es el precio que pagamos todas cuando el sistema nos dice que esto es así. Si tienes la autoestima fuerte, si tu entorno te da fuerza y seguridad, si tu trabajo no tiene un componente de exposición pública ni mediático, si estás en un momento donde puedes responder contra todo lo que te dice... adelante. Pero no todas las mujeres van a estar en esa situación.

Leyendo aquellos comentarios, me vino al recuerdo una compañera de una asociación feminista. Fue asesinada por su pareja. Sí, ella conocía la teoría feminista a la perfección, iba a las manifestaciones y sabía qué era la violencia machista. Sabía cómo funcionaba todo pero está muerta a día de hoy. ¿Es responsable porque, sabiéndolo, no lo evitó? Sería muy injusto. Ella no está no por su culpa, no porque no tuviera dudas, sino porque todo lo que nos rodea a las mujeres y que nos plantea una interrogación está repleto de condicionamientos y de trampas psicológicas que nos han hecho dudar de nosotras y negar hasta lo más evidente. Porque en todos estos casos, actuamos más por lo que esperan de nosotras que por lo que debemos hacer. A veces somos nosotras mismas nuestras peores enemigas. No digo entre nosotras. Digo que una misma llega a ser la mayor enemiga cuando ni te valoras ni quieres y dejas que esa validación dependa de los demás. Porque siempre tenemos otra voz, en cualquier esquina, que nos dice que no valemos lo suficiente.

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