Xarxa Feminista PV

Charla con Teresa Rico

Viernes 14 de junio de 2013

“A nosotras también nos gusta pegar tiros”

La videojugadora profesional piensa que los estereotipos pesan mucho en su sector

Alejandra Agudo 31 MAY 2013 El País

Pasa ocho horas al día delante de una pantalla jugando a la consola y le pagan por ello. Teresa Rico cree que ha cumplido el sueño de muchos de sus amigos varones. Y el suyo propio. Esta alicantina de 27 años no solo se dedica profesionalmente a lo que más le gusta, jugar, sino que lo hace en una industria predominantemente masculina. En la empresa en la que trabaja solo siete, de la centena de trabajadores, son mujeres. “Incluida la de la limpieza”, apostilla.

“Nunca me he sentido discriminada. Me respetan”, afirma rotunda. Rico trabaja en el departamento de pruebas, detectando los fallos de los videojuegos, en una de las mayores compañías del sector en España, Mercury Steam. Cree que las mujeres están cada vez más integradas en la industria, como empleadas y jugadoras. “También nos gusta pegar tiros”, asegura. Pero reconoce que los estereotipos todavía pesan mucho, sobre todo a la hora de que ellas elijan el mundo del videojuego como profesión. Una realidad que pretende cambiar con su ponencia en las jornadas Mujeres y videojuegos, celebradas en la Universidad Complutense de Madrid. “Aunque el público en estas conferencias normalmente es masculino”, ríe.

Licenciada en Bellas Artes porque quería dedicarse a dibujar cómics, no dudó en mandar su currículo a una pequeña empresa de videojuegos cuando “un amigo de un amigo” le dijo que buscaban probadores. “Me venía desde pequeña. Siempre le regalaban las consolas a mi hermano mayor, pero era yo la que jugaba”, afirma y da un bocado a su tostada de tomate. “Aunque también tenía muñecas y cambiaba hojas perfumadas en el colegio con otras niñas”, puntualiza. Vicente. San Sebastián de los Reyes

Dos cafés Dos tostadas

Total: cinco euros

Rico cree que consiguió aquel primer empleo por saber inglés, además de su destreza con los mandos, adquirida en muchas horas de juego. “Pasé seis meses muy absurdos en Inglaterra, cogí la gripe A y estuve todo el tiempo enferma. No encontré trabajo y, cuando quise volver, no pude porque un temporal de nieve colapsó Londres”, relata. “Pero aprendí inglés. Fundamental en el sector”, añade.

Tras unos meses en España, le llegó una nueva oportunidad en el extranjero. Rico hizo las maletas y se marchó a Italia a trabajar con sus videoconsolas a cuestas.

“Cuando llego a casa todavía tengo ganas de jugar. Le digo a mi novio: ’vamos a echar unas partidas”. También pasa el tiempo de ocio con los amigos frente a la pantalla. “Son historias alucinantes. Puro arte”, justifica con entusiasmo. Precisamente en uno de esos encuentros con otros “jugones” en un bar encontró su trabajo actual. “Uno de los asistentes era de la empresa y se fijó en mi manera de jugar. Se me acercó y me dijo que mandara el currículo”, explica. Ahora busca en los juegos los bugs, que significa bichos, en inglés, y errores en la jerga del videojuego. Rico salpica la conversación con un puñado de palabras que necesitan de traducción para cualquiera que no sea aficionado.

Su trabajo, dice, tiene fecha de caducidad: cuando se lance la producción en la que trabaja, la segunda entrega de Castlevania (juego sobre el regreso de Drácula). Pero esta mujer que nada en mares masculinos confía en que su buen hacer y su sensibilidad de artista le harán recalar pronto en nuevos proyectos. “Me dejaré llevar. Hasta ahora me ha ido bien”, zanja.

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