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Callarse y escuchar también es reparar

Jueves 11 de julio de 2019

Desirée Bela-Lobedde 09-07-2019 Público

La semana pasada asistí a la séptima edición del congreso bianual Afroeuropeans Network Conference, que se celebró del 4 al 6 de julio en Lisboa. La temática de este año fue Black In/Visibilities contested. El congreso contó con las conferencias magistrales de Stephen Small y Fatima El-Tayeb, con presentaciones agrupadas por temáticas, mesas redondas y eventos culturales relacionados con la literatura y el cine.

Yo participé en el panel Black women speak: resistance, power and activism, explicando cuál ha sido mi trayectoria relacionada con la temática. Pero no quiero hablar de esto. Quiero hablar de algo que sucedió en la mesa redonda de clausura y que me da la oportunidad de hablar lo que da título a este artículo.

La mesa redonda con la que se clausuraban las actividades académicas llevaba por título Afroeuropeans Network: Trajectories, challenges and perspectives. Al inicio de la misma, una de las fundadoras del congreso explicó la historia y la trayectoria del mismo. La mesa redonda de clausura tenía como objetivo hablar de las perspectivas y los retos que debían tenerse en cuenta de cara a la siguiente edición, que se celebrará en Bruselas en 2021. Así que, con el ánimo de tener en cuenta las propuestas de las personas asistentes, después del turno de palabra de la organización del evento, se abrió el turno de intervenciones del público.

Uno de los retos más importantes que enfrenta este congreso es, y ya voy al tema del artículo, el nivel de participación de personas no afro ni racializadas. Fue algo que se estuvo comentando durante los días de celebración ya que, aunque el nombre del Congreso es Afroeuropeans, hubo paneles con poca representación de personas afro. Por lo tanto desde el público se trasladó esta cuestión a la organización: qué papel deben tomar las personas no afro ni racializadas en el evento y de qué forma deben participar porque, en algún caso, sus intervenciones no habían hecho más que perpetuar la mirada colonialista que se tiene sobre las personas afro y eso había generado mucha incomodidad.

El momento estelar, y del que te quiero hablar, llegó cuando una mujer no afro pidió la palabra. Todas las intervenciones que se habían hecho hasta el momento habían ido en la línea de hacer aportes críticos y constructivos en cuanto a la organización y las dinámicas de las actividades hasta que habló esta mujer que, por lo visto, necesitaba sus cinco minutos de gloria.

No voy a entrar en lo que dijo; pero lo que dijo, que era para su propia masturbación y lucimiento, estaba generando desacuerdo e incomodidad en la sala por la forma en la que estaba hablando sobre las personas afro ante una audiencia de cerca de un centenar de personas… de las cuales un 95% éramos afro. Así que fue apercibida por personas del público para que se callase. De hecho, la magnitud del despropósito estaba llegando a tal punto que en un momento una de las organizadoras ordenó que se le retirase el micrófono.

Cuando esta mujer blanca vio que lo que decía era rechazado por la gran mayoría de personas que estábamos en el auditorio, tuvo la audacia de decir “If you don’t like what I’m saying, just leave” (traduzco: Si no os gusta lo que digo, marchaos). El abucheo y el nivel de increpación en ese momento aumentó ostensiblemente.

Cuando terminó la mesa redonda, nos acercamos a llamarle la atención. La mujer es española, y sentíamos que teníamos que decirle algo sobre lo que acababa de pasar. Y casi que la cosa fue a peor. Mi compañera y amiga Esther (Mayoko) Ortega, investigadora, docente y activista, le recriminó su actitud y la mujer se mantuvo en la misma postura prepotente de no querer admitir que lo que había dicho había sido muy racista. Que debía haberse dado cuenta de que nadie en la sala estaba de acuerdo con lo que estaba diciendo, que nadie en la sala quería oír su yoísmo; pero la mujer se mantenía en su posición petulante, y ahí empezó a salir a la luz toda su fragilidad blanca para defenderse y no reconocer que se había equivocado.

Ya han sido muchos los años en los que las personas blancas han ocupado tiempo y espacio hablando de racismo sin tener la experiencia encarnada de lo que supone vivirlo a diario.

En su intento por negar su speech racista , llegó a decir que el racismo no era una cosa solo de blancos; que era una cosa de negros y blancos, o que qué culpa tenía ella de la colonización, si ella no estuvo allí. Si tú piensas como esta persona, déjame decirte lo que le dijo Mayoko. El racismo no es una cosa de negros y blancos: el racismo es cosa de la supremacíai blanca. Y, te guste o no te guste y aunque no estuvieras allí, la colonización te supone unas ventajas y unos privilegios de los que te beneficias aunque no quieras. Reconocer esto es fundamental.

La mujer seguía erre que erre. Que la estábamos haciendo sentir mal y que lo que le estábamos diciendo la estaba incomodando. En ese momento Mayoko le dijo que, de haberse callado, ahora nadie le estaría llamando la atención, y que si, en el momento en el que vio que su discurso no era bien recibido hubiese parado, ahora no estaría sintiéndose así de incómoda. “Que te calles y que escuches también es reparación”. Porque, en efecto, así es.

Esta mujer estaba hablando sobre personas negras como si fuésemos objetos de estudio ante un público conformado mayoritariamente por personas negras, y lo estaba haciendo de una forma que nos estaba resultando tremendamente violenta. Aún así ella creyó que su desconsideración no iba a ser contestada, en aras a la libertad de expresión. Esta mujer, con su discurso, estaba perpetuando las lógicas colonialistas de poder que la supremacía blanca ha instaurado desde hace siglos y según las cuales las personas afro somos constantemente deshumanizadas y discriminadas. Estar en un congreso en la que las personas afro discutimos nuestra presencia a nivel cultural, académica y política y atreverse a menospreciarnos de esa manera es muy osado. Así que, sí, la señora debía haber escuchado la primera vez que se le llamó la atención y debía haberse callado. Porque callarse y escuchar también es reparar.

A mí me dio la sensación de que esa mujer no tuvo en cuenta el contexto en el que estaba haciendo su disertación. En un ambiente académico no afro, su discurso probablemente hubiese sido bien acogido, incluso se hubiese aplaudido. A fin de cuentas, siguen quedando muchos espacios en los que a las personas afro todavía no se nos tiene en cuenta. Demasiados para mi gusto. Pero ir a un congreso en el que la mayoría de personas organizadoras, ponentes y asistentes somos personas afro y querer hablar sobre nosotras como si no estuviéramos allí es racista, es innecesario, es violento.

Hago público este hecho porque necesito que las personas no afro se ubiquen. La comunidad afro tiene agencia, tiene personalidad, tiene voz. Tenemos capacidad de organizarnos para discutir y articular nuestros intereses y lo hacemos, en la mayoría de los casos, organizando espacios abiertos a la participación de personas blancas.

Los tiempos en los que el movimiento antirracista estaba principalmente dirigido por personas que no viven esa opresión tocan a su fin. Ya han sido muchos los años en los que las personas blancas han ocupado tiempo y espacio hablando de racismo sin tener la experiencia encarnada de lo que supone vivirlo a diario. Ya han pasado los tiempos en los que las personas afro interveníamos solo de forma anecdótica. Ahora toca callar y reparar, y dejar que quienes sí tenemos esa experiencia lideremos, nos autogestionemos y nos autoorganicemos. Eso implica que las personas no afro que participen en la lucha antirracista tienen que entender cuál es su papel en estas actividades. Si quieres saber más, puedes leer este artículo que publiqué y escuchar este episodio de mi podcast.

Si eres una persona blanca que participa en espacios afro, ten esto en cuenta: las personas afro tenemos voz. Tú no nos la tienes que dar. Tu papel no es el de persona blanca salvadora que viene a resolver la papeleta como si nuestra comunidad no fuera capaz de hacerlo, porque eso es reproducir ese colonialismo instaurado hace siglos que hace que aún hoy creas que tienes que ayudar a África porque solo desde Occidente se puede salvar al continente africano. Eso ya no es así y, guste más o guste menos, tienes que aceptarlo si quieres formar parte de estas actividades. No seas condescendiente ni paternalista. No nos infantilices y ten siempre presente que callarse y escuchar también es reparar.

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