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Begoña Paz: collage y poesía desnuda

Jueves 11 de junio de 2020

"Caja de las bestias”, una poesía femenina independiente y audaz

Enrique VILLAGRASA Librújula

La poeta Begoña Paz (A Coruña, 1965) nos sorprende con este poemario bilingüe, gallego-castellano, Caja de las bestias / Caixa das bestias (Baile del Sol). Posiblemente sea el libro de poesía femenina más independiente y audaz de los que he leído. Esta poeta gallega es la que mejor plasma con valor y con libertad sus luchas internas, desde un cuerpo de mujer: la poesía le sale desde las entrañas: “y llegaron/ días/ de granizo en el/ vientre”. Tiene una visión agridulce de la existencia, donde se cuestiona el papel impuesto a la mujer, todavía hoy, con una profunda ironía defensiva: “nadie nos/ enseñó a/ ser/ nosotras/ solas/ nosotras/ libres/ nosotras”.

Abre el libro con la inquietante palabra Citología, de claro eco femenino, y una cita de la admirada y brillante poeta norteamericana Sylvia Plath, que dice más o menos: “Creo que te inventé dentro de mi cabeza”. Después cuatro partes se reparten los poemas: Caja de anhelos, con cuatro poemas y otros cuatro collages, que acompañan a los poemas, también pergeñados por la poeta; El mercadillo del amor, con siete poemas y otros seis collages y un poema visual, diríase; Caja de sombras, con el poema que da título al libro y se destaca en la contra, más otros nueve poemas y diez collages; y Caja de postillas, con seis poemas y un poema epílogo, además de los ocho collages que los acompañan. Ilustraciones singulares y pertinentes de la mano de la poeta. Bien vale la pena mirarlos con detenimiento: “la hermosa panorámica de su duelo”.

Poemas breves y extensos que, con versos de ritmo endiablado, de apenas ocho palabras los más largos, y la mayoría de una o dos palabras, alcanzan un hondo lirismo: “quién/ quién nos conoce quién/ quién sabe de la alegría suave del verdugo quién” y si Plath escribió: “La mujer ha alcanzado la perfección./ Su cuerpo”, Paz escribe desde ese cuerpo desnudo, con seguridad, firmeza y sin miedo alguno: “sin/ piedad/ sin/ rabia/ sin/ deseo”. Destacando la certeza de ser mujer poeta: “me hice/ inolvidable/ en esa/ piel”. Otras de las características de estos versos es que están escritos sin signos de puntuación: palabra sujeta a ritmo y poemas abiertos en la complicidad con la persona lectora, si a ellos se acerca, y así que sea ella quien termine de escribir el poema: “ya/ nunca/ su lengua/ hendiendo/ acariciando/ exigiendo”.

Begoña Paz es una poeta poco alegórica. La claridad y sinceridad en la voz poética constituyen ese su mundo ahora transparente de la mujer, donde presenta obsesiones, sin caer en la facilidad, pues las cosas que trata en sus poemas con sus versos no son fáciles: “Tantas/ nosotras/ a las que/ ahogar/ en tu/ silencio”. ¡Bien sabemos que el lenguaje no es un asunto fácil! Pero, aquí, en esta Caja de las bestias, Paz da forma a su inquietud vital e intelectual con toda su concisión e invita a los lectores a ver el resplandor de sus collages y su poesía cruda, desnuda, sin metamorfosis que valga. La crisálida ha desaparecido: “y toda/ esta/ luz/ estaba/ en/ nosotras”.

La poeta Begoña Paz versifica que “nada/ sabéis/ de nosotras”, con lo que hace añicos las capas retóricas de una poesía convencional y mercantil (la que se escribe hoy en España, sin ir más lejos), que traspasará fronteras: “sabemos que/ ahí fuera/ nadie/ latirá/ por nosotras”. Y no hay misterio que valga: esfuerzo, lecturas, reflexiones, cavilaciones y dudas: “le gusta/ sabernos/ ahí/ hambrientas/ disponibles/ a la espera”. Una poeta que no confunde al lector. La poeta trabaja en la búsqueda del límite infinito, pertinente o no, pero la poesía debe perseguir en el poema el límite del verso. Para nada es ambigua su voz y sí lleva el signo de la trágica y dura poesía escrita por mujer: “ciegas/ pasivas/ tullidas// somos/ aceptables// sólo entonces/ es capaz de/ decir/ que nos/ ama”. La poeta ni está desdibujada ni desdibuja. Aun sabiendo que hay lenguajes excluyentes, lenguajes católicos y lenguajes de trinchera, entre otros. El suyo es claro y original, tremendamente atractivo. Y no solo en esa desdicha o no de escribir se encuentra la liberación: también en el collage: “estamos dejando/ crecer/ esta nueva/ piel// amor// alimentándola/ con todo/ tu desprecio”.

Es, no cabe ninguna duda, un poemario maduro, que nos incendia con sus versos: “no/ avises/ incendia” y nos conduce a las preguntas de siempre: quiénes somos, qué hacemos aquí, dónde estamos y para qué, pandemia mediante. ¡A ver si aprendemos de una puñetera vez! ¡Gracias por escribir tamaños versos, Begoña Paz! Ahora, tras leerte, sabemos que hay una cabeza que piensa y escribe poesía femenina, que es el futuro inmediato, perfecto e imperfecto, de la poesía con mayúsculas: “que aún eres capaz de dejar/ una huella visible en el/ otro”.

AÚN

por la mañana

las bestias

resuellan en nuestra

piel

esperando una señal

para amamantarnos el miedo

él las aparta

trazando con

saliva

la línea que nos

une

quizá

aún

no llegó

el funeral

de su

deseo

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