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Ardora, mujeres cooperativistas en un mar de hombres

Martes 13 de febrero de 2018

Hace diez años, un grupo de mujeres creó una cooperativa en Galicia para dar formación a hombres en el sector pesquero

La empresa, con sede en Vigo, ha ganado concursos de administraciones públicas, empresas privadas, sindicatos, empresarios y cofradías de pescadores

Ardora defiende la igualdad entre sexos, el modelo cooperativo y la conciliación de la vida familiar, laboral y personal de las trabajadoras

Mariana Vilnitzky 12/02/2018 - eldiario.es

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Purificación Alfonso, en el centro de la imagen, durante una sesión de formación. Foto: Ardora

Las socias de la cooperativa Ardora trabajan en tierra de hombres… o, mejor dicho, en mar de hombres. Su cooperativa, con sede en Vigo, se dedica a la formación en el sector pesquero: educación, gestión medioambiental y prevención de riesgos laborales.

La pesca mar adentro es mayoritariamente una cuestión masculina (no ocurre lo mismo con el marisqueo a pie); sin embargo, las socias de la cooperativa, que ya lleva más de diez años de andadura, han sabido moverse bien y hacerse respetar. “Yo inicialmente no formaba parte de la cooperativa. Comencé a trabajar con ellas desde un proyecto para la intervención laboral de colectivos desfavorecidos, y cuando terminó y me quedé sin trabajo me llamaron para que me involucrara en la empresa”, explica Teresa Rivas, que actualmente es gerente de la cooperativa.

“Al principio parece difícil trabajar en un sector donde todos son hombres”, agrega. “Yo venía a decirles lo que tenían que hacer y para colmo a traerles personas, en su mayoría mujeres inmigrantes, para trabajar con ellos. Tienes que ganarte el respeto”, agrega. “Ahora ha cambiado mucho el sector, pero antes los pescadores se movían en espacios pequeños, de tradición machista, y poco abiertos. Llegabas al puerto con un tacón y ya veías las sonrisitas. Luego allí te ponías las botas de agua y demostrabas tu capacidad, y entonces ya era todo lo contrario. Es un sector muy agradecido, donde hay mucha colaboración. Tienes que demostrar que das el perfil, como no lo tiene que demostrar un hombre, pero luego se trabaja muy bien”.

La cooperativa Ardora es ya una empresa conocida y respaldada en la pesca. Con tan sólo un año de vida, el Consello Galego de Cooperativas le concedió el premio al mejor proyecto cooperativo en Galicia. Y siguieron ganando puntos y obteniendo concursos y trabajos de administraciones públicas, empresas privadas y las agrupaciones de colectivos (sindicatos, empresarios, cofradías de pescadores…).

Entre las líneas directrices que guían la gestión de Ardora se encuentran, entre otras, la defensa y la igualdad entre sexos y la promoción de campañas de divulgación del cooperativismo en los ámbitos en los que actúa la empresa.

Otra de las apuestas de la cooperativa es dar prioridad a la conciliación de la vida familiar, laboral y personal de las personas socias y trabajadoras de la empresa. Y lo han venido haciendo durante todos estos años.

“Asistí a un curso de formación y allí tomé contacto por primera vez con el mundo cooperativo, de la mano de un convencido cooperativista. Esa fue la semilla”, explica Purificación Alfonso, una de las socias fundadoras, que ahora se ha tomado una temporada de asueto porque, por razones personales, se ha tenido que trasladar a vivir a Londres durante un tiempo. “Dos compañeras de aquel curso y yo, que trabajábamos por nuestra cuenta en condiciones de inestabilidad, decidimos colaborar en un proyecto común y finalmente acabamos constituyendo una cooperativa de trabajo en mayo de 2006. Fue un lento proceso de maduración, en el que optamos por la fórmula cooperativa porque era como un traje hecho a medida de nuestras necesidades y objetivos. En estos años he oído decir a muchos compañeros y compañeras que el cooperativismo engancha, y es una idea que comparto totalmente. Una vez que entras, te quedas”.

Alfonso se involucró tanto que llegó a ser presidenta de Ugacota (hoy Espazocoop), la organización que reúne a todas las cooperativas de trabajo de Galicia.

Este artículo ha sido publicado en el número 55 de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción

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