Xarxa Feminista PV

Adiós, puteros

Domingo 17 de diciembre de 2017

14 de Diciembre de 2017 CTXT Anita Botwin

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Fotograma de Prety Woman, estrenada en 1990.

La campaña viral de Towanda Rebels #HolaPutero ha servido para reanudar el debate sobre la prostitución. Las dos jóvenes denuncian en un vídeo el consumo de prostitución y la compra del cuerpo de la mujer por parte de los puteros. Se trata de quitar la responsabilidad a la prostituta para situarla en quien la tiene realmente: el hombre y la sociedad cómplice y patriarcal.

La prostitución es contraria a la igualdad. Los prostituyentes o puteros contribuyen con sus privilegios y sus deseos sexuales a perpetuarla. ¿Qué hay de malo en practicar sexo? No hay nada de malo en practicar sexo de una manera libre, sin intercambio económico de por medio. Ese intercambio, de ser legal, normaliza la actividad, la perpetúa. Es algo así como “venga chicos, putas para todos y no nos tenemos que esconder porque es legal”. Como dice la diputada de Podemos Beatriz Gimeno sobre la libre elección de la prostituta: “el punto de partida aquí es que en el capitalismo todo consentimiento está viciado, no sólo el de las prostitutas; no deberíamos convertirlo en excepcional”.

La periodista Diana López explica que la mujer que dice preferir prostituirse a limpiar escaleras “olvida que la prostitución es la mayor arma de dominación, explotación y violencia de género del hombre hacia la mujer, con graves consecuencias físicas, psicológicas y sexuales”. Sin ir más lejos, entre 2000 y 2015 al menos 31 prostitutas fueron asesinadas en España.

Entonces, hay quien me diría que ya que la prostitución siempre va a existir, porque es el oficio más antiguo del mundo, que al menos tengan derechos. Lo cierto, es que no ocurre así. Sabemos que siempre que se abre un mercado se obliga a los/las pobres a entrar en él; y obviamente al estar en un mercado desigual, con cada vez más explotación, la mujer no quedaría en buen lugar.

Sin ir más lejos, en Alemania –donde la prostitución es legal– el 95% de las prostituídas son inmigrantes pobres. Los proxenetas son ahora considerados empresarios y las prostituídas siguen siendo mujeres pobres en su mayor parte. Es precisamente en los lugares donde la prostitución es legal donde existe más tráfico de seres humanos. Es precisamente la ley alemana la que Ciudadanos quiere implantar en nuestro país. El mismo partido que quería alquilar nuestros vientres.

Abanderar la prostitución asociada a la libertad de las mujeres para prostituirse es, como dice el sociólogo Žižek, confundir la elección con la ilusión de libertad. Vednita Carter, prostituta y ahora activista cuenta “el daño que causa la prostitución en nuestros cuerpos es el propio acto sexual” tras poner el ejemplo de menores camboyanas que tienen sexo por la fuerza con 30 hombres al día.

Las trabajadoras del sexo quizá me puedan decir, y con razón, que me eche a un lado para que sean ellas quienes decidan si este mercado debe seguir existiendo. Llegados a este punto, y teniendo según qué privilegios, no podríamos hablar sobre aborto, gestación subrogada, publicidad machista o directamente sobre la explotación laboral sin más.

Habrá quien opine que no es tan malo, como habrá quien diga mientras asfalta carreteras a 40º bajo el sol que no es tan malo, que podría ser peor, que por lo menos tiene trabajo. Pero ser esclavos sí es malo, ser prostituidas sí es malo, ser un objeto, una cosa con agujeros para el disfrute de otros, sí es malo.

Ese cantar por los derechos y las libertades de las mujeres ya huele a podrido. Ese bulo de que la mujer es libre y puede hacer con su cuerpo lo que quiera no es más que otra trampa neoliberal. Si las mujeres pudiéramos hacer con nuestro cuerpo lo que quisiéramos nadie tendría que estar legislando sobre ello. En cualquier caso y aunque existieran mujeres que libremente, según su parecer, están ejerciendo este trabajo, ¿no piensan en quienes no lo han elegido libremente?

Legalizar la prostitución nos lleva a normalizar una práctica que nos objetiviza y nos esclaviza. Aquí no se trata de culpabilizar ni criminalizar a las prostitutas, sino de terminar con el uso del cuerpo femenino para el disfrute y dominación de los de siempre. Puede haber en mis palabras un tufillo paternalista, pero disto por completo de esa realidad. El uso del cuerpo por parte del hombre no hace más que perpetuar siglos y siglos de sometimiento. El privilegio de unos pocos es el sufrimiento de muchas.

Por todo esto, lo más importante es decir adiós a los puteros, decir adiós a la prostitución y decir hola a una sociedad feminista libre de explotación sexual, de esclavitud y de compra de nuestros cuerpos. Adiós, puteros.

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