Xarxa Feminista PV
Portada del sitio > MUJERES EN EL MUNDO, MUJERES: MEMORIA HISTÓRICA > A tortas con los vigilantes de la moral

A tortas con los vigilantes de la moral

Domingo 23 de septiembre de 2012

Por: Ángeles Espinosa | 20 de septiembre de 2012 El País-Bllog Mujeres

Que las chicas son guerreras ya lo decía la canción de Coz hace tres décadas. Pero no sólo en el mundo del rock, sino también bajo el velo que les imponen algunas sociedades con el pretexto de la moralidad y la religión. Me han llamado la atención estos días pasados de manifestaciones islamistas dos noticias sin aparente conexión, aunque, a mi parecer, muy simbólicas de un cambio menos ruidoso que se está produciendo en esta parte del mundo: la revolución silenciosa de las mujeres. Una iraní y una saudí han parado los pies a los vigilantes de la moral en sendos incidentes.

En el caso saudí, una joven dejó inconsciente a un mutawa al golpearle con una piedra para evitar la detención de una amiga, el miércoles de la semana pasada, nada menos que en la ciudad santa de La Meca. Los mutawa son los miembros la agencia para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, una especie de policía moral.

La muchacha se hallaba dentro de un coche con un chico con el que no tenía ningún parentesco cuando uno de esos puritanos les pidió la documentación. Arabia Saudí impone una estricta segregación sexual. Mujeres y hombres que no sean familiares de primer grado no pueden interactuar de forma directa. Sabedores de las consecuencias, una amiga de la chica y otros dos jóvenes acudieron en su ayuda, con el resultado mencionado. Una patrulla de la policía detuvo a la agresora y los tres varones, todos yemeníes, pero la chica a la que los mutawa interpelaron en primer lugar logró escapar.

No es la primera vez que en el reino árabe una mujer se encara con los vigilantes de la moral. Hace algunos meses, se hizo viral un vídeo en el que la víctima grabó su propio incidente con unos mutawa, en un centro comercial de Riad. Los abusos de ese cuerpo ya obligaron a las autoridades a reformarlo en 2007, pero la prensa sigue recogiendo casos escabrosos que, la mayoría de las veces, tienen como víctimas a las mujeres.

La periodista iranoamericana Folnaz Esfandiari cuenta en su blog, Persian Letters, el caso de un clérigo pateado por una mujer a la que afeó que el pañuelo no le cubriera por completo el cabello. El hombre, identificado como hoyatoleslam Ali Beheshti, ha relatado a la agencia semioficial Mehr que cuando le pidió “educadamente que se tapara bien”, la interpelada le respondió que cerrara los ojos. Según el religioso, la mujer le insultó, le hizo caerse con un empujón y se lió a darle patadas.

Hay que haber vivido en Irán para entender el hartazgo que la mujer tuvo que haber acumulado para actuar de ese modo. Los iraníes son gente que mantiene mucho las formas y una reacción violenta como ésa es bastante inusual, aunque cada vez son más las jóvenes que plantan cara a quienes les increpan por su forma de vestir.

Cubrirse la cabeza con un pañuelo y ocultar las formas del cuerpo con una bata amorfa no es una opción personal sino una obligación legal que alcanza a todas las iraníes y extranjeras que visitan Irán, sean de la confesión que sean. Desde el año siguiente a la revolución de 1979, esa norma se ha impuesto por la fuerza y, aunque en los años de Gobierno del reformista Jatamí se habló de una relajación, la ley no ha cambiado.

Existe incluso una rama de la policía que se ocupa de vigilar el “buen hiyab” (que las mujeres se cubran como mandan los cánones) y que los chicos no lleven camisetas con “símbolos satánicos” (léase, de grupos rock o heavy metal) ni se corten el pelo a lo punki. Pero son sobre todo las mujeres quienes concentran la preocupación y los esfuerzos de las autoridades de la República Islámica. Así que cada verano lanzan campañas en las principales ciudades del país para asegurarse de que el calor no afloja las voluntades.

Aunque como relata Esfandiari, el hiyab se presenta como una “protección” para las mujeres frente a los peligros de la sociedad, muchas mujeres no sólo cuestionan esa imposición sino que la sienten como un insulto, una limitación a su libertad y un intento de mantenerlas bajo control. Para quien tenga interés, este relato desmonta la teoría de la protección (y está escrito por un hombre que ha vivido lo que sufría su hermana obligada a taparse para evitar la lascivia masculina).

Significativamente, el incidente que denuncia el clérigo no se produjo ni en Teherán ni en ninguna de las grandes ciudades, donde en teoría las mujeres están más expuestas a la (perniciosa) influencia occidental, sino en Shamirzad, una localidad de 5.000 habitantes en la provincia de Semnan, al este de la capital iraní. Además, la propia agencia Mehr señala que no es el primer caso y cita otros tres religiosos que han sido golpeados “cumplir con su deber”. Según la agencia, aunque Beheshti no ha presentado denuncia, el fiscal está investigando de oficio.

En YouTube también hay algunos ejemplos. Pero si se teclea "Iran + hijab", la mayoría de los resultados son de mujeres maltratadas y golpeadas por la policía por culpa de un mechón de pelo al aire o una bata demasiado corta o demasiado ajustada. En estos casos nadie investiga la humillación a que son sometidas. Se lo merecen por descocadas.

Resulta triste que las mujeres tengan que recurrir a la violencia para defenderse de estos abusos en sus países. Sin embargo, me parece relevante que intenten poner freno a quienes limitan su libertad y pretenden convertirlas en eternas menores de edad sin derecho a decidir por sí mismas cómo vestirse, con quién relacionarse o cómo comportarse en público. Más allá de estas anécdotas, tanto en Irán como en Arabia Saudí y otros países de la zona, las mujeres están cada día mejor formadas y preparadas profesionalmente. Por muchos velos que les impongan, va a ser difícil mantenerlas relegadas para siempre.

Comentar esta breve

SPIP | esqueleto | | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0