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¿A quién van a votar las feministas? A una mujer no va a ser, no

Sábado 27 de abril de 2019

El bochornoso espectáculo de los dos debates electorales demuestra la urgencia de que la política machuna aprenda de las formas de hacer del movimiento feminista

Nunca puede repetirse una campaña y un debate sin mujeres. El feminismo es un dique de contención antifascista

Emilia Arias 24/04/2019 eldiario.es + Pikara

Tras el atentado terrorista de un supremacista blanco que atacó mezquitas en Nueva Zelanda, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern se puso un hiyab (no es musulmana) y habló con la voz quebrada sobre lo que representa su pueblo: "la diversidad, la bondad y la compasión", "hogar para aquellos que comparten" esos valores y "refugio para quienes los necesitan". Cuando Trump le preguntó que qué podía hacer por Nueva Zelanda, Jacinda Arden le espetó: mostrar "simpatía y amor por todas las comunidades musulmanas".

Ella, como feminista que se reconoce en la lucha por los derechos de las mujeres, está lejos de la agresividad, los ataques, la falta de diálogo y la grandilocuencia de palabras gruesas y fondo vacío de aquellos a los que en esta campaña se les rompe España, les liquidan la patria y hablan de rendición, vencer, conquistar y otras bravuconadas de púber machito de hormonas revolucionadas.

Aquí, la campaña y los debates dejan claras un par de cosas: hace falta más contenido feminista en los programas, que en algunos ya está presente gracias al empuje de los movimientos feministas (en otros las propuestas son un calco de El cuento de la Criada). Y hace falta sobre todo otra forma de hacer política: mujeres feministas en primera línea de la política. En abril de 2019 todavía ninguna mujer ha sido candidata a la presidencia del gobierno de España. Nunca.

La agresividad, los insultos, las mentiras, la mala educación, la interrupción, libros y objetos voladores, muertas como arma arrojadiza y marcos de fotos. El bochornoso espectáculo de los dos debates hace urgente que la política machuna aprenda de las formas de hacer políticas del movimiento feminista.

En el segundo debate vimos claramente como las víctimas de violencias machistas, al igual que las víctimas de ETA en su día (y aún para ciertos impresentables) se han convertido en arma arrojadiza. Igual ahora que nos utilizan políticamente nos empiezan a tomar en serio. Ya que tratan de patrimonializar a las víctimas, al menos, consulten a las expertas.

Pedro Sánchez defendió que su partido, que impulsó la ley contra la violencia de género de 2004 y la de Igualdad de 2007, tiene "autoridad" para hablar de feminismo. Menos mal que Pablo Iglesias respondió lo que muchas pensamos: "En nombre del movimiento feminista no puede hablar ningún partido y mucho menos los cuatro hombres que estamos aquí. Pueden hablar las mujeres y pueden hablar el movimiento feminista". Pero nada paró. El circo macho siguió adelante.

Hoy ya son 17 las mujeres asesinadas por sus parejas y exparejas en 2019 y 992 desde que hay estadística oficial en 2003. Frente a esto, el PP tiene la solución: trabajo y cadena perpetua. Todas sabemos que si trabajas estás libre de que te peguen, amenacen o maten. Es dos más dos.

Luego llega Rivera y acusa a Sánchez de "jugar con el dolor de las mujeres" mientras en su programa nos considera incubadoras y cuando hace bien poco su partido hacía de la negación de la violencia machista una bandera. Lo mejor fue Pablo Casado diciendo que es hijo de una mujer, marido de una mujer y padre de una mujer. No es la misma, por cierto. Pero sí. Es hijo de su madre, sin duda.

En España se denuncia una violación cada cinco horas y la mayor parte de la violencia sexual no se denuncia porque no nos creen y porque la justicia es patriarcal. Pablo Casado nos dejó ayer muy tranquilas a todas: el tema del consentimiento está, según el sonriente Casado, resuelto desde 1822, que es más o menos de donde data su mentalidad.

En los debates electorales televisados hemos visto corbatas, machirulismo y ni una sola mujer. Bueno, sí: vimos a dos pero una pasaba la mopa y otra retocaba maquillaje. Nuestro sitio en el espectro político se hizo imagen, nuestro hueco en la sociedad está muy cerca de la mopa.

Las mujeres somos más de la mitad de la sociedad y nunca puede repetirse una campaña y un debate sin nosotras; un debate en el que se habla de nosotras como tema menor o como marketing político pero sin nosotras. Hay una emergencia nacional y no tiene nada que ver con Cataluña: son los asesinatos machistas, la desigualdad y el cambio climático. Ellos, ciegos de poder, no ven el bosque, el árbol ni más allá de sus narices.

Nunca nos pisaron los talones con tanto descaro los de la Sección Femenina, los de corte y confección, los del moño bajo, la pata quebrada y la familia (cis, hetero, blanca y con hijos) como epicentro de la sociedad (patriarcal y bien hetera). Pero tampoco nunca estuvimos más cerca de la igualdad: solo hay que ver las calles este pasado 8 de marzo.

Estas alianzas entre el ultraliberalismo y la ultraderecha con los argumentos apocalípticos sobre la natalidad nos ven de una forma tan utilitarista como ven la migración; a parir y a trabajar para pagar pensiones.

El feminismo y, según mi visión, el ecologismo seguimos siendo diques de contención de la barbarie fascista. Ahora falta que pasemos de ser diques esforzados de la política en la calle y en los movimientos sociales a estar en la primera línea, con nuestras formas de hacer y con nuestros contenidos.

¿Lo escuchan? Es el silencio. El silencio de las mujeres que no estamos en los debates ni en la campaña (que se me está haciendo ya demasiado larga) pero que sí vamos a hablar el domingo en las urnas. Por eso nos van a escuchar en; por estar o por no estar. Por eso no es posible una campaña tan machuna como esta nunca más.

¿Pero qué votaremos las feministas?

En una encuesta informal realizada por mí misma y mi demoscópico Twitter pregunté a quién van a votar las feministas. Las leemos.

Acabo de votar por correo aunque en el fondo siento que los partidos me van a pisar lo fregao. Creo más en las acciones de las cercanías y en los activismos de las esquinitas. Esto es una mamarrachada.

— Mar Gallego (@margallegoes) 23 de abril de 2019

"En principio no iba a votar. No por pasotismo ni por indecisión sino de manera consciente. Cada día tengo más claro que del Estado y las instituciones no emana más que violencia y que es en la calle donde está la política y la vida. PERO, en momentos de crisis/emergencia todo el mundo tiende a enconarse un poco a la derecha por miedo y yo no iba a ser menos. Autonómicas: Bildu. Generales: Podemos Ambas por dignidad histórica y democrática. No me parece que ningún partido tenga un proyecto feminista, pero está claro que los mínimos que nos jugamos son demasiado importante preservarlos en las instituciones además de defenderlos fuera."

"Voy a votar a Unidas Podemos (a pesar de que no me guste nada el liderazgo de Iglesias y Montero) no tanto por su programa "sobre feminismo" sino porque creo en el feminismo del 99%, por lo que voto al partido que vaya a impulsar políticas de justicia social, fiscalidad redistributiva, leyes antirracistas, apoyo a la dependencia... Una política que no se deje condicionar por las presiones del Ibex35. Para mí el PSOE, por más que haga del feminismo un emblema, no es feminista salvo para las élites, teniendo en cuenta su rol ante la reforma laboral, la ley de extranjería o que no ha cumplido con la promesa de priorizar la derogación de la Ley Mordaza, que también nos afecta a las feministas."

"Votaré izquierda. Me tira más Podemos, pero me aterroriza Vox con lo que aún dudo si me decantaré por Psoe, pero no se si me arrepentiría. Este año está difícil. Espero que esta información te sea útil".

"El feminismo de Podemos está muy verde. Solo antes de ayer se posicionaron sobre la prostitución. PSOE. Carmen Calvo y Pedro que se guía por ella. Feminismo más maduro, ideas más contundentes sobre cómo abordar la violencia de género, agresiones sexuales y prostitución.

"Voto a UP porque está IU integrado y me parece el partido (con representación) más feminista. Es cierto que Podemos está un poco verde, pero juntos son los que más pueden introducir el feminismo en el Congreso".

El domingo muchas feministas iremos a las urnas, pero sin olvidar la frase de la gran Audre Lorde: "Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo”.

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