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A propósito del aborto y los 16 años como edad de consentimiento

Miércoles 10 de junio de 2009

A propósito del aborto y los 16 años como edad de consentimiento

Estamos asistiendo en estos días a un debate motivado por la tramitación parlamentaria de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y con especial intensidad en torno a la cuestión de situar la edad de consentimiento para abortar – sin que sea necesaria la autorización paterna/materna – en los 16 años. Varios son los argumentos que, bajo mi punto de vista, se imponen para legitimar dicho cambio legislativo. El primero de ellos guarda relación con la coherencia. Coherencia con la edad consentimiento en otras normas legales relacionadas como la de 16 años para casarse (y desde los 14 con autorización judicial) o la de 13 años para mantener relaciones sexuales. Coherencia además, y en especial, con la Ley de autonomía del paciente que aprobó el Congreso en 2002 - a propuesta del Gobierno del PP - y que fijó la mayoría de edad sanitaria en los 16 años (14 con autorización judicial) salvo para el IVE, las técnicas reproductivas y los ensayos clínicos. Si la mayoría de edad sanitaria está en los 16 años, no parece que deban hacerse excepciones en un acto sanitario considerado de bajo o medio riesgo como es el aborto. Además, no resulta muy lógico que las chicas a partir de 16 años puedan mantener relaciones sexuales sin dar cuentas a nadie, pero que luego no afronten y decidan sobre sus consecuencias.

Por otro lado, creo que se ha de tener en cuenta que hablamos de una decisión personalísima. Decisión que supondría un grave problema si no fuese adoptada con el consentimiento de la menor (tanto para abortar como para seguir adelante con el embarazo). Sería deseable que dicha menor pudiera contar con el apoyo de adultos ya que en muchos casos supone una decisión muy dura. Cabe recordar que el que la joven no cuente con el apoyo de sus padres, no quiere decir que carezca de apoyo, estarán los profesionales adultos que la atenderán así como sus amistades; de hecho, es frecuente que en esas edades - y en otras -, se recurra a las amistades más que a los padres según del tema del que se trate. Así, en nuestro Estado, al cumplir los 18 años se adquiere la mayoría de edad legal, lo cual no implica que desde ese momento nos encontremos solos/as a la hora de tomar decisiones en nuestra vida. El que compartamos, gestionemos o decidamos nuestros problemas con nuestra familia en mayor o menor medida, dependerá de la relación que hayamos establecido con ella, de las ideas que nuestras madres y padres tengan en torno a la sexualidad y a los embarazos no deseados, de las formas en que los padres y madres afrontan los conflictos con sus hijos/as y de otras variables más particulares; y no del hecho de que hayamos obtenido la mayoría de edad. Las razones que llevan a una joven, y a una no tan joven, a tomar esta decisión al margen de sus padres es variada: eludir la “bronca”, miedo a la reacción de sus padres, no querer causarles un disgusto… En este sentido, es conveniente tener en cuenta la diversidad de situaciones personales y familiares que existen: diferentes niveles de madurez (dentro del porcentaje de menores que abortan, las hay con 17 años o a punto de cumplir los 18, ), embarazos provocados por relaciones incestuosas, menores inmigrantes no acompañadas, rechazo del aborto por parte de los padres por razones de diferente índole, familias con padres o madres autoritarios/as que pueden suponer riesgo, en ocasiones, para la integridad física de la menor. Los problemas que algunas menores encontrarán para obtener el permiso paterno no harán más que retrasar la decisión y por tanto la intervención quirúrgica, dando lugar a abortos en periodos más avanzados de gestación o a que recurran a vías al margen de la legalidad para interrumpir el embarazo.

Creo que la maternidad, y la paternidad, es algo muy importante que debería ser el fruto de una decisión consciente y no el resultado de un accidente, un error, un encuentro sexual en el que sólo se pretendía disfrutar del sexo. No obstante, se está produciendo un elevado número de embarazos no deseados entre chicas jóvenes (casi el 5% del total de mujeres que abortan, son menores de 18 años) que sería deseable poder reducir. Para ello es fundamental una apuesta más decidida por la educación sexual. La realidad nos dice que hay insuficiencias importantes en este terreno, el 34.5 % de los abortos que se realizan en España son de jóvenes menores de 25 años, 9.644 jóvenes menores de 18 años fueron madres en 2005…

Para ello son necesarias políticas públicas dirigidas a realizar una mayor y mejor educación sexual, que no se limite a informar sino que eduque en valores - igualdad, autonomía, cuidado de uno/a mismo/a y de los otros/as, diversidad sexual…- , que proporcione recursos y habilidades orientados a posibilitar el ejercicio de una sexualidad libre y responsable, con actuaciones específicas dirigidas a los colectivos con un mayor índice de embarazos no deseados, acceso a los métodos anticonceptivos y a la anticoncepción de emergencia a cargo de la Seguridad Social,… y responsabilidad por parte de los/as jóvenes, que debemos aprender a disfrutar del sexo evitando consecuencias no queridas.

Granada 3 de junio de 2009

Almudena Ciscares Mercado Trabajadora social, estudiante del doctorado en Ciencias Sociales Aplicadas y miembro del Programa por los Buenos Tratos de acciónenred

Almudena Ciscares Mercado

acciónenred

C/Enriqueta Lozano nº 7

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