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A prisión por asfixiar a su mujer en Mislata y ocultar el crimen con un incendio, el 24 Diciembre 2020

Sábado 4 de diciembre de 2021

El presunto asesino, un policía local jubilado, ya fue absuelto de violar a una víctima que murió en otro fuego similar dos días antes del juicio

Ignacio Cabanes Teresa Domínguez Mislata | 04·12·21 Levante.emv

«Se está quemando el sofá de mi casa, estoy intentando entrar pero no puedo, mi mujer se encuentra dentro». Esta llamada al teléfono de Emergencias 112 en la Nochebuena del pasado año informando de un incendio con una posible víctima en un domicilio de la calle Buen Pastor de Mislata ocultaba detrás un crimen machista, según han podido esclarecer ahora las investigaciones del grupo de Homicidios de la Policía Nacional. Así, este mismo jueves el marido de la fallecida, Juan José G. H., un policía local de Mislata, de 62 años y que se encuentra jubilado, fue detenido en Xirivella, tal como adelantó en exclusiva Levante-EMV en su edición digital, acusado del delito de asesinato y de haber provocado un incendio en la vivienda, con riesgo para el resto de vecinos, con la intención de ocultar su crimen.

La pieza clave en la resolución del caso, que llevó ayer a la titular del Juzgado de Instrucción número uno de Mislata a acordar el ingreso en prisión provisional del presunto asesino, ha estado en la autopsia realizada al cadáver de María Amparo Cortés, de 58 años. Los forenses del Instituto de Medicina Legal de València destaparon que la mujer no había fallecido como consecuencia de la acción del fuego ni intoxicada por el humo —de hecho no había presencia de restos de la combustión en los pulmones—, si no por asfixia, según delatan las pequeñas lesiones con acumulación de sangre en la zona cervical detectadas en la autopsia. Tras descartar una a una todas las posibilidades, tanto una muerte accidental como el suicidio, o incluso la posibilidad de un infarto, los especialistas forenses concluyeron que la causa más compatible por los indicios analizados era una asfixia mecánica por compresión del cuello.

Asimismo, las pruebas toxicológicas hallaron en el cuerpo de la víctima un alto grado de alcohol en sangre, cerca de 2,15 gel —lo que equivaldría a una tasa de 1,7 miligramos de alcohol por litro en aire espirado—, un estado de embriaguez que habría mermado considerablemente su capacidad de defensa, de ahí que la causa hable de asesinato y no de homicidio.

Se da la circunstancia de que el ahora detenido por la muerte de su mujer ya fue arrestado en el año 1998 acusado de violar a una mujer que curiosamente también falleció como consecuencia de un incendio en similares circunstancias ocurrido apenas dos días antes de la fecha en la que estaba previsto el juicio.

Tranquilo y relajado ante la jueza

Con semblante tranquilo y sin mostrar reparo alguno a ser fotografiado, el acusado llegó a primera hora de la mañana de ayer a los juzgados de Mislata custodiado por la Policía Nacional. El presunto asesino ha negado en todo momento cualquier relación con la muerte de su pareja, a quien según alegó ayer ante el juez «quería mucho». Juan José G. H. se limitó únicamente a responder a las preguntas de su letrado, Víctor Soriano, quien prefirió no hacer declaraciones al término del interrogatorio judicial.

La versión que mantiene el acusado es que esa tarde sacó a pasear al perro poco antes de las 19.30 horas y que cuando regresó a la casa se encontró con la vivienda ya en llamas. Dice que intentó entrar para poner a salvo a su esposa, pero que apenas pudo acceder al interior y tirar agua con una palangana, según manifestó ante la policía cuando declaró como testigo, ya que tras su detención prefirió callar. Algunos testigos confirman su coartada, aunque resulta extraño que finalmente el perro con el que fue visto en la calle fuera encontrado muerto dentro de la vivienda, en una de las habitaciones del fondo, alejada de la entrada principal.

El fuego fue intencionado al hallar acelerantes de la combustión

Los agentes de la policía científica descartaron que el fuego se hubiera iniciado por un cigarrillo y concluyeron que el incendio había sido «provocado por la acción humana», al hallar vestigios de acelerantes de la combustión, concretamente gasolina, en una primera inspección realizada cinco días después de los hechos. En la segunda no refrendaron los hallazgos de acelerantes, pero ésta se realizó un mes después, cuando la vivienda ya no estaba precintada y el sospechoso había recuperado las llaves.

Los vecinos de la pareja aseguran que la relación entre ellos era muy conflictiva. Así, constan hasta tres episodios de malos tratos de él hacia ella y hasta 55 intervenciones policiales con dicho matrimonio. En algunos de estos casos por intento de suicidio de la mujer. Pese a estos nueve antecedentes de intentos de suicidio, los investigadores, primero los del grupo de Policía Judicial de la Comisaría de Mislata y más tarde, los de Homicidios, descartaron que el fuego hubiera sido provocado por la mujer.

De hecho, los forenses sitúan la hora de la muerte de Amparo poco después de la comida, es decir, mucho antes de que se declarase el incendio, que a criterio del informe de bomberos fue por una combustión lenta, lo que tampoco parece casar con la declaración del ahora encarcelado, quien afirma que había salido de casa minutos antes de las 19.30 horas.

Nueve meses en prisión que quedaron en absolución tras la muerte de la testigo El 14 de febrero de 1998, Juan José G. H. ingresó en la cárcel de Picassent mientras era investigado por violar a una mujer en su casa en Mislata. La víctima, Trinidad G. G., le denunció por haberla agredido sexualmente estando de servicio, cuando subió con ella al piso para que cogiese su DNI, ya que quería identificarla.

El agente ahora jubilado permaneció en prisión provisional durante nueve meses, hasta el 12 de noviembre de ese año, cuando la jueza de Instrucción tres de Mislata, que llevaba el caso, permitió su salida de la cárcel. El juicio contra él por esa violación se fijó para el martes, 16 de mayo de 2000, año y medio después de su excarcelación.

Sin embargo, ese día no hubo juicio. La víctima y principal testigo de cargo con que contaban el fiscal, que le pedía 10 años de prisión, y la acusación particular que ejercían las dos hijas de la mujer, estaba ese día en coma inducido en la UCI del Hospital La Fe, tras sufrir quemaduras gravísimas al desatarse un incendio cuando estaba sola en el salón de su casa, en el barrio de Patraix. Literalmente, su compañero, que dormía en otra habitación, la encontró envuelta en llamas. Trinidad murió tres meses después, el 18 de agosto de 2000. Jamás pudo declarar.

La oportuna muerte de Trinidad dejó en absolución el juicio por violación contra el policía local, que finalmente se celebró el 19 de diciembre de ese año. El incendio fue investigado por la jueza de Instrucción 12 de València, que cerró el caso cuando la Policía concluyó que el fuego había sido accidental.

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