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8M en Madrid: una noticia, algún lío y miles de feministas que nos mueven

Domingo 12 de marzo de 2023

A las diez de la noche del 8 de marzo en Madrid, la noticia es que las feministas del PSOE y las feministas de Podemos han ido a la misma manifestación.

Pero lo emocionante no es eso y aquí se hace periodismo de lo que nos mueve.

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Cabecera de la manifestación de la Comisión 8 de Marzo de Madrid en su llegada a Plaza de España. MANUEL DEL VALLE

Patricia Reguero Ríos 9 MAR 2023 El Salto

Supongo que a las diez de la noche del 8 de Marzo, doce horas después de comenzar mi jornada laboral, la noticia es que las feministas del PSOE y las feministas de Podemos han ido a la misma manifestación en Madrid, que los incidentes han sido anecdóticos —unos cachorros populares por aquí, unos abucheos de las transexcluyentes a la bandera trans por allá— y que la coalición aguanta el tirón a pesar de los asientos vacíos y los cruces de acusaciones. Pero lo emocionante no es eso y aquí se hace periodismo de lo que nos mueve.

Lo emocionante es que al llegar a Plaza de España se ve llena la Gran Vía y se grita “arriba el feminismo, abajo el patriarcado”. Ha vuelto a ocurrir: hay miles de mujeres en la calle respondiendo al llamamiento de la Comisión 8 de Marzo, un ente histórico, asambleario, un patrimonio de las madrileñas.

La disputa de última hora ha sido por el lugar de inicio. Las dos manifestaciones convocadas salían de Atocha con media hora de diferencia. A las 18:46, con la manifestación transexcluyente varada en Atocha y la de la Comisión 8M aún calentando motores mientras sigue llegando gente a la cuesta de Moyano, dos chicas buscan en Google información sobre los recorridos.

—¿A qué mani vais? —pregunto.

—¿En qué mani estamos? —responden.

—¿En qué mani queréis estar? —pregunto.

Miran Google, miran las pancartas, me miran, se marchan hacia la cuesta de Moyano.

La transcripción es literal y es una muestra de la confusión de ayer por la tarde. Otro ejemplo: una mujer pregunta en el cordón que cerca periodistas y organizadoras en Neptuno, es decir, en la manifestación de la Comisión, qué marcha es esta, y una periodista responde “la oficial”, aunque no exista nada parecido a una manifestación oficial y otra que no lo sea. Un ejemplo más: hace un rato, una periodista pregunta si Irene Montero va a marchar en la cabecera y alguien le explica pacientemente que desconocen los planes de la ministra y que las mujeres de la cabecera en la manifestación que convoca la Comisión 8M son feministas sin ministerios, sin cargos, feministas del movimiento autónomo de Madrid y de otros movimientos sociales. Un lío para Telemadrid.

Otro lío viene luego con las cifras. La Comisión 8M cifra la participación en 700.000 personas y la Delegación del Gobierno en 17.000. Sobre la otra manifestación, la transexcluyente, la Delegación dice que han ido 10.000 personas y las organizadoras dan otra cifra: 35.000. Pero los números no sirven para tomar el pulso a las calles.

En cualquier caso, son miles las que han apoyado la manifestación de la Comisión y, dentro de la marea de mujeres, no hay líos. Hay chicas jóvenes que han reciclado cartones para hacer pancartas (“RAE, cómeme la almóndiga”, “con mi culazo aplasto el patriarcado”) y mayores aplaudiendo a las organizadoras (“¡lo estáis haciendo muy bien!”) y orgullosas mujeres trans parapetadas tras una pancarta y gritos contra Marlaska y mujeres que quieren maternar sin ser precarias y eso necesita poca explicación, lo cual es muy buena noticia.

Porque el feminismo de la Comisión 8M no es solo transinclusivo, interseccional y antirracista sino que es también inteligible para la mayoría, lo cual es importante, importantísimo, después de que se haya tratado de liar a la gente retorciendo los argumentos para decir que unas mujeres borran a otras. El feminismo de la Comisión 8M se entiende y trasciende porque nos habla de lo que es crucial para nosotras: la posibilidad de vidas dignas y libres de violencias.

El que se hace llamar “Movimiento Feminista de Madrid” marcha en otra dirección gritando “ser mujer no es un sentimiento” o “ley trans es misoginia”, con la socialista Ángeles Álvarez al frente y en el medio. En la subida por la calle Atocha, Álvarez alza la voz para arrancar un coro diferente cuando sus compañeras de pancarta cantan “la izquierda nos traiciona”. Ella prefiere las otras consignas del grupo, entre ellas “Irene dimisión”, algo muy goloso en un 8M para el PP, representado en esta marcha través de una docena de diputadas y senadoras, y muy goloso también para los medios de extrema derecha.

En resumen: a la manifestación de la Comisión 8M fueron las ministras del PSOE María Jesús Montero, Pilar Llop e Isabel Rodríguez, entre otras, con una pancarta que decía “mujeres libres e iguales”, y detrás de la pancarta de Podemos marchó Irene Montero y buena parte de su equipo en el Ministerio de Igualdad y seguramente eso sea noticia. Pero ninguna ocupó la cabecera, donde sí estaban las trabajadoras de hogar, las feministas de Regularización Ya, las madres de niñes trans, las discas y las feministas por la vivienda. Y no me lío más: estas son las feministas que me mueven y hacen que merezca la alegría trabajar doce horas un 8 de marzo.

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