ELEMENTOS PARA NUESTRA REAFIRMACIÓN POLÍTICA IDEOLÓGICA (C.A.M): Abril del 2004.


Frente a la visión que tiene la derecha, la oficialidad, los detentores del poder acerca del desarrollo que ha experimentado la C.A.M. al interior del movimiento mapuche y que han catalogado de riesgo para la seguridad de la nación, debido al cuestionamiento de la institucionalidad política y a la amenaza real al sistema político y económico, como ellos mismos lo han explicitado. Más aún, la fuerte campaña de tergiversación y desprestigio que obedece a este contexto ideológico, que nos sitúa como anarquistas y/o simplemente de violentistas nos obliga a reposicionar nuestros planteamientos, dejando en claro que estos componentes nos hace definirnos como antisistémicos y revolucionarios mapuche. Que el desarrollo de estas definiciones en práctica política concreta nos hace acreedores de una fuerte represión institucional, paralelo a una intervención hacia el resto del mundo mapuche, con el objeto de graduar paulatinamente la desaparición física e ideológica de nuestro Pueblo.

Actualmente, las luchas mapuche siguen su curso y es frente a este andamiaje que queremos redituar nuestros planteamientos estratégicos. En efecto, la lucha de las comunidades inevitablemente trae consigo el cuestionamiento y la confrontación con las estructuras de poder que oprimen al Pueblo Mapuche, es decir, se entra en contradicción con el sistema político y económico imperante en el Estado nación chileno. La institucionalidad que sustenta la opresión, no sólo no nos representa, sino que constituye la desestructuración y el genocidio paulatino de nuestro Pueblo. Por eso, transitar desde las recuperaciones de tierras a objetivos de largo alcance que sean la base de nuestra liberación es la única vía para la existencia política y territorial de la Nación Mapuche. Sin embargo, este rompimiento con la construcción del Estado nación es un proceso que se irá dando en forma gradual y responderá a los requerimientos específicos en la correlación de fuerzas tanto desde nuestro lado como de nuestros enemigos.

En este sentido, no es necesario instrumentalizar las necesidades y/o derechos de nuestro Pueblo, porque estos son inherentes a las formas de opresión de que somos objetos y que tienen que ser superadas en las distintas fases de reconstrucción de nuestro Pueblo. Además, los escenarios de confrontación no los definiremos nosotros, sino que serán el resultado de la agudización de las contradicciones, en las que sobreponemos la resistencia y la reconstrucción del tejido social y cultural del Pueblo Mapuche, por lo demás, ejes estratégicos –en las primeras etapas- de nuestra lucha de liberación. El ejercicio del control territorial en construcción y la creación –por ahora- de pequeñas zonas de autonomía respecto del Estado chileno, son las expresiones prácticas de esta confrontación con la institucionalidad y el sistema opresor.

Ahora bien, la confrontación y la violencia que se genera en este proceso será de responsabilidad del Estado opresor, por cuanto este, más las fuerzas reaccionarias, saldrán en defensa de los intereses de los poderosos, quienes se ven afectados directamente, como ha quedado registrado en los sucesivos enfrentamientos entre las comunidades mapuche y las empresas forestales, quienes son los que mayoritariamente detentan el sistema de propiedad usurpada al Pueblo Nación Mapuche, en la actualidad.

Es necesario indicar que la defensa de los intereses de los poderosos y la continuidad de los devastadores procesos de inversión capitalista en el wall mapuche, traerá consigo una paulatina e irreversible desaparición de las comunidades mapuche. Por lo tanto, la lucha por la reconstrucción de la Nación Mapuche es a su vez una lucha de resistencia y de liberación.

En el desarrollo de nuestra estrategia no hemos convergido –aún- con ninguna otra fuerza antisistémica en la región, por lo que rebatimos las afirmaciones que así lo sostengan. Nuestra lucha ha sido y será desarrollada por los Mapuche, y seremos nosotros los que nos demos nuestras propias formas ideológicas, políticas y organizativas que el proceso requiere. Cuando hablamos de crear una correlación de fuerzas necesarias tanto políticas y organizacionales al interior del movimiento Mapuche, para así avanzar en las propuestas de liberación nacional, este se refleja en las recuperaciones de tierras con las expresiones del control territorial y en un fuerte proceso de discusión ideológica política que va consolidando niveles de comportamiento cada vez más antisistémicos y revolucionarios.

La elaboración de definiciones ideológicas mayores tiene como síntesis el objetivo de la Liberación nacional, que supone un rompimiento definitivo con la construcción del Estado Nación chileno y su institucionalidad. Esto se logrará sólo a través de una práctica política nueva que vaya madurando hasta convertirse en el andamiaje necesario para la liberación, y que en las actuales condiciones implica confrontación con la legalidad y la resistencia al sistema, expresadas principalmente, en los consorcios forestales y latifundistas, ir consolidando la recuperación de espacios territoriales, base estructural e ideológica de la autonomía política mapuche, y en donde se instalará en definitiva nuestra propuesta de Liberación Nacional.

La operacionalización de nuestra propuesta de Liberación Nacional en la actual etapa debe contar al menos con tres criterios político organizacionales. Primero, la revitalización de nuestra cultura, básicamente de las autoridades tradicionales; segundo, las formas y grados de organización que se den las propias comunidades de acuerdo a sus propias realidades; y tercero, el desarrollo de una orgánica política específica: (por ahora C.A.M.) que represente el proyecto de rearticulación de las comunidades mapuche en conflicto.

Nuestras definiciones ideológicas y políticas nos hacen situarnos en una postura antisistémica, que más que voluntad, constituye una práctica política concreta expresada coherentemente en nuestra oposición y lucha contras las empresas forestales, pero que si analizamos con profundidad esta confrontación vemos que trasciende o va más allá, es decir, nuestra lucha tiene como contenido de fondo hacer frente al sistema capitalista, considerando el verdadero enemigo de los pueblos y los oprimidos en general, es el sistema capitalista el que desestructura a nuestro Pueblo y nos condena al genocidio definitivo. En este sentido es que consideramos al Estado sólo como un ente instrumental de los poderosos y que, por lo tanto no es posible, bajo la actual legalidad e institucionalidad, obtener avances en materia de nuestros derechos políticos territoriales. Igual definiciones hacemos de todos los pilares institucionales como la administración del gobierno, de los tribunales, que por la naturaleza del Estado capitalista, carecen de la imparcialidad requerida y terminan cediendo a las presiones de los grupos económicos que controlan este país. Es por ello que planteamos la autonomía no sólo como un objetivo estratégico, sino también como una práctica política concreta en los distintos periodos de acumulación de fuerzas, en tal sentido es que afirmamos que la autonomía del movimiento mapuche debe ser una condición imprescindible para poder avanzar en nuestra propuesta de liberación, ello implica concretamente, la no participación en partidos políticos u organizaciones no mapuche, ni participación en ninguna de las expresiones de esta maquinaria institucional como son las elecciones, por ejemplo; es por lo mismo que cuestionamos abiertamente a aquellas organizaciones que hacen política bajo las reglas de la institucionalidad opresora, constituyéndose en sistémicas.

La autonomía del movimiento mapuche, debe empezar a reconquistarse a partir del proceso de lucha que han iniciado las propias comunidades, sobre la base de las contradicciones que sufren frente al sistema de dominación, contradicciones que se dan en todos los planos: social, político, económico, cultural e ideológico. Es por ello que nuestras definiciones invocan en el fondo a la reconstrucción del mundo mapuche, sobre la base de una sociedad ancestral sana y justa. Además, hay que considerar que es necesario un mayor desarrollo político del movimiento mapuche que se haga responsable de los desafíos de la lucha Mapuche. Por lo tanto, el proceso de lucha que hoy desarrollan las comunidades ha requerido de un nivel de compromiso mayor de parte de los integrantes de estas comunidades que los ha hecho llegar a ser reconocidos como los verdaderos conductores de este proceso y, por tanto, dispuestos a pagar el alto costo que estas definiciones conlleva, como ha quedado demostrado en los registros de cientos de luchadores que han pasado y están en las cárceles chilenas. Por los demás, es en las propias comunidades donde se expresa concretamente el proceso de reconstrucción de la Nación Mapuche a través, por ahora, del ejercicio de control territorial y la revitalización de nuestra cultura e identidad propias.

La concepción de autonomía territorial, es histórica en la lucha de nuestro Pueblo, pero debe quedar claro que es con la C.A.M. que ha retomado su rol histórico específico en las actuales condiciones, lo que ha significado en el actual periodo que esta reivindicación haya dado un salto cualitativo de ser una demanda de minoría a ser una de tipo nacionalitaria, es decir, a la construcción de un movimiento nacional capaz de integrar a todos los sectores y grupos que conforman hoy día el Pueblo Nación Mapuche, sobre la base, eso sí, de un territorio propio, en donde las comunidades tienen la dirección estratégica. El planteamiento de autonomía territorial, implica que en la actual etapa definamos algunos objetivos tácticos necesarios sobre la necesidad de reconstruir fuerza social mapuche, así la reconstrucción del tejido social y cultural mapuche alterara las condiciones históricas actuales que son desfavorables, sólo así, se podrán crear nuevas condiciones que permita a futuro la instalación de un proceso de Liberación Nacional.

Plantearse la autonomía política y territorial conlleva un proceso de acumulación de fuerzas que cambie las condiciones de opresión y dependencia que caracterizan al grueso del movimiento mapuche y que se refleja en que la mayoría de las comunidades están desarticuladas social y políticamente, por lo que se hace necesario insertar y desarrollar un proyecto de rearticulación de comunidades que tenga como base nuestros elementos ideológicos y culturales mapuche, y que necesariamente devenga en una ruptura con el sistema a través de las recuperaciones de tierras, la resistencia y el control territorial, indicados ya como objetivos tácticos de acumulación de fuerzas.

De hecho, las recuperaciones de tierras, son el eje y motor de las movilizaciones y adquieren un carácter claramente ruptural frente al sistema cuando es un objetivo táctico dentro de nuestro proceso de instalación de la Liberación Nacional. Las recuperaciones de tierras con una práctica política autónoma irá consolidando paulatinamente el objetivo de la autonomía territorial, pero donde las recuperaciones son fijadas como objetivos intermedios, necesarios para crear nuevas estructuras en lo que hemos denominado la nueva territorialidad, y es sobre esta base que se ha diseñado un programa de ejercicio político, ideológico – cultural que hemos definido de control territorial. La recuperación de espacios territoriales históricos fortalecerá definitivamente la identidad territorial mapuche y no al revés.

Estas definiciones estratégicas pasan por la elaboración permanente de un proyecto político ideológico Mapuche, que necesariamente deba recoger la cosmovisión, la cultura e historia, y para lo cual se hace también necesario desarrollar hacia el movimiento Mapuche el ejercicio de una práctica política autónoma que, por su esencia, entre en confrontación con el sistema de dominación, que actualmente nos imponen los grupos económicos y que es administrado e impuesto por el Estado Nación chileno.

La creación de un movimiento autónomo que se plantea directamente la confrontación con el sistema y el Estado, que tenga como eje central la recuperación del territorio histórico, trajo consigo la elaboración de una nueva estrategia de lucha. Por lo tanto, la C.A.M. no se ha planteado sólo hacer acciones de hostigamiento o recuperaciones de tierras como medios de presión, lo que obligaba a actuar incluso dentro de la institucionalidad opresora, sino más bien a que estos sean parte de un proceso ascendente de acumulación de fuerzas para la liberación.

Una lucha de Liberación Nacional, trae como desafío inmediato, y también de mediano plazo, la acumulación de fuerzas propuesto –como hemos señalado- para crear una nueva correlación de fuerzas que se exprese en todos los planos, en lo social, cultural, político, ideológico, económico y militar.

Por lo tanto, q?eda establecido que si a mediano plazo no se logran los cambios necesarios respecto del estado de opresión en que se encuentra nuestro Pueblo, que es de opresión frente al Estado, tendrá lugar necesariamente la instalación de un proceso de Liberación Nacional, y este será en contra del sistema de dominación expresado en el Estado y los grupos económicos.

La creación de zonas de control territorial mapuche, crean actualmente las bases en esa dirección estratégica y estas la hemos definido como aquellos espacios recuperados (comunidades más espacios), en donde los mapuche podamos ejercer el poder, revitalizando consigo aquellos aspectos necesarios para autoafirmar una política propia.

La C.A.M., en la actual etapa se encuentra en una fase de acumulación de fuerzas, sobre esta base estratégica en donde convergen dos grandes líneas de acción. La primera, que hemos denominado de RESISTENCIA, que está dirigida principalmente en contra del sistema, del modelo neoliberal, expresado hoy en el wall mapuche en contra de los procesos de inversión transnacional liderados por empresas forestales, energéticas y turísticas. La segunda, es la RECONSTRUCCIÓN del Pueblo Nación Mapuche, sobre base de una ampliación de la fuerza propia a través de un proyecto de rearticulación de comunidades que permita alcanzar mayores grados de organización en la recuperación, ocupación y control de espacios territoriales cada vez más amplios, en donde se revitalice nuestra cultura, la identidad y la condición de Nación Mapuche autónoma.

En esta etapa se hace necesario desarrollar métodos de trabajo acordes con las contradicciones que se producirán, dado el carácter de opresión en que nos encontramos. De modo que las tareas inmediatas serán establecer métodos conspirativos y un trabajo de contra inteligencia que nos permita avanzar en este proceso de acumulación de fuerzas, reforzando así el trabajo político y orgánico con mayor calidad.

En el proceso de construcción de un movimiento mapuche de carácter autónomo hemos de permitir el empleo de una variedad de formas de lucha que tengan como eje central el posicionamiento de planteamientos políticos- estratégicos propios. Por ejemplo, las movilizaciones como formas de presión; las recuperaciones de tierras, inclusive aquellos que tienen como objetivo inmediato forzar el Estado a negociar, pero por sobre todo trabajar e implementar las acciones rupturistas en contra la institucionalidad opresora que nos posicione en un escenario de confrontación abierta con el Estado opresor. En este sentido la C.A.M buscar sobrepasar las lastimeras prácticas de hacer política dentro del marco de la dominación, más aún, en los estrechos márgenes que el enemigo con su “estado de derecho” le concede a nuestro Pueblo. La lucha por la hegemonización de una práctica política autonomista y antisistémica se logrará desde la base y en torno a la creación y consolidación de un proyecto político de liberación, es decir, se trata de ir en ascenso desde los esfuerzos y compromisos que requiere el trabajo de base, agudizando las contradicciones más latentes, movilizar y crear articulación de comunidades teniendo como base un permanente proceso de formación y discusión que nos permita a futuro una recuperación ideológica y política que rompa definitivamente con la institucionalidad opresora. Es en este marco que se hace necesario generar las condiciones para que las comunidades en conflicto desarrollen sus propios mecanismos para la autodefensa y para el control de los espacios territoriales conquistados. Esta es la práctica política que nos diferencia de las otras organizaciones mapuche, como por ejemplo el Consejo de Todas las Tierras, quienes se han quedado en las “movilizaciones” tras las recuperaciones de tierras, y una tibia demanda de autonomía territorial relacionado con el reconocimiento de derechos políticos dentro de este Estado opresor y su institucionalidad.

Sin embargo, al margen de que otros grupos mapuche promuevan la recuperación de tierras ancestrales presionando al Estado, en esto, a la CONADI para que se adquieren esos predios, la C.A.M ha demostrado un salto cualitativo en el marco de la lucha nacionalitaria desarrollando claramente una línea y práctica política coherente con la lucha histórica de confrontación con el sistema. Es por ello, que en el último tiempo esta lucha ha adquirido el carácter mayor de conflicto nacionalitario, es decir, se recoge el planteamiento propiamente mapuche, cultural e ideológicamente con el objetivo de la liberación a través de la autonomía territorial, porque la simple demanda de recuperación de tierras no es suficiente, sino se cuestiona la invasión del territorio mapuche y la dominación de que somos objeto por el Estado chileno.

Es por ello que la demanda debe ser territorial y libertaria y esta debiera unificar a todos los mapuche sobre un eje de dinámica y desarrollo de las comunidades, donde la cuestión territorial, el retorno a territorio ancestral, el concepto de país mapuche irá adquiriendo cada vez mayor connotación de lucha nacionalitaria, con la implementación de las más diversas formas de lucha, desde los distintos frentes de lucha. Por lo tanto, desde esta perspectiva nacionalitaria que va adquiriendo el conflicto mapuche, la C.A.M. plantea avanzar en la conformación de una fuerza política nacionalitaria, sobre la base de un responsable y maduro proceso de discusión ideológica , que sea permanente y que sea liderado –sobre todo – por los sectores más comprometidos en este proceso, proceso de discusión que está en marcha.

DE LA RESISTENCIA Y LA RECONSTRUCCION DE LA NACIÓN MAPUCHE
HACIA LA LIBERACIÓN

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José Llanquilef, Cona.