La actual situación del Pueblo Nación Mapuche es de dominación y opresión frente al Estado chileno. Esto, como consecuencia de la violencia, de la usurpación de los territorios históricos, del arreduccionamiento permanente de las comunidades, del deterioro del suelo y del medio ambiente y de la negación de derechos territoriales, políticos y culturales, violándose en consecuencia, todos los derechos fundamentales de un pueblo originario, situación que se mantiene hasta los días de hoy.

El estado de dominación política y cultural del Pueblo Mapuche se expresa en la marginación y la represión de que son objeto las comunidades, agudizándose cada vez que éstas se movilizan por sus derechos políticos y territoriales.

En efecto, las acciones de recuperación de tierras principalmente en las zonas de Arauco y Malleco, han transformado el conflicto en real y permanente y ha involucrado al Pueblo Mapuche en su conjunto contra el Estado chileno y las empresas transnacionales. El desarrollo de este conflicto ha evidenciado el compromiso que mantiene el Estado con grandes intereses económicos -empresariales bajo un sistema económico, político y social que condena la existencia de los pueblos originarios.

La demanda de restitución de espacios territoriales por las comunidades ha causado un gran impacto, por un lado, porque se plantean históricas demandas territoriales, poniéndose en el tapete el actual sistema de propiedad usurpada basado, principalmente, en la expansión forestal y, por otro, porque el conflicto ya no tiene lugar con propietarios individuales, como fue en el pasado, sino con grandes empresas transnacionales básicamente del rubro maderero - forestal, como también turísticas y energéticas. Estas empresas han protagonizado en las últimas décadas un acelerado proceso de concentración de propiedades en la provincia de Arauco y Malleco, expandiéndose aceleradamente hacia otras zonas de la IX y X región, en donde además existe alta concentración de población mapuche.

En el caso de las empresas forestales, su actividad se centra en el mono cultivo del pino insigne y radiata a fin de satisfacer la demanda de plantas celulosas, aserraderos industriales y exportación de rollizos. Las transnacionales forestales que operan en el territorio ancestral mapuche ya dominan más de dos millones de hectáreas y proyectan como plan de inversión a mediano plazo la ocupación de seis millones de hectáreas como objetivo.

En el actual escenario socio político, con un gobierno "socialdemócrata" en la administración del Estado, la situación del Pueblo Nación Mapuche no ha variado sustancialmente. Este nuevo gobierno mantiene el acuerdo político con las clases dominantes en la forma de gobernar y administrar este país, no alterando la estabilidad social y política que sólo le es funcional a los sectores empresariales que ven sus intereses comprometidos con el conflicto mapuche.

El Estado pretende contener la lucha mapuche a través de dos grandes líneas de acción: por una parte, la represión, comprometiendo a todas las instituciones estatales (principalmente judicial y policial), y permitiendo el impune accionar de las "guardias blancas" de los empresarios y latifundistas; por otra parte, la implementación de políticas sociales de orden paliativas y asistenciales, con ofrecimientos que están lejos de resolver las históricas demandas de Autonomía y Territorio, toda vez que se persiste en mantener intactos los intereses de las transnacionales, aceptando sobre todo la marcha de un proceso de inversión capitalista en nuestros territorios ancestrales que de no detenerse nos condena al exterminio.

Si a esto le sumamos los vergonzosos "acuerdos políticos" del Estado con algunas organizaciones mapuche cooptadas, tenemos un cuadro que evidencia la línea histórica del Estado de integrar forzadamente y dominar al Pueblo Mapuche.

Consideremos además, el hecho de que con la "democracia" se establece un sistema político que ha permitido refundar y consolidar a la clase dominante sobre la base de mantener las mismas estructuras de poder de dominación capitalista. Esto se evidencia claramente en la contradicción sistema capitalista-Pueblo Nación Mapuche, en donde el proceso de inversión transnacional en el territorio ancestral mapuche implica ya una política de Estado.

Por ser los administradores del poder de dominación, las ya muchas iniciativas gubernamentales de la "concertación" para contener la movilización mapuche han fracasado, en cierto modo, ya que éstas se han traducido en una agudización del conflicto, como consecuencia de la fuerte represión por parte de las fuerzas policiales y los guardias privados de las forestales y particulares en contra de las comunidades movilizadas.

Por otra parte, el fuerte empresariado chileno ya ha consolidado no sólo su poder económico, sino que además la línea política, y es muy probable que se convierta en poder político (la derecha) en la administración del Estado en las próximas elecciones, esto debido también a la subyugación y confusión de la concertación ante los poderes de dominación.

En este sentido, el nuevo escenario, con el "conflicto mapuche" en que se ha golpeado al modelo económico y a la superestructura política e ideológica del Estado, es decir, se han resentido el Estado y las transnacionales, el gobierno ha persistido en la contención de la política autonomista y nacionalitaria del movimiento mapuche. La línea estratégica del Estado será entonces la neutralización del conflicto y para ello utiliza su influencia política sobre determinados actores políticos o sociales.

Por lo anterior, se puede concluir que la actual administración sólo se compromete bajo una visión indigenista a asumir un rol tutelar de corte asistencialista hacia los pueblos originarios, en donde la política social del Estado es parte de una estrategia política mayor que tiene como objetivo amortiguar el descontento de las comunidades.

Por su parte, las comunidades en conflicto, principalmente las agrupadas en la C.A.M. mantienen su postura de hacer frente a los procesos de inversión forestal en zonas de conflicto a través de las recuperaciones de tierras y el ejercicio de derechos políticos y territoriales. Dicha situación ha generado una serie de sucesos, que generalmente no tienen cobertura por gran parte de los medios de comunicación, o bien son desperfilados con el claro objetivo de minimizar el conflicto, queriendo con ello atomizar al movimiento mapuche.

A continuación se incluyen algunos antecedentes actualizados de los procesos de recuperación de tierras de las comunidades agrupadas en la C.A.M., poniendo énfasis en las primeras experiencias de control territorial mapuche en zonas de conflicto; posteriormente se entregan antecedentes de otras comunidades con antiguas demandas de tierras, pero que se encuentran en un proceso de estancamiento, convirtiéndose en potenciales comunidades en conflicto.

 

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