Edición 1991, licencia
No. 002357 del Ministerio de Gobierno.
Quincena del 16 al 29 de septiembre de 1998. Economia: Entre
las expectativas y la incertidumbre
Paginas editoriales: Enfoque: El hombre de la máscara de
hierro
Mirador: La filosofía Militar.
El G-8 por el derecho a la comunicación Festival Internacional de Radioaficionados Reforma Política:
Declaración del Partido Comunista.
Tema central:
Laborales:
La página del Partido:
La personería del Partido.
Ideología:
Internacional:
"Mientras quede memoraria, habrá esperanzas"
Ultima:
Día colombiano de los derechos humanos.
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"Mientras quede memoraria,
habrá esperanzas"
A 28 AÑOS DE LA UNIDAD POPULAR DE CHILE Han pasado 28 años del triunfo electoral de la Unidad Popular de Chile, que llevó a la Presidencia de la República al socialista Salvador Allende. También, 25 años del golpe militar fascista de Augusto Pinochet. En los años 50 y en los números pares de la tercera cuadra de la calle Serrano, aledaña a la principal arteria de la capital, la Avenida Bernardo O’Higgins, se fraguó el más importante referente político de la izquierda, el “Frente del Pueblo”, integrado por socialistas doctrinarios y comunistas. El paso siguiente sería la creación del Frente de Acción
Popular (FRAP), que obedecía no a un simple acuerdo electoral, sino
al desarrollo político logrado por la izquierda chilena que conduciría
a un proyecto de largo alcance y que tendría en la unidad socialista-comunista
el eje y motor de los cambios y triunfo posterior logrado por la Unidad
Popular (U.P.), con Salvador Allende. Este último componente político
se vería enriquecido con otras fuerzas que hicieron su propio aporte,
entre ellas el Partido Radical depurado de los elementos reaccionarios,
el MAPU y la Izquierda Cristiana, desprendimientos valiosos de los elementos
más progresistas del Partido Demócrata Cristiano, a los que
se sumarían sectores independientes y elementos militares retirados,
suma que
Fusión de lo social y lo político Paralelo a tan mayúsculo acontecer de la sociedad humana, en Chile se fraguó algo que les molestaba mucho a los reaccionarios de todos los pelajes, la fusión de lo social con lo político, aval necesario para hacer realidad los cambios y clara demostración de elevada conciencia, a lo cual contribuyera la Central Unica de Trabajadores de Chile. Los mil días de existencia de la Unidad Popular demostraron ser los más democráticos que se hayan dado en toda la historia de Chile. Allí se mantuvieron plenamente abiertas todas las instancias electorales reforzadas con la participación de las mayorías, las plenas libertades sindicales pilares éstas del conjunto de las libertades democráticas en general y los derechos humanos. Se logró la libertad más amplia de cultos expresada en la circunstancia que en el gobierno popular se efectuara el Primer Congreso Ecuménico con participación de todas las Iglesias. En esos mil días de la U.P. no se conoció de torturas ni de desapariciones, ni de asesinatos aleves que serían la constante de lo que vendría con el régimen militar de facto en manos de un dictador sangriento. La Unidad Popular hizo posible en esos mil días que se efectuaran las reformas estructurales más grandes y beneficiosas con que es posible sueñe un pueblo y que en los actuales días del neoliberalismo, será un sueño que ocurra cada hora, cada día. La nacionalización de las riquezas naturales, la liquidación de los monopolios y del capital bancario que agobian a pequeños industriales, comerciantes y agricultores los cuales no tienen injerencia alguna en las decisiones económicas y que tienen en su puño al conjunto de la sociedad: la Reforma Agraria, necesaria para salir de la crisis en el campo y salvaguardia para el medio ambiente ecológico, que significó la participación del campesino y sus familias en los Centros de Reforma Agraria o CERAS, y de todas las instancias democrati-zadoras que hicieron de las reformas del gobierno popular, un conjunto de medidas que tocarían la base del sistema. Esos mil días Esos mil días, dejan en manos de los chilenos y de los hombres avanzados una experiencia y legado de vigencia histórica. Ella muestra aristas que no sólo hay que verlas con el dolor de la derrota, sino en la dimensión del análisis espe-ran-zador de los factores internos al movimiento y de aquellas otras lecciones que corresponden a aquellos a los cuales se enfrenta, todo bajo una cosmovisión global de que el capitalismo mundial arrastra a las sociedades a las peores crisis, sufrimientos y calamidades. La Unidad Popular cuyo programa se proponía pasar del capitalismo dependiente a un proceso de transición por una vía no capitalista en la perspectiva hacia el socialismo, exigía ampliar todavía más el arco político mediante una política de alianzas que concordara con otros sectores tanto civiles como militares constitucionalistas que rechazaban la salida antidemo-crática. Un segundo momento era el que las conquistas logradas debían ser defendidas de los elementos más reaccionarios que echaban mano a los métodos legales e ilegales y ante lo cual el estado mayor político de la U.P. por divergencias en su seno, vio desfasada la oportunidad precisa de anticiparse a la asonada armada, a los sabotajes y atentados en el que es el adiós de la burguesía a la legalidad que tanto dice defender. Digamos que, en su legitimidad, el gobierno popular no tocó
todas las
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