Enfoque
El cuatrienio perdido
Por Alvaro Vásquez del Real
Quisiéramos destacar los que nos parecen los rasgos más significativos
de este desastroso cuatri-enio, que de todos modos refleja lo general de
la dominación de la élite gobernante y lo peculiar de la obra y la
personalidad de Samper.
Al momento de su elección, núcleos de las corrientes democráticas lo
apoyaron, dentro del criterio conformista del mal menor. O del menos
peor. Pero en esa forma contribuyeron a mantener en la ilusión, mil
veces derrotada por la dura realidad, que de todos modos es preferible
estar con los que parecen más accesibles a las quejumbres del pueblo.
Una vez más, la lamentable crónica del equipo samperista ha
requetecon-firmado que este es un camino tramposo que sólo conduce al
fracaso de las esperanzas populares.
Samper entró al ruedo de una política de paz con mucho brío. Cuando se
trató de concretar un diálogo en La Uribe, el «ruido de sables» lo
espantó por el resto de su período. El escabroso camino de su relación
con los mandos militares dirigidos por el general Bedoya no hicieron más
que confirmar la debilidad propia del gobierno. En ninguna otra época la
violencia alimentada por los planes militaristas y multiplicada por el
escandaloso crecimiento de los paramilitares como llanta de respuesto de
las Fuerzas Armadas oficiales, había llegado a la más sangrienta de sus
expresiones. El gobierno Samper se ganó el récord mundial de todas las
variantes de la violencia: en los cuatro años se cometieron 237
masacres, 62 asesinatos selectivos, con 3.032 muertos, 278 heridos, hubo
centenares de desaparecidos, se expulsó por la fuerza a miles de
familias de diversas zonas del país, hasta el punto de que actualmente
el número de exiliados internos en Colombia se acerca al millón y medio
de personas.
En su política económica, aunque trató de mimetizar el modelo neoliberal
con el cuento de «ponerle corazón a la apertura», apenas si practicó una
política asistencialista de tercera mano, cuyos resultados son más que
precarios. Mientras tanto, los ejes centrales de las relaciones con los
trabajadores están a la vista: mantenimiento de la inflación que este
año crece aún más, baja del salario real, desocupación que ha llegado al
tope nunca registrado del 16 por ciento, precariedad del contrato de
trabajo, crisis del SENA, etcétera. En lo macro: deterioro continuo de
la industria transformativa, desmantelamiento de la agricultura, falsas
ilusiones sobre la industria extractiva a pesar del entreguismo de la
política petrolera, derrumbe de la construcción e inicio de la crisis
financiera. Al entregar su mandato, la economía nacional arrastra una
grave recesión en medio de altos precios para los consumos populares, un
elevado déficit fiscal, una balanza comercial deficitaria y un
desbalance cam-biario de cerca de 5.000 millones de dólares. Como nunca,
el presupuesto nacional está dedicado a pagar la deuda pública, a elevar
los gastos parasitarios de la guerra y la represión y a reducir las
inversiones.
A pesar de las ocasionales frases oficiales contra la política
norteamericana, ningún gobierno había llegado a tal grado de abyección
ante la dominación yanqui. Todas las exigencias de ésta han sido
cumplidas, con pretexto en la lucha contra el narcotráfico, alimentada
por el complejo de culpa de un presidente elegido con los dineros del
Cartel de Cali. Todos los tratados, las leyes y las conductas
gubernamentales que han exigido los norteamericanos han sido cumplidos y
aceptados.
Lo característico de este cua-trienio es la larga crisis de
gober-nabilidad presidencial. No puede entenderse la actitud y los
hechos del gobierno Samper sin tener en cuenta este signo de perpetua
agonía de un Presidente, chapoteando todo el tiempo en medio de las
concesiones a los Estados Unidos, la conciliación con la ultraderecha y
el militarismo, el clientelismo y la corrupción.
Durante este período la corrupción ha sido como el aire que respira el
sistema, el hálito de descomposición de los partidos, especialmente del
liberal, el entorno natural en que se ha movido. Como un corcho en un
remolino, el gobierno ha sido barrido por todas las corrientes y se ha
sacudido al impulso de éstas.
Algunos se hacen las preguntas al momento de balancear este trágico y
oscuro gobierno, cómo se ha sotenido y por qué no cayó a pesar de los
ataques de la ultraderecha, de la inconformidad del pueblo y de las
presiones yanquis. Bien podría decirse que se ha sostenido porque ha
logrado maniobrar en todas las direcciones, sin importar las
consecuencias. Y no se cayó porque los Estados Unidos, cuya política
siempre fue el factor principal de su continuidad se caracterizó por el
criterio pragmático de que era mejor arrancarle concesiones que
tumbarlo. Los yanquis han sostenido a Samper, tal como lo decía Lenin,
así «como la soga sostiene al ahorcado».
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