Utopía // 1ro de junio de 2006

Internacional

¿Cuál es la integración que necesita la revolución?

Ante la enérgica discusión que se ha dado en el país después de la incorporación de Venezuela al MERCOSUR y, más recientemente, de nuestra salida de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y del G3, vale la pena hacer un breve análisis de estos esquemas de integración económica y de las alternativas planteadas por los revolucionarios de Latinoamérica y el Caribe.

Los tres esquemas de “integración” mencionados obedecen en principio, al mismo carácter de los Tratados de Libre Comercio (TLC) de favorecer a las grandes empresas, aunque entre ellos existen variaciones en la intención política y en el contexto en el que surge cada uno.

El primero en firmarse fue la CAN, con la intención de establecer un mercado preferencial para las grandes empresas de cada uno de los países miembros en la época de la Sustitución de Importaciones de los años 60. Después del recrudecimiento de las políticas neoliberales acordado en el Consenso de Washington, surgen el MERCOSUR y el G3; el primero con la intención de proteger de la invasión comercial a varias de las economías crecientes de la región, principalmente del monstruo económico estadounidense; y el segundo, por el contrario, adoptando íntegramente los preceptos de comercio internacional acordados por la gran burguesía transnacional y sus instituciones internacionales (OMC, FMI, BM, etc.).

El origen de la mayoría de los esquemas de integración imperantes, por no decir todos, obedece por completo a la libre competencia capitalista y favorece a aquellas grandes compañías cuya elevada productividad, resultado de la explotación masiva de los trabajadores, les permita transnacionalizarse y volverse competitivas en el mercado internacional.

Además de esto, la efectividad y el rumbo de estos esquemas dependen exclusivamente de la voluntad política de los gobiernos que estén de paso en cada país, razón por la que esa “integración” es sumamente inestable; entonces valdría la pena preguntarse ¿ese modelo de integración es el que requieren los pueblos en la lucha revolucionaria? Nuestra respuesta es un contundente no.

A pesar de ello, existen esquemas como el MERCOSUR que nos sirven coyunturalmente, pues permiten proteger nuestras economías de la invasión masiva de productos de las grandes economías imperialistas y a la vez establecer en la región un polo de influencia política y económica considerable. La diferencia del MERCOSUR con el resto, es que a los gobiernos que lo integran les interesa su desarrollo nacional y, aunque no sea suficiente, están aplicando mancomunadamente planes sociales importantes. Pero no deja de depender de la voluntad de los gobiernos y, aunque por el momento la mayoría de ellos sean políticamente afines, bastaría con que alguno firmara por ejemplo, un TLC con los EEUU o alguna otra potencia para acabar con ese proceso de integración, pues con eso podrían invadir comercialmente a todas las economías de los países miembros. Precisamente esto fue lo que pasó con la CAN, principal razón de la salida de Venezuela ante la inminente firma de los TLC: Perú-EEUU y Colombia-EEUU.

El gran problema de estos mecanismos de integración es que no dan participación a los pueblos, y eso es natural porque el principal sujeto de ese modelo de integración es la burguesía industrial y financiera de la región y obedece por completo a la lógica del capital. Entonces, ¿Cuál es la integración que necesitan los pueblos para conquistar la revolución?

La integración que necesitan los pueblos es la que ejercite el internacionalismo proletario, la solidaridad y la cooperación en las luchas de cada pueblo. Es importante que no sea sólo la política del Estado la que incluya este importante elemento de la revolución, sino que toda organización social, frente o partido revolucionario debe darle la merecida importancia a crear organizaciones que rebasen incluso esas falsas fronteras que nos impuso el colonialismo; debemos establecer organizaciones regionales para combatir al imperialismo y a la lógica del capital, y eso requiere de la fortaleza de todas las clases oprimidas del mundo organizadas en grandes frentes antiimperialistas.

El sujeto de la integración que debemos construir ha de ser todo el pueblo trabajador es decir, el beneficio de cualquier mecanismo de integración debe ser exclusivamente para los pobres y trabajadores, no para la burguesía como es hoy día. Y más aún, desde esos espacios hay que procurar combatir a la gran burguesía transnacional que hoy domina esa falsa integración.


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