Sordon // 1ro de junio de 2006

Idearios

Los Compañeros

“te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia”
Mario Benedetti-Te Quiero

“Claro que sos mi camarada
porque sos más, sos siempre más.
Hay la ruta en común, el horizonte
dibujado con lápiz de esperanza,
hay la amargura del fracaso
a la hora en que los hornos no se encienden
y hay que pelear de nuevo el carbón del mañana.”
Julio Cortázar – La Camarada

Muy poco se ha discutido sobre la relación de pareja dentro de la lucha por la revolución; casi nada en revistas teóricas del marxismo, casi nada en documentos de un partido revolucionario, casi nada en un comité central o en una célula. Para ir adentrándonos en los temas relativos a las subjetividades de los militantes, comencemos por la pareja en la organización revolucionaria.

Lenin, al terminar de comprender el marxismo, planteó que todo aquello que no contribuyera a la toma del poder por parte del proletariado para la instauración del socialismo, debía ser desechado. Quizás sea esa la razón por la que se ha desechado la discusión de la situación subjetiva de cada cuadro en muchas organizaciones revolucionarias. Sin embargo, este tema claro que afecta la toma del poder, porque afecta a cada militante y por ende, su desempeño dentro de la lucha revolucionaria.

Y es que en el asunto del amor de pareja, que se da de manera natural en los hombres y mujeres, sean o no revolucionarios, también afecta la vida cotidiana y por ende su cultura, su manera de ver el mundo, sus prioridades, entre otros.

Veamos, un cuadro podrá ser muy revolucionario, pero si cuando está en su casa, convive con una pareja que no comparte sus ideas, tiene tendencias reaccionarias, ve la lucha como un juego o una maña que él o ella tiene, existirán altas probabilidades de que el cuadro en cuestión termine creyéndolo también y abandone la lucha, por el simple hecho de pasar más tiempo con su pareja, que es quien le calienta los pies en la cama, que en la lucha revolucionaria. También puede ocurrir que la convicción sea más fuerte y se produzca una separación.

Por eso es de vital importancia el tema de los compañeros, no sólo en la casa, no sólo en los besos o el amor del uno al otro, sino también en la lucha por la revolución, consciente cada uno del camino duro y difícil que deberán recorrer juntos y del mutuo apoyo que deberán ofrecerse. Los compañeros serán garantía de una nueva cultura, la de la pareja revolucionaria que día a día debate, genera ideas, se autocritica en la práctica y se anima mutuamente a la acción revolucionaria.

El revolucionario o la revolucionaria que tiene una pareja no revolucionaria es un posible portador de la ideología capitalista. Si la convivencia se desarrolla sin la discusión sobre la lucha o si los dos no la comparten, pudiera ganar la ideología capitalista y si ese revolucionario o revolucionaria está asumiendo tareas importantes para la construcción del socialismo, es muy probable que estas tareas se vean afectadas por la visión capitalista que se ha infiltrado en su vida a través de su pareja. Esto ocurre porque la relación de pareja genera fuertes presiones subjetivas cuando no ha sido edificada sobre la base de un amor verdaderamente revolucionario y liberador. El individualismo, por ejemplo, así como el egoísmo, la enajenación y hasta la indolencia, son valores típicos del capitalismo que suelen adueñarse de la relación de pareja.

Ahora bien, ¿significa esto que todo revolucionario debe tener una pareja que esté muy comprometida con la revolución? La respuesta sería no, pero un verdadero cuadro debe tener la capacidad de incluir a su pareja en la lucha, tal como lo debe hacer con las masas con las que trabaja, tal como lo hace la organización en el día a día.

“mi táctica es hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible”
Mario Benedetti-Táctica y Estrategia

Claro que sos mi camarada
porque sos la que dice no, te equivocaste,
o dice sí, está bien, vayamos.
Y porque en vos se siente que esa palabra es una
lenta, feliz, necesaria palabra:
hay cama en camarada,
y en camarada hay rada,
tu perfume en mis brazos,
tu barca anclada al lado de la mía.”
Julio Cortázar-La Camarada

En nuestro país este problema se desarrolla mucho más por el machismo. Muchos compañeros no incluyen a sus compañeras en la lucha revolucionaria por prejuicios machistas, y las dejan a las tareas que ellas han venido haciendo desde hace tiempo. El revolucionario deberá esmerarse por el desarrollo intelectual y práctico de su compañera, con el debate, la autocrítica y la práctica revolucionaria. La compañera se podrá incorporar en la lucha y compartirá los males y aciertos de ambos, pero también podrá destacarse en el debate, en el trabajo organizativo de las masas, en la acción directa y más. La Camarada tendrá pues un papel importante en la revolución y no el de esperar al compañero en su casa con la comida caliente, sino el de militar “en la calle codo a codo” siendo “mucho más que dos”.

El amor es buen consejero si es amor mutuo y por la revolución.


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