Utopía // 1ro de mayo de 2006

Internacionales

Crisis del Capitalismo y UnidadLatinoamericana

Por Globalización se entienden muchos y dispares fenómenos: la apertura del mercado internacional, las facilidades de comunicación, la integración de las culturas, etc; pero todas estas son situaciones que tienen su verdadero origen en la configuración de las relaciones de producción y de poder del capitalismo monopolista. La historia del capitalismo, que es la historia de la concentración de capitales, ha transitado distintas etapas que se han ido superando, unas a otras, y que han representado diferentes relaciones con el poder, de manera de garantizar su continuidad como sistema económico mundial.

En una primera fase, la relación capital-trabajo permitió el curso de las relaciones de producción capitalista y el desarrollo de las fuerzas productivas, hasta un punto en que la tendencia monopolizadora coartó su siempre invocada libre competencia. Es entonces cuando los estados nacionales comienzan a quedarles pequeños a estos capitales y tienen necesariamente que comenzar a expandir sus mercados hacia otros estados, es decir, comienza la transnacionalización del capital y por ende estos estados nacionales se transforman en estados imperiales. Estos estados son entonces coaccionados por una suerte de institucionalidad mundial imperial, de manera de que no ejerzan el mínimo control sobre la comercialización de los productos transnacionales, además de que se mantengan en permanente sumisión ideológica frente a las múltiples crisis que genera el sistema capitalista imperial.

El capitalismo no es un sistema que llegue a alcanzar un estado de equilibrio, por el contrario, está constantemente generando y profundizando contradicciones, que lo van llevando inevitablemente a crisis más y más agudas, y con ello, la posibilidad cada vez mayor de que las fuerzas revolucionarias que se gestan entre sus intersticios, le den un golpe definitivo que haga trascender a la humanidad a un estadio superior de vida. La crisis actual se genera por la incapacidad de producir masas de capital sin caer en la sobreproducción, lo que profundiza las contradicciones capital financiero vs capital productivo y de los capitales transnacionales entre sí.

El capital transnacional, ha pasado ya por una crisis de sobreacumulación, que lo obliga a controlar la producción y a movilizar parte de las masas de dinero hacia el mercado financiero, cuya especulación se convierte en un arma de doble filo para ellos: por un lado garantiza el flujo de capitales entre los estados imperiales, pero por el otro genera aún más capital inorgánico, es decir, capital que no está respaldado por la producción, y que no puede retransferirse a ésta sin generar sobreproducción, es así como surge la crisis terminal del capitalismo mundial, que cada vez se recrudece más. Es por eso que decimos que el capital transnacional va a tomar fases cada vez más agresivas.

Hoy día es poco probable que el imperialismo norteamericano invada a Venezuela, sin embargo, en la medida que aumenta la crisis económica y energética aumentan las posibilidades de que cambien de estrategia en la región latinoamericana, por lo que las respuestas a esta crisis no pueden ser salidas locales o nacionales exclusivamente. La posibilidad de la toma del poder por los revolucionarios en el mundo requiere de ir avanzando en construcciones orgánicas internacionales que nos permitan enrumbar las fuerzas revolucionarias del continente hacia la derrota definitiva del capitalismo.

A partir de la experiencia venezolana, es que entendemos la urgente necesidad de hacer realidad el viejo sueño de la integración latinoamericana y del Caribe. Si tenemos el mismo enemigo, atacándonos por diferentes flancos y moviéndose entre nuestros gobiernos como si no existieran fronteras, es lógico pensar que, asumiendo la pelea cada pueblo de modo aislado, nunca seremos capaces de atestarles un golpe definitivo.

La unidad de los revolucionarios es la única opción tangible con la que cuentan nuestros pueblos para hacerle frente a la agresión imperialista que nos viene, y más aún, aprovechando el momento histórico actual de crisis definitiva del capitalismo mundial. Entendemos la unidad, como una integración no solamente económica, sino sustentada por una coordinación y organicidad de las luchas populares, de las organizaciones revolucionarias de nuestros pueblos que garanticen su continuidad y planteen objetivos estratégicos para la lucha revolucionaria y para la construcción del socialismo en la región.


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