VOLVER

 

TRABAJADORES, MUNDO LABORAL, DERECHOS HUMANOS Y SU SITUACIÓN  EN COLOMBIA.

 

 

Carlos G. Alvarez H.

Profesor Honorario

Universidad Nacional

Sede Medellín

MÓDULO ECONOMÍA PETROLERA

(Material para taller)

Este artículo fue presentado en la Cátedra Ernest Ghul en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional en Bogotá hace un par de años. El grueso del trabajo sigue teniendo validez, en especial para entregarlo como material de un taller de discusión sobre política petrolera en Colombia.

La redacción no se revisó completamente , por lo cuál se pueden encontrar en el texto ciertas  inconsistencias temporales.( cga, agosto 13, 2002)

 

1. LAS OPINIONES Y PROPUESTAS  SOBRE POLÍTICA DE PETROLERA Y RRNN

 

Las apreciaciones que existen en el país sobre el asunto de políticas sobre recursos naturales se van a revelar como bastante conflictivas; poner en evidencia cuáles son los intereses contrapuestos y hasta lícitos para todos los agentes, abrirá paso al examen de  la forma de resolverlos de manera sí no consensuada, sí democrática.

 Me parece que una reflexión sobre los intereses contrapuestos en el terreno de la política ambiental y de recursos naturales, es vital en el entorno de búsqueda, un poco caótico quizá, de la paz o más precisamente, de la solución negociada de los conflictos políticos y sociales colombianos. Tal inquietud está sin duda como telón de fondo de algunos requerimientos de la insurgencia en particular y de muchos ciudadanos y organizaciones sociales que pertenecemos a lo que yo preferiría llamar sociedad desarmada en vez de la sociedad civil.

 

Antes de entrar en detalle bien valdría la pena hacer una glosa al término de “sostenibilidad”[1] (esta categoría que tiene un claro sentido físico, tiene como propósito político entregar mayor bienestar a la sociedad presente sin menoscabo del bienestar de la sociedad futura), que cobra gran fuerza a partir del reporte ya célebre de la Comisión  Brundtland[2]. En particular el significado dado a este término por parte de un bloque importante de economistas ha sido de un desarrollo económico sostenible, es decir, la creación de valor monetario que se desarrolla o crece al infinito.  Este es un buen deseo que una buena parte de economistas tiene, pero tiene un punto de partida difícil de aceptar, desde las ciencias naturales. Si algunos economistas parten de que los recursos naturales son inagotables, es bastante obvio que se podría llegar a la situación de un valor monetario que tiende al infinito, este es el primer punto de partida. Pero si constatamos que justamente en el punto de partida de la definición de economía como el “uso de los recursos escasos frente a usos alternativos” y necesidades literalmente invalorables, infinitas, nos encontramos ante una contradicción bastante notable; en efecto, la economía parte de que los recursos son escasos, y se agregaría adicionalmente que éstos no solamente son insuficientes sino que son agotables si aceptamos los principios de la termodinámica y en particular el segundo principio (es decir que el uso de la energía-materia implica una degradación irrevocable en su calidad en un sistema cerrado) ; pretender lograr un crecimiento exponencial de la riqueza monetaria con recursos físicos limitados no parece posible.

 Ya en este punto, por estar en un sistema cerrado físicamente, pero abierto a un flujo energético externo proveniente de una fuente “inagotable” en la escala humana como es el sol, abrimos una ventana para retomar lo que la economía fisiocrática francesa del siglo XVIII buscaba lograr : un “Producto Neto” “eternamente renaciente”; esta sería pues una mejor definición de “desarrollo sostenible”; es decir una actividad económica humana acompasada con los ritmos de creación/destrucción/reconstrucción emanados de la naturaleza.

Se debe pues hablar de creación (“desarrollo”) de un excedente sobre las posibilidades que otorga la naturaleza, es decir limitado por sus leyes.

En términos estrictos, la “sostenibilidad” se debe referir al uso racional del único elemento de flujo finito que esta presente en la naturaleza, o que podría estar presente en las posibilidades de un desarrollo llamémoslo material o económico, y que busque resolver los problemas de la sociedad actual y futura.

 

Si esta sociedad tiene una tasa de gastos de los inventarios que posee, superior a las posibilidades de regeneración que le brinda el acceso o la entrada de energía solar del exterior, estamos caminando al despeñadero. A pesar de que los economistas de la “corriente principal” al gasto irrevocable del reducido inventario de petróleo lo llaman “acumulación”, nos encontramos sin duda frente a un contrasentido. Si miramos el valor monetario actual de un millón de BTU de “fuel oil”, o de crudo, este debe estar en el orden de cuatro dólares y medio que es el valor del petróleo, pero si miráramos el valor de una unidad renovable, por ejemplo de paneles solares estamos hablando de que esta unidad vale unos 15 a 20 dólares el mismo de millón de BTU.

 

Es decir, es bastante claro que el proceso de asignación de recursos por el sistema de precios, que es otra de las verdades que se deberían aceptar en economía, no funciona, porque estamos viendo que entre dos o tres formas de energía hay dos o tres precios y justamente el elemento que se agota es el más barato. Es bastante claro pues, que el actual sistema de precios no está bien diseñado y no puede, por tanto, percibir la racionalidad del gasto de los recursos no renovables  y asignarle en consecuencia un precio “racional”.

 

Para precisar el sentido de una lógica más amplia, que en cierta forma supere la razón hoy única del valor monetario y que, por tanto,  ilumine la toma de decisiones en el terreno ambiental,  se puede afirmar que la sociedad debería diseñar políticas energéticas y de recursos que contemplaran varios criterios.

 

Sin duda se ha de estimar un aspecto económico y aquí vamos a entrar a examinar las contradicciones evidentes que emergen tras la consideración de ese tipo de criterio. Se ha de consignar también en las políticas de recursos un aspecto ecológico y , en fin, un aspecto político. Vamos a ver que contradicciones evidentes existen por ejemplo en Colombia[3].

 

 

Se empezará la reflexión considerando el aspecto económico.

 

Si hay un elemento económico de gran importancia como lo es la transferencia  del excedente al gobierno, este principio de máxima captura estatal de la rente, proponiendo producir o extraer un 1.500.000 barriles diarios de las reservas colombianas (que no son más de dos décimas del 1% de las reservas del planeta, es decir,  una cosa que tiende a cero realmente), es una postura económica de corto plazo, está en contradicción con una postura incluso económica de largo plazo.

Qué aconsejaría una postura económica de largo plazo?

En primer lugar conocer el inventario que se tiene, cosa que no es cierto en Colombia; se debería además tener una idea del inventario general del recurso y las tendencias del consumo de los materiales semejantes; en este punto valorar las tendencias futuras del mercado; se debe saber además que en la formación del precio de los recursos energéticos y naturales actúa la llamada renta del suelo. Que quiere decir esto?  Que el precio de mercado está influido en primer lugar hoy por la fortaleza de la propiedad territorial (muy pocos propietarios controlan más del 70% del total de las reservas de todos los hidrocarburos por ejemplo); en segundo lugar, los altos costos de producción de los yacimientos marginales y los materiales de sustitución, dan el indicador físico técnico de los umbrales mínimos de precios ante una cierta demanda a ser satisfecha. En fin, en este aspecto económico si todas las estimaciones de consumo son de una tendencia al alza, lo más probable es que los precios también estén al alza[4].

En segundo lugar, conocido lo anterior, asignar por medio de algún de tipo de acuerdo social, el gasto en cierta proporción; lo que la racionalidad diría es que se gaste más del recurso energético más abundante, y que se gaste menos de lo que menos se tiene.

Pues bien, justamente el recurso menos abundante (hidrocarburos) se gasta más; es la lógica que está impulsada por el deseo de gastar  que tienen los gobiernos de turno y es bastante obvio que no hay allí posturas económicas de largo plazo, ni lo que pudiéramos llamar posturas de Estado frente al uso  público meramente  económico de los recursos. Hay allí un elemento contradictorio con otro agente que participa en este proceso, fuera del gobierno; participan, sabemos, agentes privados fundamentalmente multinacionales que desean maximizar su flujo de caja en el corto plazo porque el patrón de comportamiento que tienen es dirigido por la maximización de la tasa interna de rentabilidad, o el valor actual neto. Como se sabe, se estima que el valor del dinero en el tiempo es mucho mayor cuanto más próximo se esté del punto de referencia, porque estamos “castigando” con un descuento por ejemplo en el lejano año veinte y en el año diez y nueve, etc., hasta llegar al año actual con un cierto porcentaje de demérito del flujo de caja (no se considera la inflación). Es claro que el incierto ingreso del año veinte tiene menos valor que el ingreso del año uno. El “castigo” se hace pues por la separación en el  tiempo del ingreso futuro frente a la inversión de hoy; usualmente es una tasa de interés (quizá la del mercado), el parámetro que cumple tal cometido.

Es claro inclusive que desde el mismo punto de vista micro-económico de la empresa, esta postura, de favorecer el valor actual neto de los flujos de efectivo futuros tiene también importantes problemas; en efecto, no es claro cuál va a ser la tasa de interés futura en comparación con la actual, si la tasa futura es muy alta, el resultado de actualización es distinta a la de una baja tasa de actualización, si fuera muy alta en el futuro, podría pensarse que es mejor gastárselos ya por ejemplo.

Hay pues en este terreno económico, en resumen, grandes elementos contradictorios desde el punto de vista de la misma microeconomía empresarial, y hay también, se insiste, una contradicción radical frente a los intereses económicos estratégicos de la Nación y los intereses de muy corto plazo que tienen usualmente los gobiernos, (y todavía no estamos hablando, que se quieren  simplemente robar los fondos y puede ser otro elemento para introducirlo en la discusión); simplemente desde el punto de vista de la microeconomía y la macroeconomía hay grandes intereses y criterios divergentes.

Se puede ilustrar esta afirmación , recordando que un interés de largo plazo, macroeconómico, en el caso de las industrias energéticas, podría ser generar actividades industrializantes en la gestión o en el uso o en el gasto de la energía; con esta política podríamos entrar a la mirada teórica de la llamada “sostenibilidad débil” que en algún grupo de economistas propone; se trataría de reemplazar un activo que se acaba, por activos físicos en teoría de duración infinita -cosa que tampoco es razonable-; esta propuesta sería menos mala que la extracción acelerada de petróleo por ejemplo, para el gasto total de los ingresos monetarios de manera inmediata. Tampoco una política semejante es razonable si no se está conciente socialmente de que se propone gastar la energía que llega o es captada por un sistema que tiene un inventario y que es un flujo finalmente (el stock es un flujo acumulado),  pues no se considera en este hecho biofísico vital, pero por lo menos se podría decir que es menos nocivo que gastárselo ya pagando la deuda externa, que puede ser una salida que a algún economista brillante se le puede ocurrir.

De hecho desde un punto de vista meramente económico y físico hay agentes estatales o sociales que tienen una cierta capacidad grande para el examen de elementos del sistema energético; me refiero a compañías como Ecopetrol y muchas electrificadoras públicas que pueden reconocer y tener gran suficiencia técnica para conocer el sistema, sus tasas de agotamiento, la situación internacional de ajustes de economía y de geopolítica para decirle a la sociedad  señores, “estos elementos están tras el primer plano del escenario económico” y deben ser tenidos en cuenta para, por ejemplo, disminuir la tasa de gasto irreversible de los recursos no renovables. Esto desde el punto de vista llamémoslo económico general; podríamos también desde otro punto de vista económico, señalar que las administraciones locales y regionales tienen la idea o la intención o el deseo de maximizar la transferencia sin ningún tipo de control para maximizar su gasto y quizás sus rendimientos o sus dividendos políticos o sus intereses personales; es bastante obvio que esta postura se opone a un uso social y racional de los recursos. Las entidades locales ya se ha visto,  y esto no quiere decir que vaya a ser así siempre, han tenido la desafortunada salida de hacer gastos inútiles y un tanto corruptos en el manejo, por ejemplo, de las regalías del petróleo. Así pues, entre el interés político local y el interés que podríamos llamar nacional, se puede presentar una importante contradicción en el plano económico.

 

Vamos a hablar ahora de una mirada a la política de recursos energéticos y naturales con un criterio ambiental o ecológico a los recursos naturales.

 

Ya se decía que el gobierno y las compañías multinacionales  tienen el interés en que no exista ningún tipo de restricciones en el gasto. El gobierno o lo gobiernos no creen en aquello de sistemas energéticos ni que son agotables ni que son diversos y complejos, no!; hay que sacar un millón doscientos mil barriles día para exportar,  por ejemplo, y encajar el dinero por parte del gobierno de turno. Este elemento coincide, desde el punto de vista llamémoslo económico otra vez, en el interés de las compañías, socias privadas multinacionales,  de un gasto sin restricciones y sin límites de tipo ecológico e inclusive cultural. Ahora, desde el punto de vista ecológico es bastante claro que a la nación le interesa el conocimiento adecuado del  sistema natural complejo e ir diseñando políticas de uso racional de  todas las formas de energía; no es simplemente el uso racional de ésta, por ejemplo comprando lámparas económicas, etc., como en  principio se nos hizo creer ; no,  es bastante claro que el uso racional de la energía es un uso que va más allá del empleo  de la electricidad; se trata  del empleo del sistema general de recursos energéticos y aquí también entra en consideración la urgencia de un fortalecimiento de ECOPETROL y de las agencias, llamémoslas comerciales, para que inclusive buscando la ganancia puedan estar proveyéndose de un flujo financiero que les permita diseñar, y esta sería una propuesta adicional un plan de desarrollo, un programa de evaluación general del sistema de recursos naturales, para que se logren avances importantes en su gestión óptima, o mejor por decirlo más precisamente.

 

En fin, en esta “Matriz del conflicto” en la política de recursos naturales hay elementos políticos y sociales que es necesario considerar.

 

Se examina con este criterio tanto los intereses políticos del  agente “gobierno” como del agente “multinacional”, como del agente llamémoslo “nación”. Es bastante claro que al gobierno no le interesa que exista ningún tipo de restricción política, como en efecto sucede hoy en la política de gasto desaforado de los recursos naturales no renovables, u otro tipo de restricción física. Al gobierno no le interesa que haya ningún tipo de restricción, de hecho el poder político mira de lejos el diseño de la política petrolera. El poder político no ha tenido que ver en el cambio de la política energética que se presentó, por ejemplo entregando el sistema de transporte en el contrato asociación, a las empresas privadas comerciales creadas para tal efecto; esta decisión era contraria de la política razonable que se tenía antes; ahora,  esa decisión tiene un costo valorable contra la Nación en más de  1.400 millones de dólares por el pago adicional al sector privado, propietario del nuevo oleoducto (descontando el 20% de participación de Ecopetrol) a las tarifas actuales que hoy se tienen. Por una decisión política, buscando una pretendida mayor inversión en el país, se aumentan los costos propios;  es bastante claro que 1.400 millones de dólares son casi una reforma fiscal hoy. Es bastante fácil hacer estas cuentas de sumar y restar para mirar los efectos de las decisiones políticas inconsultas en el terreno económico. Es claro además que se necesita una negociación rápida por parte del gobierno y sin interferencias sociales o políticas; para qué? Para emplear unos fondos lo más rápido que se pueda, y buscar así, al menos, dividendos políticos; a la administración actual le interesa mucho tomar ciertas decisiones, como rebajar las regalías o rebajar la participación de ECOPETROL en los contratos de asociación, para firmar más contratos (este año firmado más de veinte), y le interesaría mucho mostrarlo para indicar que la medida de disminuir las regalías y las de privatizar más la renta energética son bastante “favorables”.

En este sentido hay una clara oposición entre los intereses  políticos del gobierno y las compañías multinacionales a las cuales también los interesa que las negociaciones sean no solo discretas sino completamente secretas entre el gobierno nacional y ellos, con los intereses estratégicos de la Nación; esto es bastante evidente pues inclusive desde el punto de vista constitucional los recursos naturales no  tienen dueño privado y si no tienen dueño privado se definen como de propiedad social; es obvio que los dueños, los miembros de esta sociedad, los ciudadanos, deberían definir, cómo cuando y porqué se gastan, pero justamente en esta limitada democracia de mucho lustre, donde no han habido grandes golpes de estado, (solamente uno en cien años y este es un gran récord en América Latina), es bastante claro que nunca la sociedad se ha preguntado sobre el destino de sus recursos naturales renovables y no renovables; el Presidente, Príncipe eficiente, al parecer investido de razón y autoridad divina, toma las decisiones mutuo propio; no hay ningún tipo de consulta siquiera sobre el gasto de los recursos energéticos y podemos ver que hay oposiciones entre los intereses. Son oposiciones notables que las zanja el Mandatario; “L’Etat, c’est moi” , esa es la anacrónica divisa dieciochesca de la acción política hoy en Colombia en materia de recursos naturales.

 

Es absolutamente urgente que se refuercen las condiciones o los  mecanismos institucionales de control y que no sea un lánguido control post-festum; el Contralor de la Nación dice por ejemplo que en el negocio de la privatización de Isagen se van a perder mil millones de dólares- y qué?, !no hay que venderlo ya!; en el de Carbocol, se puede decir con datos al apoyo, se podrían perder más de dos mil millones de dólares[5], en el de Isa, cosa parecida, y cuando sindicato de ISAGEN entabla una acción jurídica para que un juez de la República simplemente detenga la negociación mientras averigua cuanto vale el bien, que no es ningún otro el sentido que se emprendió sindicato de Isagen, el juez de la causa dice de manera sorprendente, en un acto de denegación de justicia clara, que, como el Ejecutivo no le quiso entregar la valoración que hace el consorcio Inverlink-First Boston-Credit Suisse, no hay razón para suspender temporalmente el negocio.

Hoy se sabe, agosto 2002, que la nueva administración que despacha desde el pasado 7 de agosto declaró el Estado de Conmoción Interior, para efectuar básicamente una reforma tributaria para alimentar la guerra colombiana, que se podría evitar con una venta al precio comercial de algunos bienes literalmente botados en las administraciones pasadas.

Es una situación absolutamente macabra, o tragicómica, si se quiera utilizar un término menos dramático. Es bastante obvio que se necesita control social, inclusive control ciudadano con dientes; se puede afirmar como economista que una mina que va a producir para el Estado ciento cincuenta millones de  toneladas de carbón (o sea al menos unos 2000 millones de margen) se vaya a vender por trescientos ochenta millones de dólares; desde el punto de vista de la aritmética de Coquito, tampoco cuadra semejante transacción; pero, ningún ciudadano en este país parece tener y casi que ninguna institución de control político, capacidad de mera interferencia, porque ni el parlamento puede decir nada, sobre el diseño de las políticas públicas que están en manos  del Presidente.

 



[1] Ver la reflexión crítica de Naredo “Sobre la sostenibilidad de los sistemas” in Desarrollo económico y deterioro ecológico, Naredo y Valero (dirs.), Argentaria/Visor, Madrid, 1999.  Una versión de este trabajo se encuentra en línea en http://habitat.aq.upm.es/cs/p2/a004.html

[2] Brundtland, G. H. (1987), Our Common Future, Oxford, Oxford Universiry Press. (Trad. en castellano, Nuestro futuro común, Madrid, Alianza, 1988.)

[3] La base de este trabajo se puede consultar en http://www.unalmed.edu.co/~cgalvare/libro.htm

[4] Para una argumentación más detallada ver Alvarez, C.G., “Economía y Política Petrolera” ,cap. 1, La Renta Petrolera, USO/INDEPAZ/U.N., Bogotá, 2.000. Se puede consultar en línea en : www.unalmed.edu.co/~cgalvare/libro.htm

 

[5] Se puede decir que ya se perdieron centenares de millones; la fenecida administración Pastrana vendió el potencial de la mina cielo abierto de carbón más grande del mundo, por la miserable suma de us$ 380 mns. Acá se configura una Lesión Enorme contra el patrimonio público!

 

VOLVER