La
USO
forjada entre la adversidad y la esperanza. | |
Raul
Eduardo Mahecha(foto tomada en 1924). Uno de los Fundadores de la USO. | Marcha
de los trabajadores petroleros hacia el Centro-Santander(1927) |
La
Unión Sindical Obrera es el sindicato que agrupa a los trabajadores de
la industria del petróleo en Colombia. Se conoce a lo largo y ancho del
país como la USO, sigla que en muchas ocasiones ha puesto en jaque al gobierno
nacional, cuando de defender los recursos naturales, las conquistas de los trabajadores,
el bienestar de los pobladores y la dignidad nacional se trata.
Como incansables artesanos esculpimos la historia de este sindicato junto al médico y escritor Gonzalo Buenahora y Diego Luis Córdoba a la cabeza de la organización y con la sangre de Esteban Tovar y otros manifestantes caídos en la huelga de 1.938 Es tal vez en 1.948 donde el sol nacionalista de los trabajadores petroleros brilla con mayor intensidad ante la sumisión yanqui del presidente de la república Mariano Ospina Pérez. Mediante una patriótica huelga se obliga al gobierno nacional ha crear la estatal petrolera ECOPETROL, para que administrara los recursos petroleros entregados en el gobierno de Rafael Reyes a Roberto de Mares, quien posteriormente los cedió a la Tropical Oil Company -TROCO- que debían revertir al Estado en 1.951. Así se logró evitar los propósitos de los apátridas de los partidos liberal y conservador, empotrados en el congreso de la república desde donde justificaban la prorroga del contrato a la TROCO con el insulso argumento de la incapacidad de los colombianos para explotar el crudo que aún quedaba en los yacimientos de la Concesión de Mares. Por encima de la TROCO y la oligarquía criolla se dio la reversión, pero esta no solucionó el problema de Autonomía Nacional, ni las necesidades básicas de los trabajadores y de las comunidades, tarea que requería del fortalecimiento de la USO y de los lazos de unidad con el país nacional. Pero el mismo día en que naciera la estatal petrolera, 25 de Agosto de 1.951, el gobierno se toma por asalto la USO con jesuitas, detectives y esquiroles, mediante una asamblea antidemocrática realizada en El Centro (Santander), cambiando la dirección sindical que fue desterrada y limitando el sindicato a la labor de empresa bajo el nombre de Sincopetrol. Solo hasta 1.957 los trabajadores aglutinados en el sindicato orientados por Gonzalo Buenahora logran derrotar a los usurpadores en una asamblea que duró 15 horas. Vendrían después las huelgas del 63 y la de 1.971 por violaciones a la Convención Colectiva de Trabajo, donde cayó asesinado por las balas oficiales el compañero Fermín Amaya, mientras 36 más eran condenados en Consejos Verbales de Guerra a purgar penas entre dos meses y 14 años en la Isla Gorgona, quienes posteriormente fueron liberados mediante una ley de indulto elaborada por el maestro Eduardo Umaña Luna. Seguimos caminando bajo el fuego y la ignominia oficial, escribiendo una historia que a pesar del dolor ha sido hermosa porque en ella la adversidad no ha sido una muralla o un abismo insalvable sino un desafío que obliga a crecer. En 1977, en una huelga de 67 días, donde detuvieron a más de 1.000 trabajadores y despidieron a 228, se impidió la venta de la planta más rentable de ECOPETROL, la de policolsa. A principios de la década del 80 la empresa despide a 11 trabajadores y en sus postrimerías, 1.988, el Estado asesina al canta autor y poeta Manuel Gustavo Chacón, dirigente de la USO refinería, cuando nos oponíamos a la privatización y a que el proyecto de polipropileno, elaborado por Ecopetrol, pasara a manos de las transnacionales. Este crimen de Estado partió en dos la historia del sindicato desatando una imparable guerra sucia contra los dirigentes sindicales y populares para imponer el modelo económico neoliberal y privatizar las empresas estatales. En esta última década, con la reforma a la constitución de 1.886 que en esencia adecuó la carta magna a los designios del mercado internacional, sin dejar de contemplar avances democráticos que han quedado a la discreción de la voluntad presidencial que los ha cercenado y con la justicia sin rostro a bordo, nos hemos enfrentado directamente en una lucha muy desigual a las multinacionales para que devuelvan las concesiones petroleras. Igualmente nos hemos enfrentado al Estado con toda su maquinaria represiva, para defender a Ecopetrol y las prestaciones sociales, a la administración de Ecopetrol para que las actividades propias y permanentes de la industria del petróleo no sean feriadas al capital privado, a escuadrones de matones a sueldo del Estado para evitar que nos maten, a una justicia encapuchada e inquisidora para evitar que se nos condene por supuestos delitos atroces, a una prensa parcializada y reaccionaria para que no se nos estigmatice, a una opinión pública adoctrinada por la televisión y demás medios masivos de comunicación para que no se nos considere oligarcas de overol y al bendito problema del desclazamiento de la clase obrera. La avalancha criminal contra la USO no ha conocido de escrúpulos, cambia permanentemente de apellido pero su nombre es ESTADO. La impunidad ha trajinado un largo camino cubriendo con su manto 89 crímenes de trabajadores de Ecopetrol afiliados a la USO. Mientras, la justicia encapuchada, valiéndose de los fiscales sin rostro, jueces sin rostro, procuradores sin rostro, y testigos con reserva de identidad cuyas versiones han sido multiplicadas ilegalmente por la fiscalía, nos ha puesto a 26 compañeros tras las rejas, otros han sido procesados sin ser notificados para que se defiendan, y lo que es peor, la muerte al derecho a la defensa encarnado en el crimen de Estado cometido contra el destacado jurista y defensor de derechos humanos Eduardo Umaña Mendoza. Así las cosas cada peso que hoy devengamos lleva intrínseco una gota de dolor. Nuestras reivindicaciones tienen apellidos de muertes, destierros y cárceles. Detrás del mínimo beneficio asoma un mitin, una sanción, un paro una huelga. No ostentamos privilegios, somos trabajadores de la industria del petróleo en la empresa más importante del país, herederos y constructores de una lid en que nuestros brazos y talento se oponen permanentemente al saqueo de nuestras riquezas por parte de las transnacionales, sin descuidar la seguridad en los frentes de trabajo y unas condiciones dignas de vida para los colombianos y nuestras familias. |