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  nº 41 diciembre 03
NauFraG@s

Transgénicos, ciudadanismo, y lo que queda de la crítica social

Los progresos de la domesticación
René Riesel
Precipité editorial, noviembre de 2003, 120 pág. 5 euros

Antes de la obra Du progrès dans la domestication, René Riesel había publicado otros dos libros en Francia de la mano de las Éditions de l’Encyclopédie des Nuisances. De ellos, sólo algún fragmento era conocido en nuestro país (...). En el volumen del que ahora hablamos, además de la última obra, se incluyen una selección de textos de esos libros, lo que ayuda a situar en su contexto la figura de Riesel (para quien no lo conozca, diremos solamente que fue miembro de la Internacional Situacionista y tuvo un papel destacado en los acontecimientos de mayo del 68). Las tres publicaciones giran en torno a la lucha llevada a cabo en Francia contra los Organismos Modificados Genéticamente (OMG). Riesel es un buen conocedor de estas luchas, ya que ha participado en ellas.

El tema central del libro que ahora se publica en castellano es la servidumbre voluntaria; sin embargo, pese a lo que pueda parecer, no se hablará aquí de los espectadores de programas rosa sino del ciudadanismo: en efecto, con su solícita colaboración con los estados, los ciudadanistas contribuyen en gran medida a preparar el terreno de la imposición de las nuevas tecnologías. Su discurso posibilista, que les lleva a no oponerse de frente a casi nada y a solicitar «control ciudadano» para todas las demencias del capitalismo industrial, ha hecho de los ciudadanistas un complemento necesario para los estados a la hora de edulcorar y rebajar el contenido de los actos y los discursos más radicales que todavía se enfrentan a la sociedad industrial. (...)

Pero ¿quiénes son esos ciudadanistas? Ahora mismo, lo difícil es decir quién no lo es. Lo que al principio no parecía más que una prolongación del invento oenegero se ha convertido en un auténtico conglomerado de siglas y grupos, no todos ellos subvencionados por el Estado, que utilizan no obstante métodos de actuación y consignas (y, de hecho, comparten objetivos, aunque muchos no osarán nunca admitirlo) muy similares. Llámese renta básica, nunca máis, Tasa Tobin, cancelación de la deuda externa o salvar a las ballenas: la meta es siempre pedir (en el caso del Prestige hemos llegado aún más lejos, pues en lugar de pedir se ruega, como en las rogativas hispanas de antaño). Se habla ya del «movimiento de movimientos», cuando esto parece más bien la quietud de los cementerios, y parece que en realidad se reivindica el derecho a «la pataleta del ahorcado», como en Pedro Páramo; y se convocan actos multitudinarios que reúnen a miles de personas a costa de rebajar su contenido crítico (como en los actos contra la guerra en Iraq, limitado a un «No a la guerra», asumible incluso por esos socialistas que hace doce años enviaron a Marta Sánchez al golfo Pérsico).

Pese al estilo difícil de Riesel, tortuoso en algunas ocasiones y siempre lleno de referencias sesgadas y dobles sentidos, su análisis sin concesiones –en todos los sentidos– de la situación en Francia de lo que antes se llamaba la «crítica social» es perfectamente aplicable al caso español, y por ello es de enorme valor, pues aquí también hemos soportado las monsergas sobre «moratorias», «principios de precaución» y demás pamemas con motivo de la implantación de los transgénicos en la península Ibérica. La mayor diferencia que encontrará el lector en lengua castellana respecto a la realidad francesa es que aquí, desgraciadamente, las respuestas efectivas (es decir, que no hayan imitado a los ciudadanistas pedigüeños) han sido inaudibles.

En resumen, éste es un libro crítico y muy valioso que llama a actuar, no a repetir consignas gastadas; esperemos que contribuya a que se forme una verdadera resistencia a los transgénicos que no pida permiso al Estado para acabar con los cultivos de OMG ya existentes en todos nuestros rincones.

Los amigos de Ludd

 

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