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  nº 41 diciembre 03

Cine por el pueblo saharaui



LUCÍA JANTO M.*

>> El trabajo, apoyo y confianza de un gran número de personas solidarias con el pueblo saharaui han hecho posible que el Primer Festival Internacional de Cine del Sahara sea una realidad. Del 20 al 23 de noviembre, directores, actores y guionistas presentaron sus películas en Smara, uno de los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf, al sur de Argelia.

Hace casi dos años, Javier Corcuera me contó que había estado en los campamentos de refugiados saharauis (Tinduf, Argelia), invitado junto a otras personas por el Frente Polisario y la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui, y que allí había surgido la idea de hacer Cine por el pueblo saharaui, un proyecto que incluía la realización de un festival de cine en el desierto del Sahara; el establecimiento de videotecas en cada uno de los campamentos y el desarrollo de talleres y cursos de formación audiovisual allí mismo, de cara a las necesidades y preocupaciones de los saharauis.

Hace un año, una de las primeras personas que apostó decididamente por el proyecto fue Jorge, el gallego, quien casi sin conocernos nos cedió un espacio y los medios de su oficina para comenzar a trabajar. Esas cosas pasan sólo una vez en la vida. Todavía no sabíamos por dónde comenzar, ni si alguien nos iba a subvencionar este proyecto. Los primeros meses fueron un poco a la deriva. No sabíamos dónde íbamos a terminar. Más exactamente, no sabíamos si íbamos a terminar.

Entre que teníamos que organizarnos, establecer los criterios para funcionar como grupo y como festival, pensar en las películas, pedirlas prestadas a las distribuidoras/productoras, pensar en la subtitulación electrónica al árabe, llamar a los directores y actores, conseguir el procesador de textos en árabe, conseguir a los traductores, lograr poner en funcionamiento la página web, intentar vislumbrar lo que significaba pasar películas en el desierto, llevar los equipos de cine, etc, etc, etc, pasaron varios meses. El espacio de la oficina, de pasar a estar sola allí, fue llenándose de gente, de reuniones, de papeles, de cajas, de correos… Comenzábamos a existir. (...)

Hace una semana ha sucedido una de las experiencias más bonitas de mi vida y de las que sólo suceden, con esa magia que da lo nuevo, una vez: ha sido la primera vez que se han visto películas en 35mm y en pantalla grande en los campamentos de refugiados saharauis. La primera vez que muchos señores y señoras, niños y niñas, jóvenes y adolescentes saharauis han visto por primera vez películas en un cine al aire libre, bajo ese cielo de película.

Ha sido impresionante el ver como el Ministerio de Cultura de la RASD, las delegaciones del Frente Polisario en el Estado Español y varias otras instituciones saharauis han hecho lo posible e imposible por llevar a cabo esta delirante empresa: sin luz, sin agua, sin facilidades de comunicación, en Ramadam… agotando las reservas de combustible del grupo electrógeno, yendo a buscar las mesas de sonido a otros campamentos, buscando las dunas más altas fuera del campamento para intentar comunicarnos vía telefónica con el equipo organizador, transmitiendo en vivo desde la estación de radio de Smara el programa de cine de Radio 3… (...)

Como parte de la organización, quiero agradecer enormemente a la gente que ha confiado en nosotros, a quienes nos han dejado sus películas, su trabajo, sus equipos; a quienes han currado sin pedir nada a cambio desde hace meses y en los campamentos, con pastillas para la diarrea incluida: a los directores, actores, productores, guionistas, músicos, escritores, cámaras, redactores, etc., etc., etc., que se enamoraron de la idea desde la primera vez y nos acompañaron en el desierto. Los invitados especiales, llámese directores y actores, han sido estupendos. Julio Medem, Laia Marull, Candela Peña, Paul Laverty, Imanol Uribe, Achero Mañas, Alberto San Juan, María Esteve, Silvia Munt, entre otros, han sido uno más, alojados en sus jaimas como todos los demás, sin bañarse y utilizando una letrina como las familias. Comiendo lo que ellos, lo que nos ofrecían a todos. Y como artistas, fantásticos. Como decía un señor encantador que se llama Fernando Pérez (el director cubano de Suite Habana) –no importa nada que la película se salga de cuadro, se joda el sonido durante algunos minutos o se retrase la proyección, es una maravilla que exista una pantalla acá, es una maravilla que mi película se pueda ver acá, es un placer inmenso. Y sus ojos llenos de ilusión, rodeado de otros cubanos–saharauis, mirando su película por primera vez allí, de nuevo, como ellos.

Un abrazo y las gracias especiales a Fermín Muguruza y su banda, quienes se obstinaron por abrir su gira con nosotros en Tinduf (con lo que teníamos allí, con equipos prestados, con los micrófonos perdidos y recuperados gracias a la avanzadilla de músicos que se vino antes a los campamentos, con una batería que trajimos desde otro campamento, con un técnico que hablaba poco castellano y con dos músicos con diarrea), con un super concierto que clausuró el festival y que nos hizo sudar y saltar junto a una turba de saharauis que no dejaban de quitarse el turbante para hacerlo girar sobre nuestras cabezas, saharauis que ondeaban su bandera y que bailaban hasta salsa junto al contingente cubano.

Hace unos días veíamos todos por primera vez una película proyectada en una pantalla de madera de 6 x 12 mts, hecha con el mismo ingenio y eficacia que la cabina de proyección y que sus campamentos en los que viven exiliados desde hace 28 años. Y veíamos a los niños, haciendo fila unas veces, y otras no, y aplaudir y mirar pelis y pedir más y más. Y no querer moverse de en frente de la pantalla aunque intentábamos explicarles que la película de a continuación era aburrida para ellos, era para más grandes y que ya no era de dibujos ni con canciones. Ellos, impávidos, ni movían un pelo y se quedaban ahí esperando la siguiente película. Daba igual, eran historias gigantescas. Como dijo Angel de la Cruz (el director de El bosque animado, la peli para niños que ganara el reconocimiento especial del público), hay que ponerse a hacer más películas que los niños saharauis están esperando.

* Organización del festival

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