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  nº 41 diciembre 03

Cinco razones para un Salto Adelante


DIEGO SANZ PARATCHA

1. La prensa seria resulta grotescamente graciosa cuando se pretende seria, y gélidamente seria cuando se pretende graciosa. ¿Alguien necesita más homenajes a la Constitución –qué camaradería, oiga, la de los enemigos irreconciliables cuando llegan los fastos de la Carta Magna–, más chistes sobre vascos con boina o sobre famosos que van al cielo cuando se mueren? Salvo excepciones, que tampoco vamos a llegar ahora a dar clases, la prensa se ha convertido en un enorme cementerio de elefantes donde, mientras se añoran los tiempos dorados de la Transición, se nos dice que jamás habíamos vivido como hasta ahora.

2. Está todo fatal. Eso ya lo sabemos (y a lo mejor nos lo merecemos, como Simancas), pero en algún momento habrá que sacudirse el muermo de encima. Después de todo, que la política esté dominada por Bush y Aznar (o por Chirac y Solana), la música por Operación Triunfo (o por los ramoncines de la SGAE), la informática por Microsoft (y aquí no hay rival comercial que valga), el deporte por el Real Madrid (y el urbanismo… ¡vaya, qué coincidencia!) y los medios de comunicación por todos los anteriormente mencionados; en definitiva que el mundo se parezca tanto a cómo no queríamos que fuera cuando éramos pequeñitos ¿no nos deja un inmenso terreno fuera –y a la vez muy dentro– para hablar de software libre, de cooperativas de economía social, de agricultura ecológica, de creatividad no patentada, de derechos para todo quisque; o en otras palabras, para difundir las réplicas exactas del desorden mundial instituido?

3. Internet está muy bien, pero no basta. Como fenómeno social, los portales alternativos siguen siendo patrimonio de un sector minoritario de las generaciones jóvenes y de un sector todavía más minoritario de los militantes de toda la vida. Posiblemente esto cambie con el tiempo, pero no se trata de quedarse parado esperando a que florezcan las “condiciones objetivas y subjetivas” para la revuelta, en este caso, para la conversión milagrosa de la gente a los lenguajes y prácticas de la contrainformación. De momento, nos tendremos que conformar con Internet como trampolín necesario, pero no suficiente, para el gran salto.

4. El nuevo periódico puede suponer una buena experiencia de autoempleo, en un sector tan necesitado de autonomía y libertad como es el de la prensa. Piensen en seminarios gratuitos impartidos en las facultades de Ciencias de la Información –a través de profesores enrollados–, piensen en una alternativa al monopolio de los masters, piensen en una buena patada en el culo a la anquilosada institución universitaria. Das una voz y enseguida te salen mil diseñadores, cartelistas, redactores, maquetadores, dibujantes y freakies de toda laya, pero todo ese talento es sistemáticamente desperdiciado –o envilecido– en sórdidos medios sectoriales y en los aún más sórdidos medios de masas. O en el puto paro.

5. Los movimientos sociales necesitan buena prensa. Esto no quiere decir una prensa que pase por encima sus errores, o los aciertos que ni ellos mismos saben valorar a veces. No vamos a dar el salto a una prensa partidista –ni siquiera partidista de los movimientos– porque eso no serviría para nada. Desde un punto de vista algo ramplón, en términos de clase la llamada prensa burguesa no se casa con nadie, ni siquiera con sus gobernantes favoritos (véase El Mundo, o El País en ocasiones). ABC no se llama “El Monárquico”, ni La Razón “El Facha”, con el subtítulo “periódico pensado en, para, por, desde y hacia la oligarquía”. No se chupan el dedo, estos oligarcas. De lo contrario, el Telediario lo presentaría directamente Rajoy –o Cuevas– y aquí no ha pasado nada. Del mismo modo, el nuevo proyecto ha de ser capaz de ser útil a los movimientos sin convertirse en su altavoz para gritar consignas. Más que nada porque no se las tragaría nadie. Eso sí, prometemos ser más guapos que Urdaci.
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