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  nº 40 noviembre 03

Precariedad y trabajo clandestino el futuro reservado a mujeres e inmigrantes



OICED HACHADO

>> La economía sumergida viene a ser la extensión del trabajo precario. Una estrategia dirigida a la difusión de un nuevo modelo de relaciones de producción a través de la informalidad. Un modelo proveniente de la descentralización de los procesos productivos, las reducciones de plantillas y la tremenda extensión de la subcontratación, todo ello con la finalidad de reducir los costes y controlar mejor a los y las trabajadoras. En la actualidad dicha estrategia conlleva que la frontera entre el trabajo precario legal y el trabajo precario ilegal, se haya difuminado e incluso en muchos casos prácticamente ha desaparecido.

Diversas encuestas y sondeos de opinión sobre el tema muestran que más de un 70% de la gente piensa que si se redujeran las cargas fiscales que tienen que pagar las empresas por contratar a un/a trabajador/a, habría mucha menos economía sumergida en nuestro país. Según esta teoría, llegaríamos a la conclusión de que la economía sumergida se ha extendido y se consolida como consecuencia del endurecimiento de las cargas fiscales de los estados, los elevados costes laborales y la rigidez de la legislación laboral.


A los gobiernos, por lo general, les ha servido como discurso justificativo este tipo de teorías, con la finalidad de seguir apostando por una flexibilización del mercado de trabajo y por abaratar los costes de las empresas, con la excusa del pleno empleo. La consecuencia social más inmediata es la aceptación del hecho consumado del empleo irregular, porque así se demuestra que hay empleo para todos y todas.

La realidad
Los datos reales muestran una situación radicalmente diferente: la economía sumergida no está causada y sostenida por los altos impuestos, ni por los altos costes salariales y sociales, ni por la rigidez del mercado, al menos como hechos objetivos. De ser así, sería mucho mayor en otros países europeos y no lo es: la presión fiscal en el estado español es de las más bajas de la UE (tienen mayor carga impositiva Suecia, Holanda, Austria, Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Portugal,...), así como los costes laborales; la flexibilidad laboral, sin embargo, es de las más altas. A su vez, los costes laborales por hora en la industria son en el estado español de los más bajos de la OCDE.

En realidad, lo que se produce es un trasvase progresivo de empleo con derechos, del sector oficial de la economía, al informal, como respuesta consciente de un sector importante del empresariado a los problemas planteados en un momento social de crisis económica-política, que dinamitó los fundamentos del modelo de relaciones laborales construido después de la II guerra mundial. Y en el momento actual de capitalismo maduro, globalizado, el objetivo es adaptar el mercado de trabajo (el formal y el informal) al modelo neoliberal.

Además, la desregulación practicada en el espacio de la economía sumergida, de manera especial, desde los 70 hasta nuestros días, sirve como guía y acicate para los procesos de flexibilización y disciplinamiento que en los últimos años, cada vez más, se propugnan con especial fervor en el terreno de la economía regular.
Las áreas del mercado laboral poco protegidas institucionalmente siempre han existido, lo realmente novedoso es el hecho de que a partir de la crisis de los 70 lo que había constituido un espacio relativamente acotado del mundo laboral se ha ampliado espectacularmente y se ha convertido en una situación habitual para cada vez más personas que anteriormente ocupaban empleos que garantizaban niveles de vida y condiciones de trabajo más dignas. Esto es lo que explica la facilidad con que caló, a principios de los 80, un discurso -el de la sumersión- que había sido lanzado precisamente con el objetivo de propiciar nuevas políticas de desregulación de derechos laborales, alegando que era el exceso de las mismas la causa de los problemas del empleo.

Las transformaciones en el modelo productivo
Los procesos de producción se fragmentan y en cambio las resoluciones en las decisiones más transcendentales se centralizan. En realidad la dinámica de descentralización productiva ha venido inducida por un proceso de descentralización del control financiero. De esta manera, la jerarquización de la producción a través de la cadena es patente. Es por eso que la economía sumergida es inseparable de la economía emergida: existe una estrecha interrelación en los procesos productivos. El modelo emergente de gestión capitalista se orienta hacia la aparición de pequeñas unidades de actividad, tanto en la producción industrial como en los servicios. Estas pequeñas unidades, al estar inmersas en redes jerarquizadas experimentan una presión mayor tanto en términos de resultados materiales de su actividad (calidad del producto, plazos, etc...) como de precios y condiciones de intercambio (formas de pago aplazado, retenciones de garantía...), y una presión que se formaliza mediante diferentes fórmulas contractuales (contratos de suministro, subcontratas de servicios...). Una presión que, al desarrollarse a través de complejas redes y estructuras en las que cada una de las partes ocupa una posición de poder desigual, genera una presión creciente a medida que se baja a los niveles inferiores.

Bajo el criterio de la “eficiencia” y del “necesario” abandono del denostado proteccionismo, la economía sumergida será reivindicada dentro de la lógica neoliberal, como una de sus máximas. Lo que antes podríamos considerar anómalo, hoy resulta una de las característica básicas, y por lo tanto normal y aceptada, en otro modelo: el de la liberalización de las relaciones económicas en sus distintas escalas a nivel global.

Características de la trabajadora clandestina
El empleo precario reduce la capacidad del/la trabajador/a para planificar y controlar su presente y su futuro. Lo convierte en “muy dependiente”, No existe una dicotomía “trabajo regular”/”trabajo clandestino”, lo que predomina es una continuidad de situaciones en las que la barrera entre lo legal y lo ilegal es cada vez más difusa. El trabajo clandestino debe incluirse en lo que podríamos definir como “precariedad absoluta”, la peor situación dentro de la precariedad.
Dentro de esa precariedad absoluta que viene a significar el trabajo clandestino, definiríamos como condiciones más significativas: la incertidumbre sobre la continuidad del trabajo; la insuficiencia de ingresos salariales; la existencia de condiciones de trabajo inferiores a la norma; la insuficiencia de la protección social.

A partir de lo anterior, podemos entender la importancia decisiva que el desempleo juega en la extensión de la precariedad. Su forma extrema en la economía sumergida parte de este mismo supuesto: con un alto índice de paro, se generan las condiciones para la configuración de unas nuevas relaciones dentro del mercado de trabajo. (...) En otros casos, el reto de la subsistencia implica que sea la mano de obra la que, de forma autónoma, tome la iniciativa de la decisión de crear unidades productivas, en taller o en el domicilio; en la misma han intervenido redes familiares de apoyo que se adentran en el tejido de sus respectivas comunidades.

Según los estudios de Bruselas, más del 20% de la población activa trabaja de forma clandestina. En el estado español, el índice de economía sumergida se estima entre el 23 y el 27% del PNB.

Por lo que respecta a l@s trabajadores, las mujeres y los/as inmigrantes sin papeles, son dos casos especialmente significativos:
Mujeres. Las mujeres son uno de los grupos más afectados por el trabajo irregular: trabajo a domicilio, servicio doméstico, transformación de productos agrarios, confección... En estos sectores es casi exclusiva la presencia de mujeres. En buena medida se puede hablar de una importante feminización de la economía sumergida.

Casi el 40% de las mujeres que realizan un trabajo remunerado lo hacen en condiciones irregulares, frente a un 16%, para la población masculina. El índice de irregularidad más elevado se sitúa, entre las mujeres, en las edades más jóvenes, colectivo más afectado por la discriminación sexual del mercado del trabajo. De ello parece desprenderse que el mercado sumergido de trabajo constituye una vía inicial de acceso a la actividad remunerada, para una elevada proporción de mujeres jóvenes, parte de las cuales -en menor medida que los hombres en términos relativos-, se irán integrando en el mercado regular de trabajo, a pesar de su precarización y temporalidad cada vez mayor.

La mayor probabilidad de incorporarse a la economía sumergida se centra en las mujeres de menor formación cultural y sin estudios.

El estado civil constituye otro elemento diferenciador. Así, mientras la irregularidad entre las mujeres no casadas se sitúa en proporciones sólo ligeramente superiores a las de los hombres, no ocurre lo mismo en las casadas, para las cuales el índice de irregularidad es casi cuatro veces superior al de los varones casados. (...)
El empleo irregular de las mujeres se sitúa fundamentalmente en los sectores de servicios (a la empresa, hostelería, a familias), en proporciones superiores a las del varón, el cual tiene un peso relativo superior en la industria, aunque en algunas como el textil, la confección, el calzado, el juguete... hay una presencia muy importante de mujeres. (...)

Inmigrantes. El trabajo irregular de los/as extranjeros/as que carecen de permisos de residencia y de trabajo, es visto como un problema creciente a nivel europeo, hasta el punto de representar uno de los ámbitos de mayor relevancia en el fenómeno de la economía sumergida a escala mundial. Los/as inmigrantes irregulares interesan a determinados segmentos del sistema productivo, que se aprovechan de las facilidades de sobreexplotación que provocan unas leyes restrictivas, porque el inmigrante sin papeles necesita sobrevivir.
Si estimamos que los/as inmigrantes sin papeles están en torno al millón de personas, cerca del 50% de los/as inmigrantes ocupados/as lo están en la economía sumergida, es decir, la inmensa mayoría trabaja en la economía sumergida porque no tiene más remedio. (...)

Los/as trabajadores/as inmigrantes sufren una fuerte discriminación ocupacional. Los empleos de los/as inmigrantes se reducen prácticamente a siete ramas de actividad: servicio doméstico, otros servicios personales, comercio, construcción, servicios profesionales, restauración y agricultura. Todos sectores donde abunda la precariedad laboral y la economía sumergida.

La confluencia de factores como: los intereses empresariales; las necesidades de sectores de trabajadores/as; las políticas gubernamentales; la difusión interesada de una determinada imagen de la economía sumergida; la desregulación del mercado laboral, contribuyen de forma decisiva a que la economía sumergida y la precariedad en general, sea un fenómeno tolerado socialmente, aceptado no pocas veces como algo inevitable.

* Sindicalista. Resumen Demetrio Patocho

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