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  nº 40 noviembre 03
Humor: Madero del Molo


Acción mutante: arriba los que luchan

Kaejane
En ocasiones, la sola mención del titular de una noticia ya provoca sonrojo y permite que se nos escape una cierta sonrisa socarrona. Es poco lo que se puede añadir, y realmente menos lo que se “debe” añadir, con el fin de que aquello que nos están contando se convierta en el lamentable chiste que representan en tantas ocasiones nuestros cuerpos y fuerzas.

Uno repasa el periódico diario lleno de sus bombas, sus guerras y su miseria, y de pronto encuentra esos breves que la redacción de toda publicación o tabloide incluye para rebajar el tono de cierta información terrible, o para despistarnos de algo relevante: “Acusan a un sordomudo de insultar a varios policías”... Bravo, bra-vo. Un hurra y varios vivas para los cuerpos y fuerzas. ¿Se puede decir más con menos? ¿Es necesaria alguna explicación? No. Está todo ahí: la madre de todas las batallas, el secreto de la tlompeta, el códice final. Tan sólo imaginen a ese pobre sordomudo ante esos Einstein de la seguridad, unos tipos barra as que le vociferan (o algo, recordemos que él no oye) y ante lo que él responde con ¡insultos! (recordemos que él no habla).

Los sordomudos, salvo que sean inmigrantes o manifestantes, tienen derecho a enfadarse, pueden pegar patadas en el suelo, fruncir el ceño, incluso los más radicales, levantar el dedo en señal de protesta (o hacer el símbolo de los surferos, o pedir llamar por teléfono, o indicar que uno quiere beber algo, generalmente con alcohol, lo digo porque estas tres expresiones se hacen con un modelo de composición gestual de las manos -toma ya- bastante similar).

En la universidad me enseñaron la importancia de la comunicación gestual, no lo hizo ningún sargento de policía sino un señor con barba y de voz pausada. Por mucho que investigamos, el insulto no entraba en nuestras categorías. Algo tan fundamental, tan básico para nuestra existencia social (¿cómo si no se iban a inventar frases tan fundamentales para hacer política como “eh, eh, sin insultar” o “bueno vale, pero sin insultar”?). Y sin embargo, los sordomudos llevaban años preparándose para la ofensa. Para el despropósito, para la humillación de las fuerzas del orden público.

Cuando uno lee estos titulares termina por creer que son capaces de cualquier cosa: “Acusan a un manco de empujar a un guardia”, “Stephen Hawkings, lider de Al-Qaeda”, “Un conductor ciego atropella a Ansuátegui y se da a la fuga”, “Detenida una banda de sordos que quería dinamitar la gala de Eurovisión”, “El Partido Popular ilegaliza la ONCE por sus conexiones con Stephen Hawkings”...

En fin. Esto no es un juego, es Acción Mutante. “Mens sana in corpore tullido”. A por ellos.


 
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