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  nº 38 septiembre 03

Futuro incierto...


Colectivo UPA-Molotov
Si habéis observado las cuentas que publicamos en cada número, habréis constatado que, por lo general, mes a mes acumulamos un déficit de 300 €. Tras más de dos años en la calle y 37 números publicados, no hemos sido capaces de incrementar las ventas, las suscripciones o los ingresos publicitarios, “ese poquito más” que nos hubiera permitido mantener el equilibrio económico. En un principio afrontamos este déficit crónico gracias al fondo de reserva que constituimos antes de lanzar el número cero, pero dicho fondo se nos agotó hace tiempo. Desde entonces, las diversas actividades que hemos organizado para financiarnos (conciertos, fiestas, etc.) no han sido suficientes para paliar esta tendencia. Así es como, a la espera de poner en marcha una actividad económica que nos salvase o de ser capaces de equilibrar nuestras cuentas, nos hemos visto obligados a recurrir a préstamos y a acumular, en consecuencia, una considerable deuda. El molo, hemos de reconocer, no es un proyecto rentable o que tenga asegurada su supervivencia.

A esto se le suma que vivimos una difícil situación como colectivo: actualmente somos ocho personas las que sacamos Molotov, y cada mes nos las vemos más difíciles. El Molo exige trabajo y tiempo, y no es fácil compaginarlo con otras actividades y obligaciones: tod*s tratamos de encontrar algún momento libre para dedicarlo al periódico, pero muchas veces estas horas robadas no son suficientes, y/o el esfuerzo que tenemos que hacer nos deja exhaust*s: el molo demanda una militancia muy exigente. Podríamos de decir que atravesamos una crisis militante, de agotamiento y cansancio, que cada vez se hace más difícil de sobrellevar, y que hace muy poco llevadera una situación económica que nos desborda.

Sin embargo, siendo como es Molotov un proyecto militante, su futuro no depende únicamente del grupo que lo edita, sino del entorno político y social al que esta iniciativa pretende insertarse. O lo que es lo mismo: su futuro depende del “sentido” y la “utilidad” que le encuentren los movimientos sociales.
Desde que comenzó a editarse en formato tabloide, Molotov trató de tener una doble dimensión. Por un lado, quiso ser un periódico cuya difusión superase el círculo de los militantes o los activistas y llegara a un espacio social más amplio que el que participa en nuestro entorno político. A nuestro entender esta es la faceta del proyecto que más ha fallado. Nos es evidente que no hemos logrado elaborar un lenguaje común que permita hacer atractivo (o más comprensible) el discurso antagonista. Por ello, con la intención de superar esta limitación llevamos varios meses pensando, junto con un grupo de personas más amplio, una nueva publicación periódica que se difundiría en los kioskos; no pretendemos crear un “nuevo molo”, sino un periódico que trascienda las limitaciones de éste. Este es un proyecto muy ambicioso que todavía no ha tomado cuerpo... y que también exige tiempo y dedicación. En este sentido, además de nuestras deficiencias “comunicativas”, nos damos cuenta de que la distribución alternativa también tiene sus límites a la hora de posibilitarnos el contacto con otros lectores potenciales. La red de distribución que existe en el estado, en general, es bastante precaria y no da más de sí; proyectos como Molotov no se pueden asentar sólo en esa base.

Por otro lado, el Molotov ha tratado de construir puentes de entendimiento y comunicación entre la multitud de islas que componen el mundillo “antagonista”, desde la convicción de que sólo poniendo a dialogar las diferencias, seremos capaces de construir un movimiento capaz de generar conflicto y alternativas sociales reales. Para ello, tenemos que conocernos, saber lo que los otros hacen, piensan y dicen y viceversa. En este sentido creemos que el Molotov ha acertado. Aún con sus muchos límites, el periódico es un espacio serio para el intercambio y el diálogo respetuoso entre grupos, territorios y familias políticas. Es por eso que nos gustaría mantener esta faceta en el nuevo proyecto, tratando de encontrarle un hueco y una forma de hacer comunicables los debates militantes.
Este momento de transición entre el Molotov y el nuevo proyecto nos plantea varios problemas, acerca de cómo hacer la transición de un medio a otro: mantener el molo hasta que salga el nuevo proyecto se hace cada vez más difícil, entre las deudas y la falta de gente.

Ahora mismo, la situación es la que sigue: la solidaridad de varios colectivos nos está permitiendo poner algunos parches, pero seguimos teniendo una deuda de cerca de un millón de pesetas de las de antes... que mes a mes irá aumentando. En este sentido, estamos organizando dos conciertos para tratar de pagar esas deudas y, si se nos dan bien, sacar un nuevo número. En definitiva, nuestro futuro es incierto: con este texto pretendemos informaros de nuestra situación, ya que estamos inmersos en un proceso de deliberación para ver qué hacemos; en octubre haremos pública la decisión que hayamos tomado. Y bueno, este texto también es una interpelación a vosotr*s, lector*s, colaborador*s, amig*s... ¿Vale la pena una apuesta como ésta? Nos gustaría que nos comentaseis qué os parece la apuesta comunicativa del molo y el proceso de cambio que hemos emprendido.

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