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  nº 38 septiembre 03

¿Quién es responsable de que en pleno S.XXI, mueran una media de 4,5 trabajadores/as al día en sus puestos de trabajo? Una reflexión desde el sindicalismo

Siete trabajadores de contratas mueren en la refinería de Repsol YPF de Puertollano


>> El 14 de agosto 2003, en complejo petroquímico de Repsol-YPF, en Puertollano, Ciudad Real, estalló un incendio que se saldó con siete empleados muertos y tres heridos graves, todos ellos de empresas subcontratadas. A partir de ahí nace espontáneamente la Plataforma de trabajadores de Subcontratas de Puertollano, que convoca tres días de paro, exigiendo mejoras en sus condiciones de trabajo y de seguridad, y concentraciones a la puerta de la refinería. Una semana más tarde, los subcontratados vuelven al trabajo, tras las amenazas de despidos, y la firma de un acuerdo con las empresas. En las sociedades industrializadas, desarrolladas, con nuevas organizaciones en las relaciones de producción, con nuevas formas de gestión de la mano de obra, con sistemas de producción flexibles, con innovaciones tecnológicas sustitutivas de trabajo humano, con conocimientos cuasi “absolutos” acerca del porqué de los procesos, de los diseños, de las aplicaciones, etc., con todos estos “avances” en conocimiento humano y tecnológico, miles de trabajadores/as siguen siendo muertos en sus puestos de trabajo.

Desiderio Martín*

La accidentabilidad, la siniestralidad, la agresión a la salud, el sufrimiento, no sólo no disminuyen a un ritmo acorde al avance tecnológico y el mayor conocimiento científico, sino que crecen proporcionalmente a la introducción en el mercado de nuevas formas de producir, así como a la puesta en marcha de normas laborales desreguladoras. Desde 1994 hasta el 2001, los accidentes laborales durante la jornada laboral han aumentado un 83,11% y los producidos in itinere (traslado y salida del trabajo y utilización de vehículos), lo han hecho en un 114,39%. En 1994 se impone la Reforma Laboral y entra en vigor la Ley de Empresas de Trabajo Temporal (ETT). En el 95 se instaura la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. En el 97 asistimos a la “cuasi” desregulación del mercado de trabajo, pactada con las fuerzas sindicales “mayoritarias”.

Entre los años 1994 y 2001, 11.569 trabajadores y trabajadoras murieron “legalmente” en su puesto de trabajo. No existe mayor sangría humana, ni violación legal tan flagrante del derecho a la vida, considerada ésta como un bien inalienable de las personas, que las muertes producidas por el sistema de organización capitalista de las relaciones de producción y de las relaciones sociales. Si consideramos que las jornadas laborales medias al mes son de 23 días y, que éstas se realizan once veces al año, nos encontramos que en el período estimado (1994–2001) se han producido 2.024 jornadas. Durante las mismas murieron una media de 5,7 trabajadores/as en cada una de ellas.

El papel de la ley
La Ley, la norma como ciencia que rige las relaciones sociales -Constitución española o Ley de Prevención de Riesgos Laborales-, se ha mostrado como un mecanismo impotente para resolver este conflicto y preservar el derecho fundamental por excelencia, el derecho a la vida de cualquier ciudadano/a. La ley, como ciencia, ha sustituido a la política y ha engendrado un monstruo al crear una conciencia en los ciudadanos, según la cual, el hecho de trabajar implica la inevitabilidad del dolor y la muerte. (...) Las nuevas formas de gestión de la mano de obra: la descentralización productiva (contratas y subcontratas), la externalización, la flexibilidad laboral, han precarizado el trabajo. Tenemos que pensar, -además de poder medir, contar, cuantificar-, que la temporalidad y la precariedad laboral producen un aumento del sufrimiento y un empeoramiento de la salud y calidad de vida de millones de personas. Las personas asalariadas con contrato temporal o con contrato en una contrata o subcontrata, sufren una mortalidad cuatro veces superiores a las personas con contratos fijos.

En el complejo petroquímico de Puertollano, ninguno de los seis trabajadores muertos pertenecía a Repsol. Todos ellos son de contratas o subcontratas, lo mismo que los cuatro trabajadores heridos muy gravemente. El medio centenar de “empresas auxiliares”, muchas de ellas en mantenimiento y transporte, emplean a mil trabajadores, que realizan el mismo trabajo que los contratados fijos, aunque sin apenas formación ni medidas de seguridad. Repsol-YPF, esa gran transnacional con cientos de miles de millones de beneficios, esa gran transnacional que comercia con petróleo de un país invadido y ocupado (IRAQ), esa gran transnacional que en Colombia es acusada, por las comunidades indígenas, de expoliar sus recursos e incluso de estar involucrada en la muerte de dirigentes indígenas, esa gran transnacional Repsol-YPF, tiene en su balance una partida muy abultada escrita en sangre: las varias decenas de trabajadores muertos en sus plantas de explotación y refinería de “tecnología punta”. A finales de agosto, tanto un informe de los bomberos que actuaron en el incendio, como la Diputación de Ciudad Real, denunciaron graves “carencias de seguridad”. El 26 de agosto, 150 empleados de la refinería de Repsol-YPF en A Coruña, se concentraron en la entrada de la factoría para exigir más seguridad y menos precariedad laboral. Los trabajadores/as precari@s conviven con la vulnerabilidad. Saben que no cuentan en las relaciones sociales de poder cuando están empleados, menos aún cuando son desempleados. Son personas discriminadas en relación a los derechos de los fijos y, por el contrario, las exigencias propias de la relación laboral se ven acentuadas en su caso. Están indefens@s ante la capacidad de disciplina inherente a la relación salarial en la gestión de la fuerza de trabajo. Indefensión que abarca las dos dimensiones de las relaciones sociales de poder en el interior de la relación salarial: por un lado, la de las gerencias y, por otro, la de los sindicatos.

La autoorganización de los trabajadores
Los Sindicatos, las direcciones sindicales de CC.OO y UGT, han sido expulsados de la planta de Puertollano. Los trabajadores precarios, de contratas, han visto como en las negociaciones de las condiciones laborales, a ellos sólo les toca el ser los protagonistas de las cabeceras de las noticias de sucesos. Ni siquiera están en la comisión de investigación del “accidente”. Según la Plataforma de trabajadores de Subcontratas de Puertollano, “en primer lugar debemos aclarar que esta situación de inseguridad laboral, no es nueva, sino que se viene produciendo desde hace años. Nosotros hemos hecho llegar nuestras reivindicaciones a los distintos representantes de los sindicatos mayoritarios, sin que en ningún momento hayamos recibido soluciones que las satisfagan. Su respuesta ha sido siempre que deleguemos nuestra confianza en ellos, pero hemos sido traicionados en todas las ocasiones. Por este motivo los trabajadores no nos sentimos representados por estos sindicatos y hemos decidido crear esta plataforma, con el fin de ser nuestros propios representantes. Teniendo en cuenta estos antecedentes, no es extraño que durante la concentración del pasado lunes [18 de agosto] manifestásemos nuestro descontento, recibiendo provocaciones que actuaron como agravantes a una situación ya de por sí crispada. Todos vimos la actitud de desprecio del secretario comarcal de CCOO al finalizar su intervención”.

Los sindicatos mayoritarios no sólo permiten la precarización del trabajo (el 31,6% de la población laboral ocupada), sino que son responsables directos de que el trabajo se precarice, se externalice y se rebajen costes salariales a los empresarios, cuando se firman Reformas Laborales, Expedientes de Regulación de Empleo y no se defienden condiciones dignas e igualitarias para tod@s l@s asalariad@s. El accidente de trabajo se equipara a la normalidad, como el resto de anomalías (accidentes de coches, carencia de viviendas, empleo escaso, desempleo, carencia de servicios públicos, etc.). Parece que no se pudiera hacer nada, que son inevitables (el complejo de Puertollano es el complejo con mayor índice de siniestralidad del estado español). Que nadie es responsable. Y esta es la gran mentira. Los trabajadores de contratas de Repsol-YPF, sin a lo mejor ser demasiado conscientes, son quienes han dicho lo que parece que nadie le gusta oír: las empresas, sus dueños, sus gerencias, sus directivos, que por ley detentan el poder de organizar el trabajo y por ley están obligados a proteger la vida y la salud de los trabajadores, son los responsables de las muertes que se producen en el proceso laboral. Quien negocia las condiciones de cómo se trabaja y a qué precio, son los responsables por acción u omisión, si no anteponen la vida, el derecho a la vida, por encima de cualquier proceso productivo, organizativo o de obtención de beneficios.
QUE NO TE MATEN EN TU PUESTO DE TRABAJO. ...

* Sindicalista de Gas Natural, SDG, S.A. (del grupo Repsol YPF, y de la Caixa)

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