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  nº 35 mayo 03

Las razones de “Ansar” para apoyar a Bush (y a Blair)

RAMÓN FERNÁNDEZ DURÁN*
El apoyo incondicional de Aznar a Bush en la guerra contra Irak es difícil de explicar exclusivamente en base al carácter sumamente autoritario de este personaje o a su afán de búsqueda (personal) de protagonismo internacional. Tampoco cabe deducir esa postura de los compromisos militares suscritos por España con EEUU; ni por la ayuda potencial que EEUU le pueda llegar a ofrecer al inquilino de la Moncloa en su lucha contra el “terrorismo”, verdadero leit motiv del actual gobierno del PP, que le ha rendido sustanciosos beneficios electorales; ni por la posibilidad de conseguir otros objetivos geopolíticos en relación con Marruecos (conflicto del Perejil, “españolidad” de Ceuta y Melilla, contencioso del Sahara…). Sobre todo porque existe en el Estado español un amplísimo rechazo popular a la guerra y porque se han mantenido asimismo, hasta ahora, fuertes vínculos en política exterior con los países centrales de la UE: Francia y Alemania.

¿Cuáles pueden ser pues otras posibles poderosas razones que puedan explicar esta (en principio) “locura” de Aznar? Intentaré esbozar algunas hipótesis. En los últimos veinte años la estructura económico-financiera del Estado español ha experimentado cambios espectaculares cuya comprensión pueden ayudar a verter algo más de luz para explicar el repentino arrebato pro-EEUU y “antieuropeo” de Aznar. La inserción española en el capitalismo global se intensificó especialmente desde el ingreso en la UE a mediados de los ochenta. Además, la fortísima privatización de empresas y bancos públicos acometida de forma principal en los noventa permitió crear las primeras transnacionales “españolas” (Repsol, Telefónica, Endesa…) y consolidar grandes grupos financieros “españoles” como BBVA (tras la privatización de Argentaria) que rápidamente proyectaron su actividad expansiva –junto con el SCH- hacia América Latina (AL). En esa loca expansión (basada en la compra de empresas y bancos locales) estos grandes conglomerados se endeudaron fuertemente emitiendo “dinero financiero” en los mercados bursátiles y fueron apoyados en todo momento por el gobierno español en las negociaciones que mantuvieron con los distintos gobiernos latinoamericanos.

Sin embargo, tras unos años de fortísimo crecimiento en AL, la nueva situación creada por las crisis monetario-financieras que han sacudido todo el Cono Sur, y de forma específica Argentina, han puesto en un serio aprieto a todas estas empresas y bancos que ahora más que nunca necesitan del apoyo de los organismos financieros internacionales, y en especial del FMI, así como del BM y del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), para subsistir (y crecer) en las mejores condiciones posibles. En todos estos organismos el papel de EEUU es clave, por el tremendo peso específico que tiene en el devenir de los mismos. No es pues de extrañar que el gobierno español haga lo indecible para asegurar a “sus” grandes empresas y bancos un apoyo del “gigante americano” en la defensa de sus intereses. Aznar ha llegado a decir claramente en una reunión con grandes empresarios españoles que lo que va buscando es ampliar la “proyección de España en el mundo”. Más claro, agua.

Pero esto no es todo. Desde la entrada de España en el “proyecto europeo” la balanza comercial no ha hecho sino deteriorarse a marchas forzadas. El agudo déficit comercial se había logrado saldar, hasta ahora, mediante los ingresos vía turismo. Sin embargo, en los últimos tiempos dichos ingresos no han logrado equilibrar la llamada balanza por cuenta corriente, siendo necesario recurrir a la llamada balanza de capitales (curiosamente lo mismo que le ocurre a EEUU y Reino Unido) para conseguir el necesario equilibrio exterior de la economía española. Ello se ha logrado, “sin problemas”, en los años recientes, debido a las masivas entradas de capital provenientes de países centrales que se han orientado hacia el sector inmobiliario. De ahí la fortísima subida que han experimentado en el último periodo los activos inmobiliarios (entre ellos la vivienda y el suelo en general). Esta ingente inversión (especulación) extranjera ha acudido al sector inmobiliario español debido a la espectacular revalorización del mismo, cuando las bolsas de los países del Norte han llegado a caer en los tres últimos años una media del 50%. Todo lo cual ha provocado un boom espectacular del sector de la construcción (cuyas grandes empresas se relamen también ante el negocio de la “reconstrucción” de Irak), que no se puede explicar en absoluto en base a la demanda interna. Y ello ha disparado asimismo los créditos hipotecarios generando enormes beneficios bancarios que se suman a la intensa revalorización que han experimentado sus activos inmobiliarios.

Si este flujo de capitales desapareciera, los desequilibrios de la economía española se manifestarían en toda su crudeza, más aún porque el tejido productivo español es cada vez menos competitivo a escala europea y mundial. Además, la estructura productiva española pierde competitividad adicional a pasos agigantados por tener una mayor inflación que la media comunitaria (pues ya no puede devaluar su moneda) y porque se avecina una competencia acrecentada en el futuro por parte de los países del Este. ¿Intenta, pues, Aznar mantener la ficción de la fortaleza de la situación española, y dar de esta forma seguridad a los inversores que acuden a especular aquí? Si estos capitales no llegasen, el “milagro español” saltaría literalmente por los aires, lo que de todas formas ocurrirá antes o después.

*Miembro de Ecologistas en Acción

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